"Falta presupuesto" es la principal premisa a la que se ha tenido que enfrentar el Ejército del Aire en la última década. Los recortes de la crisis y la falta de una planificación a largo plazo en las últimas legislaturas por parte del Ministerio de Defensa han conducido a un grave problema de obsolescencia de la flota. Una situación que ha salido a colación en las conversaciones mantenidas entre el cuerpo militar y el Departamento dirigido por Margarita Robles tras los últimos accidentes aéreos con fatídicas consecuencias en La Manga (Murcia).
La acumulación de episodios trágicos ha hecho saltar las alarmas en los despachos del Ministerio. En los últimos dos años y medio han perdido la vida seis pilotos en cinco accidentes consecutivos: un Eurofighter y un F-18 en octubre de 2018, y otros tres aviones que se han siniestrado frente a las costas de La Manga (uno de ellos con dos militares a bordo).
Episodios, todos ellos, que se encuentran bajo la supervisión de la Comisión para la Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM), órgano que realiza exhaustivos informes sobre cada accidente militar. Y aunque en todos estos casos hay circunstancias singulares -que pueden ir desde problemas técnicos hasta condiciones meteorológicas-, se ha avivado la urgencia de renovar la flota de aeronaves para minimizar riesgos en el futuro.
Los aviones más cerca de la obsolescencia
Entre los que están al límite de su obsolescencia figuran los aviones de entrenamiento C-101, el mismo modelo que utilizan los integrantes de la Patrulla Águila que han sufrido los accidentes en La Manga. Las aeronaves de las que dispone el Ejército del Aire alcanzarán su vida útil entre 2021 y 2022.
El Ministerio de Defensa anunció hace menos de un año -bajo continuas reclamaciones del Ejército del Aire- la inversión de 225 millones de euros para adquirir unidades más modernas para esta función.
El análisis es más crítico, si cabe, entre la flota de cazas desplegados en Gando, en la isla de Gran Canaria. Los cazas F-18 del Ala 46 -alrededor de una veintena- proceden de un excedente de la U.S. Navy estadounidense y se adquirieron de segunda mano a mediados de los noventa.
El Ministerio dirigido por Margarita Robles suscribió recientemente un acuerdo de colaboración con otros países europeos para desarrollar el caza del futuro, bautizado como FCAS. La incorporación de los primeros modelos, no obstante, no se espera hasta 2035. Y eso si no surgen contratiempos en su desarrollo. No hay una solución inmediata para cubrir ese lapso de tiempo.
El tijeretazo a los presupuestos
La gestión de la escasez en sus capacidades es uno de los principales retos que debe afrontar el Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire (JEMA), el general Javier Salto Martínez-Avial, ratificado en su puesto tras la constitución del nuevo Gobierno. Entre sus peticiones constantes figura una ampliación del presupuesto destinado a su cuerpo.
Las cifras avalan su demanda. En 2010, el Ejército del Aire recibió una cantidad superior a los mil millones de euros. En 2019, los fondos apenas alcanzaron los 185 millones. Una partida que obliga a los mecánicos a alargar la vida útil de las naves hasta su límite, en ocasiones con difícil solución de continuidad.
Tras las últimas catástrofes aéreas, el Ministerio de Defensa ha interrogado al Ejército del Aire sobre las medidas que se pueden adoptar para evitar futuros accidentes. La respuesta es la misma que siempre: todas las revisiones cumplen con los requisitos establecidos, pero es imperativo recibir más fondos y renovar las capacidades para minimizar cualquier riesgo.
Todo ello con el objetivo de dar carpetazo a una de las etapas más negras de la aviación militar española.
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