Joan Coscubiela (Barcelona, 1954) es toda una referencia para la izquierda catalana. Fue secretario general de Comisiones Obreras de Cataluña entre 1995 y 2008, y diputado en el Congreso por Iniciativa per Catalunya-Verds entre 2011 y 2015. Estuvo en el Parlament con la formación de Catalunya Sí que es Pot hasta 2017, donde destacó por su crítica firme al procés. Acaba de publicar La pandemia del capitalimo (ediciones Peninsula) y atiende a Vozpópuli para hablar de coronavirus y del presente y futuro del desafío nacionalista. El autor también analiza el resultado electoral del 14-F y muestra su temor por la irrupción de Vox y la abstención política. Califica de prematuro el pacto del PSC con ERC y no pierde de vista el gobierno de Sánchez e Iglesias, que califica de "establemente convulso".
Pregunta: Uno de los hilos conductores del libro es la conexión entre pandemia y globalización. Escribe que "todo apunta a que el debate sobre la globalización se va a acrecentar". ¿La pandemia pone en jaque a la globalización?
Respuesta: No. Pero lo que plantea es que en un mundo interdependiente como el que tenemos, resulta absolutamente suicida plantear comportamientos y estrategias que no sean de cooperación. Es una de las lecciones de la pandemia. Vivimos en un mundo con riesgos globales para los que no sirven respuestas locales y mucho menos negar la cooperación. Sin ella, nos suicidamos.
P: Usted habla de crear un nuevo pacto social asumiendo el capitalismo, sin negarlo.
R: Lo que intento plantear en el libro es que estamos ante una gran paradoja. Hoy el capitalismo, en sus diferentes formas, es el único sistema socioeconómico existente. No hay como ha habido en otros momentos de la historia un sistema alternativo, como fue el socialismo o comunismo, que ejercía de contrapeso o alternativa. Pero al mismo tiempo, el capitalismo es el único sistema socioeconómico existente y está demostrando su capacidad destructiva en términos medioambientales, sociales y democráticos. Necesitamos construir una alternativa a esto. ¿Cómo le llamamos? Yo no he sabido encontrar un nombre y le he puesto ‘capitalismo de los bienes comunes’, que reconozco que es un poco oxímoron.
P: El titular del libro, ‘La pandemia del capitalismo’. ¿Cree usted que el capitalismo, en su dimensión global, ha propiciado la difusión del virus?
R: Es evidente que el capitalismo no es el responsable de la covid-19. Esto sería de un maniqueísmo terrible, entre otras cosas porque las pandemias existen mucho antes que el capitalismo. Pero lo que sí que es verdad es que el capitalismo que tenemos es agresivo con el medio ambiente, es generador de grandes desigualdades sociales y, al mismo tiempo, erosiona la calidad de la democracia. Lo que sin duda ha hecho el capitalismo es acrecentar el impacto del coronavirus.
El éxito de la vacuna es el éxito de las estrategias de cooperación entre lo público y lo privado, entre el mercado, la propiedad privada, y los estados, lo común".
P: Sin embargo, el capitalismo, o la economía de mercado y la globalización es, a su vez, el artífice que ha desarrollado en tiempo récord una vacuna contra el virus.
R: El capitalismo, en el modelo actual, que yo califico como un capitalismo hiperglobalizado y que protege la propiedad privada como un bien absoluto y meritocrático que justifica la desigualdad, no es el responsable de las vacunas. Las vacunas las tenemos precisamente porque se ha puesto en marcha unas estrategias de cooperación a dos niveles: público y privado. El éxito de la vacuna es el éxito de las estrategias de cooperación entre lo público y lo privado, entre el mercado, la propiedad privada, y los Estados, lo común.
P: Habla también de "cultura de la negación de los riesgos". ¿Cree usted que, rebobinando un poco, cuando el virus eclosionó y en Italia había camiones con ataúdes y muertos, fue un error que en España hubiera partidos de fútbol o macromanifestaciones?
R: Hablo de la cultura de la negación de los riesgos como una cosa inherente al ser humano, no solo de la sociedad actual. Y tiene una explicación, que es que los humanos, yo creo que es un instinto animal, buscamos seguridad y certidumbre. A partir de la ilustración hay como una especie de mitificación de la razón y de las ciencias -que sin duda ha aportado muchas cosas-, entonces esta mitificación nos lleva a creernos que a través de los avances científicos y técnicos podemos hacer desaparecer los riesgos. Cuando se produce esta negación de los riesgos, lo que en realidad se produce es una multiplicación de los riesgos. Y esto sucedió mucho antes, desde antes del año 2000 los científicos vienen advirtiendo del riesgo de los coronavirus. Y lo hemos negado.
P: Pero recordará que en esos días desde el Gobierno se negó la gravedad del virus.
