ERC ha vuelto a coger la iniciativa ante Junts. El anuncio formulado este sábado por Pere Aragonès para gobernar en solitario se ha interpretado como un ultimátum -otro más- de los 'republicanos', pero ambos partidos mantienen las conversaciones para sellar un acuerdo. Los de Carles Puigdemont están llevando al límite la negociación, pero no pueden tensar la cuerda demasiado y han rebajado sus expectativas en torno a seguir una estrategia unitaria en Madrid.
Junts es consciente de que ERC tiene 13 diputados en el Congreso, mientras que ellos, tras el divorcio con el PDeCAT, se han quedado solo con 4 escaños. En este sentido, aceptan -aunque no compartan- la posición pragmática de sus todavía socios de intentar llegar a acuerdos con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Esta renuncia de facto significa un escollo menos para avanzar en un pacto en la Generalitat. Fuentes de Junts se muestran totalmente escépticos con la posibilidad de que el Ejecutivo central acceda a hablar de "amnistía y autodeterminación". Además, ven en la victoria sin paliativos de Isabel Diaz Ayuso la confirmación de que la estrategia a seguir es la del choque con el Estado, ya que a su juicio el PSOE podría tener los días contados en Moncloa. Pero esta diferencia con ERC no es ya una línea roja para conformar gobierno.
Si la Asamblea Nacional Catalana (ANC), muy crítica con ERC en los últimos tiempos, no ve incompatible que se siga con la Mesa de diálogo al tiempo que en Cataluña el Govern avance hacia la independencia, Junts no va a ser menos. "Es evidente que cada partido tendrá vida propia [en Madrid]", afirmaba Jordi Sánchez, principal negociador de Junts, ante la pregunta si la coordinación de estrategias era un asunto irrenunciable para su formación.
Las diferencias es qué protagonismo darle al Consell per la República -este ente privado con sede en Waterloo y que solo cuenta con 90.000 inscritos- y el reparto de las consejerías que "lucen más gasto", como avanzó este medio. Es decir, Economía, Salud o Educación. Tampoco está cerrado el número de consejerías que debe tener el nuevo gobierno. ERC se comprometió a crear un Departamento de Feminismos y otro de Acción Climática.
Junts quiere un plan B del 'procés'
Pero lo que más preocupa es qué hacer si la Mesa de diálogo entre gobiernos fracasa después del margen de dos años que concedió la CUP a ERC para dar su apoyo a la investidura de Aragonès. Los de Puigdemont insisten en que debe haber un plan para este escenario y, por esta razón, el 'largoplazismo' de ERC solivianta a los sectores más radicales de Junts, que piden quedarse en la oposición o convocar nuevas elecciones.
"A ERC preocupa la consulta a las bases", explican fuentes de Junts. Y creen que por esta razón Aragonès ha vuelto a comparecer ante los medios este sábado. La dirección neoconvergente quiere someter el acuerdo a votación de la militancia que, en general, suele ser más refractaria a aceptar las posiciones de ERC.
El reloj también juega en contra de Aragonès y los suyos. El 26 de mayo es la fecha límite para fraguar un acuerdo antes de ir a elecciones y tampoco se contempla que, antes de este límite, pueda finalmente aplicarse la 'vía Manuel Valls' y que el PSC ceda sus votos para un gobierno en minoría de ERC.
Las fuentes consultadas se muestran optimistas que, al final, habrá acuerdo. El ala más moderada del partido, desde Damià Calvet a Elsa Artadi, aprietan para estar en el Ejecutivo. En paralelo, ERC mueve sus fichas para que Moncloa haga un 'gesto' con los presos del 1-O y les conceda el indulto. Saben que esto se vería como un triunfo de cara al electorado independentista y que calmaría a los sectores más radicales de Junts.
Sin embargo, los de Puigdemont advierten que han tenido "mucha paciencia" con la estrategia de ERC y que, si no da resultados, hay que activar cuanto antes el 'plan b' para reactivar el pulso con el Estado.
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