El atasco en los nombramientos de nuevos embajadores se ha cronificado y la semana pasada registró un nuevo hito. La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha decidido mantener a Fernando Valderrama y Luis Felipe Fernández de la Peña al frente de las legaciones en Rusia e Irán a pesar de que ambos han cumplido 70 años, la edad reglamentaria para la jubilación de los diplomáticos.
Ambos embajadores seguirán en Moscú y Teherán "por poco tiempo más", apuntan fuentes diplomáticas a Vozpópuli, aunque para ellos la situación es desconcertante. Hasta mediados de la pasada semana, al menos uno de los dos mencionados jefes de misión no había recibido una llamada del departamento de Laya para comunicarle que no haga las maletas por el momento.
La diplomacia española cuenta en la actualidad con tres embajadas sin titular por la jubilación de sus jefes de misión -India, Reino Unido y Bosnia-, así que Laya ha preferido mantener cubiertos Rusia e Irán para no aumentar esa llamativa cifra en plena crisis diplomática con Marruecos y con los sindicatos reivindicando un plan de vacunación contra el covid para el personal del servicio exterior.
El problema de fondo es que Laya no se decide a nombrar embajadores. Hay una treintena de destinos por cubrir desde hace meses, donde sus titulares ya han cumplido entre tres y cinco años, el plazo que un embajador suele permanecer en un puesto.
Laya no tiene plazo
A la ministra le compete hacer los nombramientos y no hay un calendario estipulado para ello, pero la tardanza a la hora de tomar decisiones está generando malestar e incomprensión entre los miembros de la Carrera Diplomática, dado lo excepcional de la situación.
Por ejemplo, el hecho de que los embajadores en Rusia e Irán sigan en sus puestos es totalmente inusual. En las últimas décadas, apenas se pueden contar precedentes de este tipo con los dedos de una mano. El caso más conocido es el de Carlos Westendorp, quien en 2006 siguió como embajador en Estados Unidos más allá de los 70 años, si bien el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero recurrió al BOE para reconfirmarle en su puesto ante las dudas legales que había en torno al artículo 33 de la Ley de la Función Pública de 1984, que establece la jubilación forzosa de los funcionarios.
Durante el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy, que se prolongó casi un año, hubo cinco casos de embajadores a los que se aplazó la jubilación ya que el entonces ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, les prorrogó el mandato ante la imposibilidad del Ejecutivo en aquellos momentos de nombrar a sus sustitutos. Y ahora Laya ha convertido esa excepcionalidad en algo normal.
Así, la ministra ha mantenido en sus destinos a varios embajadores 'jubilados' a pesar de que el Ejecutivo se encuentra con plenas atribuciones. Es el caso de Gabriel Busquets, quien alcanzó los 70 años el 10 de abril del año pasado pero se mantuvo de embajador en Suecia hasta el 21 julio, momento en el que fue cesado mediante un real decreto publicado en el BOE.
Su permanencia en Estocolmo se justificó entonces por la situación de la covid-19, que le impedía regresar a España, y luego por un viaje programado de Sánchez a principios de julio al país nórdico para una reunión con su homólogo sueco.
El caso de Londres
La siguiente excepción fue la del embajador ante el Reino Unido, uno de los puestos más delicados para la diplomacia española. Cuando a Carlos Bastarreche le llegó el momento de la jubilación, a finales de noviembre, el Gobierno decidió que siguiera en Londres hasta la conclusión de la negociación del Brexit. Su salida efectiva se produjo el 1 de febrero de este año. Y fue a petición propia de Bastarreche, no porque Laya quisiese.
Pese a que el secretario de Estado para la Unión Europea, Juan Gonzalez-Barba, anunció en noviembre en sede parlamentaria que la elección de su sustituto se conocería "en breve", van pasando los meses -ya cuatro- y el Gobierno aún no ha enviado a las autoridades británicas el plácet con el nombre del relevo de Bastarreche, por lo que la Embajada española seguirá por tiempo indeterminado con un encargado de negocios, el diplomático José María Fernández López de Turiso.
Varios exministros de Exteriores consultados por Vozpópuli muestran su extrañeza por este hecho, justo en un momento en el que el Reino Unido está dando sus primeros pasos fuera de la UE, cuando se está negociando la aplicación del 'acuerdo de Nochevieja' sobre Gibraltar o el sector del turismo cruza los dedos para que Londres incluya al territorio español dentro del semáforo verde covid que ya tiene Portugal.
Ahora mismo, cualquier británico que viene a España tiene que pasar una cuarentena de 10 días a su regreso y hacerse dos PCR. De ahí que sea "más necesaria que nunca", a juicio de un antecesor de Laya, la interlocución con el Foreign Office y los miembros del Gabinete de Boris Johnson para pasar del semáforo ámbar al verde. Una tarea que un 'número dos' de la Embajada "difícilmente puede lograr" en una capital tan exigente como Londres, concluye el exministro.
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