P: La OMS y los propios epidemiólogos lo estuvieron negando. Y es más, se tiró de teorías conspiracionistas, que es uno de los clásicos de la humanidad cuando no entendemos algo. Cuando se canceló el Mobile World Congress en Barcelona, empezaron a circular una serie de teorías que imputaban esta suspensión a la estrategia de las empresas de Estados Unidos para evitar que los chinos se pudieran vender bien en el MWC. Ese caso concreto pone de manifiesto cómo la negación de los riesgos va acompañada de teorías conspiracionistas. Esto lo hemos visto con Donald Trump y con Quim Torra, que cuando se suspendió el MWC dijo que la única pandemia que existía era la del miedo, que era alimentada por el poder. Que Dios le conserve la vista. Esta negación de los gobiernos es generalizada, no solo de unos.
Los que quieren tender puentes son claramente el PSC, los Comunes y, a su manera, ERC. Se ha iniciado una nueva etapa, que me temo que está en los prolegómenos y no se va a reflejar en un gobierno"
P: Cumplimos un año de coronavirus. Sin embargo, la política ha elevado la crispación en lugar de buscar acuerdos transversales. ¿Por qué?
R: Esto lo explica muy bien Manuel Castells, quien hoy es ministro. En su famosa trilogía sobre la sociedad de la comunicación, señaló que cada vez más la política se construye sobre el eje de la destrucción del adversario. Aunque creo que ahora estamos en una etapa distinta. Como explico en el libro, la crispación es responsabilidad de algunos políticos, que han querido canalizar la rabia y frustración que genera el coronavirus en beneficio propio.
P: ¿A quién se refiere?
R: En España, sin duda, la derecha. Estuvo intentando de todo, con su crítica al 8-M, etc., canalizar la rabia social en su beneficio. Cuando la política no es capaz de generar suficiente crispación, tiene siempre la ayuda de algunos medios de comunicación que a veces son más crispadores que la propia política. La alimentan, la necesitan como elemento de supervivencia.
P: ¿La pandemia puede ser un ‘virus mortal’ para el procés?
R: No. Sin duda afecta, pero el grado de ensimismamiento en el que se encuentra en muchas ocasiones la sociedad catalana hace que, por ejemplo, el atentado en Las Ramblas de 2017, que al principio muchos pensaron que iba a suponer una discontinuidad en el procés, en pocos días esta idea desapareció. La pandemia tiene un impacto mayor, y ha contribuido a que gente en Cataluña vote por tender puentes, pero no es determinante. Tengo la impresión de que una parte de la sociedad catalana, lo que yo llamo la mesocracia pública, las clases medias públicas que viven dentro de la ciudadela de lo público, cuando votan no se sientan interpelados por las consecuencias de su voto.
P: ¿El 14-F ha sido un éxito del independentismo?
R: Las elecciones tienen un elemento de continuidad y dos de discontinuidad. La continuidad es que continúan ganando las fuerzas independentistas, cada vez, por cierto, con un objetivo menos nítido. Y los elementos de discontinuidad son, por un lado, la gran abstención, que tiene que ver con la fatiga procesista y la fatiga de la pandemia, con procesos de exclusión cada vez más importante en sectores muy castigados por las crisis. Hay barrios con un 90% de abstención, que me parece incluso más grave que la subida de Vox. Y la otra discontinuidad positiva es que se ve una apuesta clara por tender puentes, a diferencia de lo que pasó en 2017, que los que ganaron fueron los de construir barricadas, trincheras y muros. Los que quieren tender puentes son claramente el PSC, los Comunes y, a su manera, ERC. Se ha iniciado una nueva etapa, que me temo que está en los prolegómenos y no se va a reflejar en un gobierno de puentes, pero podrían ser los prolegómenos de un inicio de salida de este túnel oscuro en el que estamos.
Hay un elemento de supervivencia que da estar o no estar en el Govern, y ese instinto es el que va a llevar a Junts y ERC a pactar. Es posible que haya gobierno independentista, pero no va a haber gobernabilidad"
P: Da casi por cerrado un acuerdo entre ERC y Junts.
R: Yo no doy nada por cerrado, porque es tremendamente difícil. En un artículo conjunto en 'El País' de personas que nos juntamos hace tres años para promover una distensión en la sociedad catalana, trabajamos para que estos sean los prolegómenos que maduren en un nuevo proceso electoral.
P: ¿Ve la posibilidad de una repetición electoral?
R: No, ahora no. Hay un elemento de supervivencia que da estar o no estar en el Govern, y ese instinto es el que va a llevar a Junts y ERC a pactar. Hay mayoría parlamentaria independentista. Es posible que haya gobierno independentista. Pero no va a haber gobernabilidad independentista ni proyecto de gobierno independentista, porque no lo hay, y desgraciadamente esto puede agravar el declive, la decadencia, de la sociedad catalana. Porque mientras nosotros estamos ensimismados en nuestras cosas, en el mundo se están repartiendo nuevas cartas a un nivel y ritmo brutal. Entre ellas, la de los fondos de reconstrucción y resiliencias, y la sociedad catalana está ensimismada. Estamos globalizados, empantanados y ensimismados.
P: ¿Cree que la CUP va entrar en ese juego de gobierno sin gobernabilidad de ERC y Junts?
