Cómo hacer frente a todas las misiones -en el exterior y en territorio nacional- tras haber sufrido un tijeretazo del 37,5% en su presupuesto. Ese es el puzle que el Ejército del Aire trata de encajar en la última década: los recortes ponen en riesgo sus capacidades operativas y los mandos se las ingenian para cumplir con una agenda de compromisos a la que no paran de sumarse nuevos retos... y nuevas amenazas. Todo ello con una flota de aeronaves que en muchos casos roza la obsolescencia. La necesidad de nuevos fondos y de programas completos de renovación ya es un clamor.
La gráfica de la evolución presupuestaria se dibuja en color rojo. De los 827,19 millones que el Ejército del Aire recibió en 2008 a los 493,96 en el año 2020. Una constante en forma de pérdidas, incluso en los años de mayor bonanza económica, que se traduce en un descenso del 37,5% de los fondos. La cifra es aún más grave si se tiene en cuenta la inflación: en el seno del cuerpo estiman que sus arcas han sufrido una pérdida del 42,68% de sus ingresos en los últimos 12 años, de acuerdo a los datos a los que ha tenido acceso Vozpópuli.
Y la actividad del Ejército del Aire, lejos de disminuir, asume nuevos retos a corto y medio plazo. Atendiendo a las misiones en el exterior, los aviones militares españoles se despliegan desde los países Bálticos hasta el Sahel en cumplimiento con los compromisos adquiridos con la OTAN y la Unión Europea. En los últimos años, además, las aeronaves han sido los ojos del Viejo Continente en el Mediterráneo, en la lucha común contra el tráfico de seres humanos. Operaciones, todas ellas, que requieren de actualización y revisión constante de los recursos -humanos y materiales-.
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Al mismo tiempo, el Ejército del Aire mantiene una serie de misiones permanentes en España de protección del espacio aéreo nacional. Claro ejemplo es el desempeño de los aviones F-18 desplegados en Gando, en la isla de Gran Canaria, que aseguran el tránsito aéreo seguro en una de las regiones de mayor tráfico en España. Durante la crisis del coronavirus, los aviones militares se han destacado por el trasladado a pacientes en aeronaves especialmente habilitados contra amenazas biológicas. También cumplen con labores de extinción de incendios.
A ello hay que sumar nuevos retos, como la seguridad en el espacio ultraterrestre. La propia ministra de Defensa, Margarita Robles, afirmó que el nombre del cuerpo militar podría modificarse por el de “Ejército del Aire y el Espacio”.
Aviones al límite de la obsolescencia
¿Cómo hacerlo con unas capacidades diezmadas y una flota que requiere urgentes programas de renovación? El general del Aire Javier Salto Martínez-Avial, Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire, reflexiona sobre estas carencias en una entrevista reciente en la Revista Española de Defensa: “La respuesta corta esta pregunta sería: asignar más personal y más presupuesto para que el Ejército del Aire pueda cumplir su misión”.
Los pronósticos no son optimistas. La irrupción del coronavirus augura una crisis económica marcada por una reducción del PIB superior al 10%, según los datos que maneja el Banco de España. “Afrontaremos este nuevo escenario con responsabilidad, pero debemos ser conscientes de la situación en la que nos encontramos tras una década de importantes restricciones”, afirma el JEMA.
Uno de los escenarios donde ha habido que hacer equilibrios para que no se resientan sus capacidades es precisamente en Gando. Los F-18 allí destinados se adquirieron a la U.S. Navy estadounidense en los 90 con una cantidad considerable de vuelos. Las aeronaves están ya al límite de su obsolescencia. Para mantener la misión activa, el Ejército del Aire se ha visto obligado a enviar en varias ocasiones los F-18 de otras bases aéreas de la península.
Más presupuesto, más personal
No es el único caso. El Ministerio de Defensa ya ha comprometido 2.610 millones de euros para participar en el desarrollo del futuro caza europeo -el FCAS-, llamado a sustituir a los Eurofighter cuando lleguen al límite de su vida útil. Además, el Ejército del Aire celebra la compra de aviones PC-21 Pilatus para dar salida a los veteranos C-101, pero la crisis del coronavirus obliga a posponer su incorporación más allá de 2021, como estaba previsto inicialmente. También urge la incorporación de aeronaves que releven a los F-5 de la base de Talavera la Real (Badajoz). Y el Ejército del Aire asume la gestión de una flotilla de aeronaves no tripuladas del modelo Predator, que en el futuro se cambiarán por el EuroMALE.
Una batería de proyectos que exige una capacidad presupuestaria estable... y un refuerzo de personal. El Ejército del Aire ha sufrido una pérdida de 6.000 miembros entre su personal en los últimos doce años. En el caso de los pilotos, cada año se forman alrededor de 25 especialistas, pero alrededor de 60 -datos de 2018- se marchan a aerolíneas privadas, donde los salarios son más altos y se les permite seguir pilotando en edades más avanzadas.
¿Hacia dónde conduce este camino si no se revierte la tendencia? El general del Aire Javier Salto Martínez-Avial lo tiene claro: la "falta de recursos" puede conducir a dar de baja a parte de la flota y el agujero presupuestario amenaza con tener “implicaciones” en las misiones asignadas y “en la seguridad y defensa de todos los españoles”.
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