Educación

Hacer tortillas, turismo y visitar Las Ventas: las funciones 'extra' de los profesores de español para llegar a fin de mes

El combate entre los centros y empresas privadas que imparten idiomas para captar mayor número de alumnos está perjudicando a la labor de los docentes que, además de enseñar gramática, ejercen de animadores y guías turísticos.

Son las 20.00 horas de un viernes por la tarde y Ángel espera en el madrileño barrio de La Latina a un grupo de jóvenes asiáticos para acompañarles a cenar tapas en un conocido local donde organizan espectáculos de flamenco. La semana que viene le toca aprender a hacer una tortilla de patatas "en condiciones" para poder enseñar gastronomía española a varios americanos que han venido a pasar dos semanas en el país.

También está repasando la historia del Guernica porque pronto llegará un grupo de adolescentes italianos que no la conocen y quieren visitar el Museo Reina Sofía. De vez en cuando, también afina su voz por si acaso el miércoles le "cae" una noche de karaoke rodeado de franceses. Cuando se licenció en Filología Hispánica jamás pensó que iba a tener que combinar la enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE) con funciones de animador y guía turístico.

Los profesores, además de enseñar español, se están viendo obligados a liderar "actividades" como karaokes para mejorar su sueldo

El combate entre los centros y empresas privadas que imparten idiomas por captar mayor número de alumnos está afectando a la labor de los profesores que, además de enseñar español, se están viendo obligados a liderar todo tipo de "actividades extraescolares" para poder llegar a fin de mes. Cuando su actividad no forma parte de un currículo oficial -como si sería el caso de las Escuelas Oficiales de Idiomas en España- se regula dentro del marco de la enseñanza no reglada. Aunque el pasado mes de abril se firmó el VIII Convenio de Enseñanza y Formación No Reglada, este aún no ha entrado en vigor, así que aún se rigen por el correspondiente a 2011.

La Ventas y karaoke

 "Nos exigen una titulación, un Master, disponibilidad 24 horas para un sueldo, como mucho, de 10 euros por clase, pero es que, además, tenemos que enseñar Cultura, Historia y Geografía española. Aquí entra gastronomía, lecciones sobre la Guerra Civil, excursiones, preparar yincanas, visitas a museos, literatura, cine, ir de tapas, enseñar Las Ventas, noches de karaoke... ¡La lista es interminable. Somos profesores de todo y para todo!", cuenta Lucía, que ha trabajado durante una década en una academia en España.

"Como los 470 euros mensuales de sueldo base son pésimos y ese tipo de actividades se pagan, pues terminas accediendo a completar tu salario con estas nuevas funciones. Por ejemplo, si por una clase de español de 45 minutos recibes 7 euros, por una lección de Cultura serían 14", comenta la profesora, que se licenció en Filología Hispánica. Dependiendo de las actividades "extra" que realice y del número de alumnos que haya cada semana -puesto que no son grupos fijos- podrá ingresar una mayor o menor cifra, pero siempre bajo el techo del "mileurismo".

Los años de permanencia en un centro tampoco influyen demasiado en que mejoren tus condiciones y las vacaciones no están reguladas"

"Uno lo deja ya por desesperación. No tienes un horario estable porque los viernes por la tarde te suelen avisar de tu calendario de la semana que viene, por lo que, además de no tener estabilidad económica, tampoco la tienes a nivel personal. Los años de permanencia en un centro tampoco influyen demasiado en que mejoren tus condiciones y las vacaciones no están reguladas como las del resto de profesores", explica. Por ello, decidió emigrar una temporada a Francia para ejercer allí su profesión. "Se respetan las vacaciones, los horarios son estables, el salario es mayor, pero, aparte de eso, sentía un respeto hacia la profesión", compara.

Convenio "obsoleto"

"Ser español y ejercer de profesor de este idioma no implica que enseñarlo no suponga ningún esfuerzo. Es una profesión que no está valorada ni remunerada adecuadamente, pero tal y como se lo han montado las academias del país, al final acabamos cediendo", reconoce. "No hay mucha unión entre los profesores del sector, protestamos mucho, pero no existe una solidez a la hora de defender nuestros derechos", considera.

Con ella coincide Antonio, un profesor de ELE que trabaja para un centro privado. "El convenio está obsoleto. Tenemos contratos de obra y servicio, que siempre superan el número de horas y conlleva a que las horas extra nos las paguen en negro, pero como no hay unión entre nosotros, no luchamos por nuestros derechos", denuncia. Además, el hecho de que "te puedan despedir de un día para otro" supone una "inseguridad" añadida.

"El ELE es un negocio y, por tener un convenio que no defiende a los trabajadores, instituciones como el Instituto Cervantes, la Escuela de Español de la Universidad de Salamanca o numerosas empresas privadas se aprovechan. Todas ellas exigen títulos, masteres, doctorados, pero ofrecen precariedad laboral. En algunas ocasiones trabajamos por seis euros al día y nuestra disponibilidad tiene que ser plena", agrega.

