El pasado 15 de marzo, al inicio de la reunión más tensa de Ciudadanos de los últimos meses tras el fiasco de la moción de censura de Murcia, Edmundo Bal tomó la palabra para defender un texto anti-PP que él mismo había redactado y que luego se iba a someter a votación en la Ejecutiva nacional. "Nunca me iré al PP. Si es necesario, seré el último que se quede aquí para apagar la luz", afirmó con vehemencia.
Inés Arrimadas fue la primera en aplaudir las palabras de su compañero y tras ella, estalló un coro de palmas en la planta noble de la sede nacional. Sólo dos dirigentes se quedaron en silencio: Toni Cantó y Marta Rivera de la Cruz.
Ciudadanos había llegado a esa reunión con la deserción de Fran Hervías y la rebelión de varios de los diputados murcianos, con Isabel Franco a la cabeza, que dieron al traste con los planes de Arrimadas de llevar a cabo una doble moción de censura con el PSOE en la Región y el Ayuntamiento de Murcia. Únicamente la segunda saldría adelante y gracias a los votos de Podemos.
Bal censuró la "operación anunciada y puesta en marcha por el Partido Popular" para captar cargos naranjas "dentro de una maniobra perfectamente orquestada" cuyo objetivo, a ojos de la formación naranja, era "intentar acabar con el proyecto de centro liberal español".
El abogado del Estado en excedencia habló a sus compañeros de la "preocupación, indignación y tristeza" que le había producido la salida de Hervías y la apertura de expedientes de expulsión a varios dirigentes conocidos de la formación naranja, pero a renglón seguido sacó toda su artillería verbal para censurar la operación del PP y "condenar sus oscuras prácticas, el transfuguismo y la atracción de cargos a través de múltiples ofrecimientos contrarios a toda ética".
Sólo hubo dos voces discordantes en aquella reunión. Rivera de la Cruz pidió no cargar las tintas en el PP, mientras que Cantó se negó a apoyar la iniciativa de Bal en la que se criticaba al PP y también rechazó la oferta que le hizo Arrimadas para entrar en el Comité Permanente, su 'núcleo duro'. Tras ello, se levantó y abandonó por última vez la sede de Ciudadanos para anunciar en la calle que dimitía de todos sus cargos naranjas. La expulsión vino después, cuando Ayuso anunció su fallida inclusión en la lista para el 4-M.
El ascenso orgánico de Bal
Los aplausos de Arrimadas a Bal fueron el primer síntoma para muchos de los presentes de que el portavoz adjunto en el Congreso iba a ascender en el organigrama de la formación naranja. A los pocos días llegó el anuncio de que sería el cabeza de cartel para el 4-M en sustitución de Ignacio Aguado y esta semana, pese al revés electoral en los comicios madrileños, ha sido nombrado vicesecretario general junto a Daniel Pérez, convirtiéndose ambos en los nuevos 'hombres fuertes' de Arrimadas como antes lo fueron Carlos Cuadrado y José María Espejo.
Bal seguirá como portavoz nacional de Cs y coordinará toda la estrategia política y de participación interna en un momento de debilidad por culpa del goteo de abandonos -el último el de la propia Rivera de la Cruz- y las peticiones desde el sector crítico para que se convoque un congreso extraordinario.
En este sentido, el partido centrista envió este sábado un nuevo comunicado a los afiliados en el que les anunció la puesta en marcha de un nuevo proceso participativo "en muy poco tiempo" de cara a la convención política del mes de julio que Arrimadas anunció esta semana para contrarrestar la iniciativa de los críticos.
"Queremos que las ganas, las ideas, el talento y la ilusión que demostráis a diario puedan canalizarse a través de instrumentos en los que ya estamos trabajando para reforzar el Área de Movilización y Participación que liderará la vicesecretaria general de Edmundo Bal. Quien quiera aportar, podrá hacerlo muy fácilmente", explicó Cs en la carta a la que ha tenido acceso Vozpópuli. En la misiva se incluye un email (oficina.afiliado@ciudadanos-cs.org) a modo de buzón de sugerencias.
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