El preso de ETA Kepa Arronategi, condenado por intentar matar al rey emérito, seguirá cumpliendo su condena en el centro médico Aita Menni de Guipúzcoa, especialista en el tratamiento de enfermedades mentales. Así lo ha decidido la Audiencia Nacional con el visto bueno de la Fiscalía tras escuchar la opinión de los médicos que han analizado al terrorista.
En un auto al que ha tenido acceso Vozpópuli, el juez central de Vigilancia Penitenciaria, José Luis Castro, ordena a Instituciones Penitenciarias el traslado del etarra a una unidad cerrada del citado centro, ubicado en la localidad de Mondragón. El Departamento, que depende del Ministerio del Interior, deberá ahora elaborar un plan que compagine el cumplimiento de la pena con su tratamiento psicológico. Este plan no tiene por qué incluir la posibilidad de permisos y salidas, advierte el magistrado.
Arronategi fue arrestado en 1997 en las inmediaciones del museo Guggenheim de Bilbao. ETA había planeado atentar en ese lugar unos días después coincidiendo con el acto inaugural al que iba a asistir el rey Juan Carlos. Arronategi acudió a reconocer la zona cuando a él y a un compañero de la banda se les acercó un ertzaina que había visto algo sospechoso en su vehículo. La respuesta de los etarras fue abrir fuego contra él y matarle.
Condenado a 72 años
Dos años después de los hechos, la Audiencia Nacional le condenó a un total de 72 años por el asesinato del agente José María Aguirre y por un delito contra la Corona, pertenencia a banda armada, depósito de explosivos y armas de guerra y falsedad en documento oficial. Actualmente le quedan por cumplir siete años del máximo de 30 años de cumplimiento máximo en prisión que establecía el Código Penal de 1995.
El etarra estaba preso en la cárcel zaragozana de Zuera después de que el Ministerio del Interior le acercase desde la prisión de Almería. Desde hace años padece una patología psicótica grave y se encuentra acogido al plan de prevención de suicidios. La Audiencia Nacional y la Fiscalía pidieron opinión a los médicos de Instituto de Medicina Legal, que avalaron su traslado a un centro hospitalario.
“La psicopatología que presenta Kepa Arronategi, junto con el fracaso de medidas terapéuticas previas, hacen que tenga un perfil apropiado para que se pueda incluir en la red asistencias de un Hospital Psiquiátrico Penitenciario, donde tal como queda reflejado, llevan a cabo ese abordaje multidisciplinar que todo paciente con trastorno mental requiere”, dijo en su último informe en julio del año pasado.
Los informes médicos
A su juicio, el terrorista “podría ser tratada en un Centro Terapéutico adecuado a sus necesidades para intentar disminuir reagudizaciones clínicas, o al menos estabilizar el cuadro y que no evolucione desfavorablemente”. Al mismo tiempo, advierten del riesgo de que quede en libertad, ya sea condicional o de permiso porque “pudiera facilitar la aplicación de métodos más letales y eficaces para la materialización de la idea autolítica (conducta suicida)”.
Tal y como adelantó este periódico, Arronategi pasó el año pasado unos días en Aita Menni donde fue estudiado por los especialistas del centro. En septiembre del año pasado también consideraron oportuno “el internamiento de esta persona en un régimen de hospitalización psiquiátrica” para “garantizar en la medida de lo posible, la estabilidad psicopatológica del cuadro clínico que presenta”. El auto recuerda que este traslado no es definitivo y que podría volver a prisión si el tratamiento resultase innecesario o si hubiese una “involución en la actitud” del preso en relación a la terapia.
Se termina así un camino que empezó hace dos años cuando el preso comenzó con sus actitudes suicidas en la cárcel de Almería. Instituciones Penitenciarias permitió que le tratase una psicóloga de su confianza ajena al centro penitenciario. Esta especialista recomendó ya entonces su traslado a una cárcel del País Vasco. Alegó que existía “peligro para su vida” o que los trastornos que sufría eran “incurables”. En este punto, chocaba con el criterio de los expertos del Instituto de Medicina Legal, que en un primer informe de agosto de 2018 consideraron que “el cuadro clínico que sufre el penado no puede ser considerado como una enfermedad incurable”.
Evitó delatar a su compañero
En relación a la asunción de su culpa, el expediente carcelario de Arronategi dice que “asume su actividad delictiva y el daño causado a las víctimas”, que “ha manifestado formalmente que su compromiso por las vías pacíficas y democráticas es firme y su compromiso firme de no utilizar la lucha armada en el futuro”. Añade que el etarra dice “creer en el derecho de todas las víctimas a la justicia, la memoria, el reconocimiento y la reparación”. Sin embargo, también consta su “ausencia de voluntad” para hacer frente a la indemnización de 80 millones de pesetas por el asesinato del ertzaina.
Además, en el año 2011 fue detenido el otro terrorista que estaba con él en las inmediaciones del museo del Bilbao. Era Eneko Gogeaskoetxea, quien efectuó los disparos y estuvo fugado durante 14 años. Durante el juicio en 2016 a este otro etarra -que también fue condenado- Arronategi cumplió con la máxima entre los presos de ETA de no delatar a sus compañeros. Evitó incriminarle, dijo que no estuvo con él ese día.
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