SEVILLA. El Partido Socialista Obrero Español ha replicado en diferido aquella comparecencia del expresidente Mariano Rajoy, cuando asediado por los papeles de Bárcenas, clamó ante su comité ejecutivo que no se trataba de una trama del PP, sino de una trama contra el PP. Los socialistas, que están celebrando este fin de semana su 41 Congreso Federal para reelegir a Pedro Sánchez por cuarta vez, han calcado aquel guion y han denunciado una trama en forma de cacería humana que alimenta una industria "del odio" en televisiones, medios digitales, prensa de toda la vida e incluso en sede judicial.
Pero la realidad es, a priori, muy distinta de la que se ve con las gafas del PSOE. El partido está asediado por la trama Koldo; por un caso que afecta a la mujer de su líder, por otro que toca a su hermano, por otro que apunta directamente a la Moncloa en una filtración ilegal para aniquilar a una rival política y por una quiebra de la férrea obediencia, comandada por el ya ex secretario general de Madrid, Juan Lobato, y seguida por Castilla-La Mancha, Castilla y León y Aragón.
Nada parece importar. Al menos de cara a la galeria, porque todos estos casos son "bulos y denuncias falsas". Y aquellos socialistas que estén dispuestos a darles un mínimo de credibilidad, están sentenciados. El delirio de esa estrategia de todos al búnker, como la define Emiliano García-Page, es tal que Santos Cerdán -número tres del partido- ha comparado la crítica con la persecución política que miles de socialistas soportaron durante el franquismo: "Antes sufríamos cárceles, ejecuciones y exilio. Ahora están asediando nuestras casas del pueblo". Los 5.000 delegados congregados han empezado a aplaudir a rabiar y algún espontáneo ha gritado: "¡Van a por nosotros!".
Un partido político no deja de ser un colectivo humano. Y la cúpula socialista sabe que la mejor manera de cortar de raíz cualquier ápice de autocrítica, esa que puede cuestionar el poder del secretario general, es descorchar la champaña de la identidad y servirla en copas de emotividad. Nada como un burbujeante baño en las esencias de la organización para olvidarse de todo lo malo y de todo lo que pueda merecer reprobación.
Por eso, el partido, como si de una píldora anestesiante se tratara, ha emitido un vídeo recopilatorio con algunos de sus principales hitos y mitos políticos: del mítico grito "socialismo es libertad" que popularizó en 1976 el cartel del Congreso Federal de ese año, a la gestión de Sánchez, ya en Moncloa, para hacer frente al dominó de crisis que tenido que lidiar -una pandemia, una guerra en Europa, erupciones volcánicas y devastadoras inundaciones-. Se ha visto en él a Felipe González, ausente física y emocionalmente delos suyos, pero también a Alfredo Pérez Rubalcaba, Pedro Zerolo y Carme Chacón. "Pedazo de vídeo", "pelos de punta"...
El Congreso Federal, máximo órgano de dirección, ha aprobado por asentimiento el informe de gestión que ha presentado Cerdán. Cero sorpresas. Aunque se disparó la expectación cuando la corriente Izquierda Socialista, encabezada por Vicent Garcés, Carmen Castiñeira y Jorge Parada, ha pedido el micrófono ante un auditorio en silencio y la manifiesta incomodidad de Juan Espadas: "La delegación de Izquierda Socialista quería decir que hay que debatir y juzgar la gestón de la Comisión Ejecutiva. Y queríamos aprovechar para decir que nos gustaría expresar lo que creemos que, en este tiempo, no ha estado dentro del organigrama del partido y no se ha desarrollado como debía haberse desarrollado, con más participación", ha dicho Isabel Andaluz, que solo ha podido dejar constancia de su crítica, sin poder explicarla.
Esa ha sido la única voz pública que críticado al líder en el Congreso de la catarsis. Porque hace justo una semana, la dirección federal esperaba que el cónclave fuera un revulsivo que lanzara a la organización. Pero el comisionista de la trama Koldo, Víctor de Aldama, y el golpe de Lobato, que resuena con fuerza, han convertido esta convención a la americana en la escenificación de una defensa numantina, agresiva e hiriente. En privado, los cargos consultados admiten dudas sobre el devenir inmediato del partido. El daño es enorme, porque todo lo que afecta al partido, desmoviliza a sus votantes. María Jesus Montero, la número dos de Sánchez, lo ha admitido: "Quieren que se hable de corrupción, sustentada en mentiras, para que nuestros votantes se alejen de la utilidad de lo público".
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