Por otro lado, ambos profesores aseguran que la mayoría de estos centros están acreditados por el Instituto Cervantes y que "anualmente viene una persona de esta institución a hacer una inspección": "hemos denunciado todo tipo de malas prácticas, pero no hacen nada". Una acusación que aclara la Unidad de Centros Acreditados por el Instituto Cervantes (IC). 

SACIC y sus competencias

"No existe la figura de 'inspectores del IC'. Lo que sí existe, desde el año 2000, es la figura de 'Centro Acreditado por el Instituto Cervantes', que es un reconocimiento expreso de que un centro cumple con los requisitos mínimos y de puntuación que establece el Sistema de Acreditación de Centros Instituto Cervantes (SACIC), la acreditación de centros de enseñanza de español como lengua extranjera de ámbito internacional, que tiene como objetivo principal, la autorregulación del sector, la promoción de estándares homogéneos y comunes entre los centros acreditados y la generación de una cultura de profesionalización, de aprendizaje y de mejora continua entre los centros de ELE", explican fuentes de esa Unidad.
 
Así, los centros dedicados a la enseñanza del español solicitan voluntariamente la acreditación y es el IC el que otorga este reconocimiento "tras una exhaustiva evaluación que se repite cada tres años y en la que participan evaluadores". Las evaluaciones tienen como objetivo asegurar el cumplimiento de los requisitos que establece el SACIC, continúan, y que se refieren a actividad académica y calidad docente, instalaciones y equipamiento, organización administrativa e información y publicidad.
 
"El Instituto Cervantes emite dictámenes negativos y retira la acreditación de los centros cuando estos no superan los requisitos establecidos por el SACIC. Cuando se reciben quejas se articulan procedimientos de revisión de los centros que pueden conducir a la retirada de la acreditación.

Exigencias y evaluación

Según la Unidad de Centros Acreditados las exigencias de SACIC en relación a los profesores pasan por que estos cuenten con "al menos dos profesores" que cumplan titulación superior, un mínimo de 60 horas de formación especializada en metodología y didáctica de la Enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE), una experiencia profesional de dos años y un contrato estable con el centro.
 
"En la fase de evaluación, se comprueba el cumplimiento de los criterios de titulación, formación especializada, experiencia y contratación por parte de los miembros del equipo docente, promocionando, de este modo, que los profesores de ELE de los centros dispongan de una titulación y cualificación acorde a su labor, una contratación estable y tiempo no lectivo recogido en sus contratos", dicen.

Además, defienden que el Español como Lengua Extranjera es una actividad también incluida en el ámbito del turismo idiomático y que muchos centros ofrecen a sus alumnos "actividades complementarias que permiten poner en práctica sus aprendizajes lingüísticos, así como un ahondamiento en el conocimiento de la cultura española". "Estas actividades culturales o de ocio suelen estar conducidas por monitores de tiempo libre o realizadas a través de la contratación de proveedores externos. Es posible que puedan estar guiadas por profesores y didactizadas por tanto, por lo que se entenderían como horas de dedicación docente", reconocen.

Buzón y canon anual

Y añaden que, aparte de las evaluaciones en las que se recoge información directa de los profesores de los centros acreditados, existe un buzón vinculado a la acreditación donde los profesores y los alumnos de los centros acreditados pueden hacer llegar valoraciones y opiniones del funcionamiento de estos centros. "No ha habido comentarios sobre este particular por parte de los profesores de los centros acreditados", señalan. 

Cabe destacar que los centros pagan al Instituto Cervantes para obtener esas acreditaciones y evaluaciones. Puede consultar aquí el listado precios. Por ejemplo, por iniciar un expediente de acreditación, las academias pagan 375 euros y existe además un canon de acreditación anual de 1.800 euros. Sara, que trabajó para el mismo Instituto Cervantes como profesora colaboradora en una de sus sedes europeas, asegura que el salario y los horarios eran "mejores" que ahora que está trabajando para un centro acreditado.

"Aprendí muchísimo y los proyectos eran muy interesantes, pero es cierto que el dinero que te pagaban, en torno a 20 euros por hora de clase, no te daba para darte de alta como autónomo viviendo en el extranjero... casi ninguno lo hacíamos. "También era una situación precaria porque los profesores colaboradores no teníamos contrato indefinido y teníamos que estar pendientes de todo tipo de papeleo para renovar el visado cada tres meses. Por otro lado, cuando había un bajón de alumnos, prescindían de muchos de nosotros", recuerda.

*Todos los profesores que participan en este artículo prefirieron mantenerse en el anonimato, por lo que los nombres que aparecen no son los reales.

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