"Para los que dicen que la represión ha acabado, hay siete personas exiliadas y perseguidas por un referéndum y 1.500 personas encausadas". Esta referencia al huido expresidente catalán Carles Puigdemont y a algunos de sus ex consejeros, pronunciada el jueves en el Congreso por Gabriel Rufián, no ha pasado desapercibida ni en los bancos del Gobierno ni en los del Grupo Socialista, en medio del rumor -no desmentido- de que ERC va a presentar una enmienda a la totalidad contra el Proyecto de Ley de Presupuestos 2023.
La iniciativa no 'tumbaría' por si sola los presupuestos -se puede retirar en el último momento antes de la votación de totalidad, el 27 de octubre-, pero sí encarecer al PSOE la aritmética para sacarlos adelante. El bloque de investidura, sin los 13 diputados de ERC -hipotéticamente sumados al 'no' de los 89 del PP, 52 de Vox, 10 de Ciudadanos, 2 de Coalición Canaria, 2 de Navarra Suma, dos de las CUP y uno del BNG-, necesita en ese caso los imprescindibles seis votos del PNV para que Pedro Sánchez lograra mayoría absoluta (176) y no se viera obligado a prorrogar las actuales cuentas públicas en el último año de legislatura.
En La Moncloa todavía recuerdan con pavor cómo los republicanos 'tumbaron' en febrero de 2019 el Presupuesto de aquel ejercicio, el primero de un Sánchez en minoría tras derrotar en la moción de censura a Mariano Rajoy, y cómo, dos años más tarde, a punto estuvieron también los de Oriol Junqueras de hacer descarrilar con otro no el proyecto estrella de la coalición PSOE/Unidas Podemos: la reforma laboral. Solo el error del diputado del PP, Alberto Casero, hizo posible la aprobación.
"Ha pasado mucho tiempo desde 2019 y luego de aquello ERC aprobó tres presupuestos con el Gobierno", recuerdan fuentes socialistas para conjurar la imagen instalada en el PSOE de que los republicanos "no son de fiar", a diferencia del PNV
"Han pasado casi cuatro años y luego de aquello ERC aprobó tres presupuestos con el Gobierno", recuerdan ahora, no obstante, fuentes socialistas a Vozpópuli para conjurar la imagen instalada en el PSOE de que los republicanos "no son de fiar". A diferencia de un PNV, dicen, que también ha tomado una distancia crítica con las cuentas presentadas la semana pasada por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, "pero, sin duda, para negociar".
Lo cierto es que, desde la ruptura de la mayoría independentista que ha dejado en minoría parlamentaria al actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, los socialistas sabían que se iba a producir un endurecimiento del discurso "en Madrid" impulsado por el hombre fuerte del partido, Oriol Junqueras, que teme pérdida de alcaldías y concejales en las elecciones del 28 de mayo si cala en el independentismo que se han vendido al españolismo.
Quiere sacudirse el calificativo de botiflers (traidores) con que les obsequian en la calle -se pudo ver en la reciente Diada- los más 'hiperventilados'; en concreto, el sector de Junts per Cat que lidera desde Bélgica un Puigdemont presidente del autodenominado Consell per la República y partidario del 'cuanto peor mejor', de la validez del referéndum ilegal del 1-O de 2017, y de no negociar nada con el gobierno de Pedro Sánchez aunque eso le obligue a prorrogar los presupuestos del Estado 2022.
Justamente ese sector de Junts, liderado en Cataluña por una Laura Borrás 'teledirigida' desde Bruselas, es el que ha ganado el referéndum interno para forzar la ruptura con ERC. Por eso preocupa en la dirección socialista una radicalización de Junqueras y Aragonès justo ahora; les perciben forzados a distanciarse -han rechazado la oferta del líder del PSC, Salvador Illa, de negociar apoyo parlamentario "tema a tema"- por miedo a perder frente a Puigdemont y los suyos las elecciones municipales del 28 de mayo.
Si Aragonès no convoca elecciones es porque ERC, que quedó segunda en 2021 tras los socialistas, podría verse sobrepasada de nuevo por Junts pel Cat y obligada a investir president de la Generalitat a otro afín a Carles Puigdemont
De hecho, todos saben que la legislatura en Cataluña está rota, finiquitada, y que si Aragonès ha decidido no adelantar las elecciones autonómicas y, en su lugar, remodelar el gabinete catalán para seguir gobernando en solitario, es porque ERC, que quedó segunda en los comicios de 2021 -ganó el PSC-, podría verse sobrepasada de nuevo por Junts y los republicanos obligados investir 'president' de la Generalitat a otro afín a Puigdemont como fue en su día Quim Torra.
Y ello con la negociación presupuestaria ahora mismo abierta en canal y a seis meses de unas elecciones en las que el PSC también será rival directo suyo, por ejemplo, para hacerse con la Alcaldía de Barcelona; tanto socialistas como republicanos aspiran a desbancar de la alcaldía a Ada Colau, los primeros de la mano del actual vicealcalde, Jaume Collboni, y ERC con el veterano Ernest Maragall.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación