"Sumar desaparece y confirma que no funciona y Podemos mira a las europeas". Así empezaba el editorial con el que Canal Red analizaba las elecciones gallegas. Dentro tampoco es posible encontrar un atisbo de crítica al partido, pese a que acaba de cosechar los peores resultados de su historia. Desde que la formación diese la sorpresa y sacase cinco escaños en las europeas de 2014, nunca fue tan irrelevante para los electores como este 18-F, algo que pone de manifiesto la caída libre en la que se encuentra a pocos meses de enfrentarse a una nueva prueba.
Porque las elecciones europeas prometen ser clave por dos motivos: para mantener vivo al partido y buscar acomodo a Irene Montero, una de sus caras más visibles.
Aunque las elecciones europeas de 2024 reflejan que conseguir escaño está más barato que nunca -basta con lograr poco más de un 1% de los votos-, lo cierto es que la marca Podemos tiene cada vez menos peso. A la vista está: en cuanto la formación ha llevado una cara menos conocida al frente de una candidatura, esta se ha estrellado. Desde la cúpula morada confían en que Irene Montero sea su salvavidas europeo, ya que aunque genera muchos detractores también es uno de los incentivos que moviliza al electorado más afín al partido.
Esta falta de autocrítica ha provocado la ira de algunos exmiembros del partido, que ven cómo el proyecto que prometía "asaltar los cielos" está al borde del abismo sin que sus altos cargos miren hacia el interior de sus muros o busquen dar un golpe de timón que cambie la dinámica. Pablo Fernández, portavoz de Podemos, lamentó "profundamente" que sea el PP "de los recortes y la corrupción quien revalide la mayoría absoluta" y habló sobre la poca capacidad de la izquierda para movilizar a su electorado, omitiendo que el BNG ha logrado mejorar sus resultados frente a un Podemos que ha recibido diez veces menos votos.
Una de estas críticas viene de Ramón Espinar, una de las caras protagonistas de los mejores años de la formación: "Hace 5 o 6 años votaba más gente en las primarias de Podemos de la que ha ido a votar hoy a la urna en las elecciones autonómicas. Pero todo bien. Culpa de los traidores y de las cloacas. Más fuertes que nunca. Seguimos, compas. Besis".
El dato que aporta Espinar es cierto: en las primarias de Podemos de Galicia en 2015, participaron 3.868 personas frente a las 3.854 que han acudido a las urnas este 18-F. El aparato del partido, hace nueve años, era mayor que hoy su electorado. En las primarias de 2018 se quedaron cerca de igualar la cifra, ya que participaron 3.172 afiliados. Carolina Alonso, exportavoz de Podemos en la Comunidad de Madrid, afirmó tras el resultado gallego que "algunas llevamos meses avisando de que esta situación iba a llegar. Venga pirómanos y pirómanas a echar más gasolina al fuego".
Una campaña con visibilidad para Montero
Desde Podemos conocían que las posibilidades de entrar en el parlamento gallego eran nulas, dado que ninguna encuesta les daba una mínima oportunidad. Debido a ello, la formación se ha esforzado en potenciar la imagen de Irene Montero de cara a los comicios europeos. La exministra de Igualdad se ha volcado en la campaña más incluso que Ione Belarra, la secretaria general morada, algo que no es casual: el partido ha utilizado los comicios gallegos para que Montero siguiese en el candelero político.
Una situación que se ha hecho evidente en algunas intervenciones ante la prensa. Especialmente destacado fue la manifestación 'en favor del mar': los líderes de los partidos se echaron a un lado para que sus candidatos hablasen ante los medios, algo que no ocurrió en Podemos. Fue Montero quien intervino ante las cámaras mientras Faraldo se encontraba de escolta.
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