El PP ha recuperado en sus sondeos el escaso terreno perdido con el patinazo machista de Cañete. A tan sólo tres días de las urnas, el traspiés del candidato del Partido Popular ha quedado reducido a mero argumento mitinero o a fogoso debate tertuliano. El estruendo mediático apenas se refleja ya en la toma de temperatura de la campaña que elabora diariamente el equipo de Génova. La turbulencia apenas ha sobrevivido unos días, pese a los esfuerzos del PSOE en mantenerla viva e incluso en trasladarla al mapa europeo.
Los análisis demoscópicos apuntan que las cosas han vuelto a la situación de antes del resbalón. El partido en el Gobierno supera en cuatro y cinco puntos a un PSOE que, en el sprint final de la campaña, sufre un severo retroceso, hasta el punto de que puede bajar de los 17-18 escaños de hace días a los 15-16 que se anuncian ahora.
La abstención se mueve
Las previsiones también muestran una leve caída en la abstención, aunque se mueve aún en niveles superiores a los hasta ahora registrados. Los partidos pequeños mantienen su línea ascendente, tanto Podemos, como Ciudadanos, Bildu, ERC e incluso Vox y Equo, lo que puede afectar al resultado final de las dos formaciones mayoritarias.
En el cuartel general de Arias Cañete mantienen una enorme prudencia a la hora de difundir sus sondeos, e incluso rebajan las previsiones en el momento de transmitirlo a sus equipos para no trasladar una sensación de victoria asegurada. La idea que pretenden proyectar hasta el domingo es la del empate técnico o un par de puntos por encima del PSOE. Esos datos animarán a movilizarse al amplio sector del electorado del PP que se muestra muy decepcionado con la labor del Gobierno o totalmente escéptico con el significado de unas elecciones europeas.
En los mítines del PP se orientan en la línea de subrayar lo peligroso de una vuelta al pasado, un horizonte con un PSOE más poderoso y, como telón de fondo, la sombra del zapaterismo. Hay simpatizantes del PP que sólo por conjurar ese riesgo se animarán el domingo a acercarse a las urnas. La sobreactuación de Elena Valenciano con el exabrupto de Cañete y la vergonzosa reacción al 'incidente' de Jaúregui y el maltratador Eguiguren también diluye simpatías hacia los socialistas. En el territorio del deleznable machismo, también Valenciano tardó en reaccionar a un asunto considerado infinitamente más grave que el de su rival.
El pinchazo de Valls y Felipe
Por otra parte, el gran mitin de Valle de Hebrón, Barcelona, organizado por el PSC en torno a Elena Valenciano, resultó algo inconexo ya que junto a la candidata socialista aparecieron en el escenario el primer ministro francés, Manuel Valls, 'monsieur recortes', o Felipe González, muñidor de 'la gran coalición' que tanto daño ha hecho al actual equipo de Rubalcaba. Un gran esfuerzo que resultó fallido.
Ganar unas elecciones es cuestión de 'ambiente' y de 'percepciones', comenta un veterano dirigente del PP. En la sociedad española se ha instalado la sensación de que los tiempos duros de ajustes y sacrificios empiezan a retroceder para ser sustituidos por un horizonte menos acogedor. "Sea o no cierto, ya no se habla de subir impuestos sino de bajarlos", comenta esta fuente. De ahí la insistencia tanto de Mariano Rajoy como de Soraya Sáenz de Santamaría en manosear afanosamente la palabra 'alegría' que junto a la de 'optimismo' ha menudeado en sus mítines. Pero que no trascienda, al menos hasta el domingo, porque si no, el votante del PP se queda en casa y puede haber sorpresas.
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