R: No lo creo, porque el capitán Araña siempre se queda en el puerto. Embarca los demás en el barco y se queda abajo.
P: ¿Y en la Mesa del Parlament?
R: No lo sé dónde entrarán, pero algún día se explicará el papel de los capitanes arañas en el enquistamiento del conflicto. Supongo que cuando estén todos en libertad se podrá hablar con tranquilidad de este asunto. Si hay algún capitán Araña del 'procés' es la CUP, siempre embarca a los demás en las travesías a no sé qué lugar pero nunca se sube ni asume la responsabilidad ni las consecuencias.
Hay una consecuencia de los efectos colaterales de este ultraliberalismo tan individualista que no aparece nunca, y que es que ha situado el individuo por encima de todo. Emerge con los 'youtubers' que se van a Andorra, son unos psicópatas del triunfo"
P: ¿Por qué le preocupa más la abstención que la irrupción de Vox?
R: Lo de Vox me parece muy grave, porque además de tener una presencia muy fuerte en los barrios y ciudades más ricas de Cataluña, también tienen una presencia muy importante en los barrios más pobres. Y esto es una mala noticia porque se puede producir un proceso parecido al de Estados Unidos, donde la extrema derecha, capitaneada por Donald Trump, aprovecha los votos de los sectores más castigados por la crisis para imponer políticas en favor del 1%. El proceso de abstención de las elecciones de los sectores más castigados por la crisis es un proceso muy profundo, que lleva mucho tiempo entre nosotros. Por eso me parece más grave. Insisto, sin minimizar el voto a Vox.
P: ¿Qué tipo de abstención es?
R: En Cataluña se producen dos procesos muy graves: el 35% de los jóvenes de 18 y 35 años de las unidades censales más pobres de Cataluña no tienen derecho a voto, porque son hijos de la inmigración. En una sociedad posnacional como la nuestra resulta que el derecho a voto no es en función de la ciudadanía sino de la nacionalidad. Estamos construyendo sociedades posnacionales, tenemos ciudadanos que viven con nosotros, que trabajan en nuestras fábricas, que comparten nuestras mismas enfermedades y hospitales y que, en cambio, no les dejamos votar. Es una barbaridad.
Creo que el Ejecutivo tiene estabilidad, porque hay un instinto de supervivencia, ni el PSOE ni Podemos pueden hacer otra cosa que mantener el gobierno"
P: ¿Qué opinión merece las protestas por el caso Hasél? ¿Es vandalismo o hay algún elemento político de fondo?
R: Es una realidad compleja. Pero no es un fenómeno nuevo. Yo que tengo una cierta edad conozco infinidad de manifestaciones, que al final de las mismas, se producen este tipo de acciones vandálicas. No es algo nuevo. Tampoco es una cosa de jóvenes, me parece una barbaridad esta sinécdoque que hacemos de coger la parte por el todo. Hay jóvenes que van a la manifestación y son pacíficos, otros que se quedan en casa, otros que participan en los altercados... Hay otros jóvenes que trabajan en estas tiendas y quieren conservar su trabajo… Todos ellos son jóvenes. Hay una consecuencia de los efectos colaterales de este ultraliberalismo tan individualista que no aparece nunca, y que es que ha situado el individuo por encima de todo. Se ha llegado a negar la realidad de los espacios comunes, existe un desprecio casi psicopático en relación a los espacios comunes, y esto emerge en estos casos. Pero emerge también en estos 'youtubers' que se van a Andorra, que son unos psicópatas del triunfo. Desprecian los espacios comunes.
P: Estamos asistiendo a tensiones constantes en el Gobierno. ¿Cree que va aguantar el Ejecutivo de Sánchez e Iglesias?
R: Lo veo establemente convulso. Creo que tiene estabilidad, porque hay un instinto de supervivencia, ni el PSOE ni Podemos pueden hacer otra cosa que mantener el gobierno. Es normal que existan políticas distintas, aunque se podrían evitar algunos de los líos.
P: Le ve terminando la legislatura, entonces.
R: Sí. Pienso que no llegara la sangre al río salvo que el cántaro vaya muchas veces a la fuente y se termine rompiendo. Este podría ser el resumen.
TV3 y Coscubiela
P: Sobre TV3. El presentador Toni Soler tuvo que rectificar por vincularle con una puerta giratoria a una Eléctrica.
R: En una de esas piezas que se amparan en el humor se me puso en un listado de políticos que han acabado en consejos de administración de grandes empresas. Esto es absolutamente falso, y Tv3 y Toni Soler tuvieron que reconocerlo. Ante las reticencias frente a mi primera petición, unos días después me vi obligado a interponer un juicio verbal en un juzgado de primera instancia de Barcelona y unas horas antes del juicio, in extremis, Toni Soler y Tv3 aceptaron firmar un acuerdo que les comprometía esa misma noche a hacer la rectificación que han hecho.
P: ¿Estáis en paz?
R: En paz no, porque a mí me ha costado mis euros, que los he tenido que pagar yo. Pero es el dinero mejor invertido en los últimos tiempos.
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