España

España, la gran ausente del organismo de la OTAN especializado en bioterrorismo

Las armas biológicas se llevan utilizando desde el siglo VI antes de Cristo, pero con la Guerra Fría se intensificó su uso. Los terroristas son cada vez más partidarios de actuar por esta vía

La tensión social generada por la aparición de apenas unas decenas de casos de viruela del mono demuestra que tras la pandemia del coronavirus nada va a ser igual. Las amenazas biológicas se han convertido en un foco de preocupación de primer nivel tanto para los Gobiernos, como para la sociedad en su conjunto. La invasión rusa de Ucrania ha hecho, además, que las alertas se disparen ante cualquier indicio de amenaza, pues como vaticinó un personaje de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca', para que estalle la Tercera Guerra Mundial solo hace falta que alguien estalle un frasquito de cristal con un virus dentro en el metro de Nueva York.

El uso de armas biológicas es casi tan antiguo como la misma Historia, hallándose precedentes hasta seis siglos antes de Cristo. La Guerra Fría supuso un desarrollo prolífico de estas armas, principalmente en las dos superpotencias del momento: Estados Unidos y Rusia. En estos momentos, Ucrania ha denunciado que Rusia habría utilizado armas biológicas en diferentes frentes. Además, el terrorismo yihadista da cada vez más muestras de inclinarse por este tipo de armas para perpetrar sus atentados. Pese a tales circunstancias, España sigue sin formar parte del organismo de la OTAN especializado en bioterrorismo y armas biológicas, el Joint Chemical, Biological, Radiological and Nuclear Defence Centre of Excellence (JCBRN).

Precisamente, esta semana, se ha organizado una jornada en el Congreso de los Diputados para abordar 'Las amenazas biológicas en España' a la que ha asistido el coronel David Martinek, director del JCBRN. En su ponencia, centrada en el 'Análisis de las amenazas biológicas desde la perspectiva militar', Martinek ha dado un toque de atención a España por no formar parte todavía de este centro de especialización, en el que sí aparecen países como Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Alemania o Francia. "Invito nuevamente a España para que se una a nuestro Centro de Excelencia", apuntó.

A lo largo de su exposición, Martinek dejó claro que el bioterrorismo no es una amenaza etérea fruto de los libros de ciencia ficción. Al contrario, es un enemigo real y muy a tener en cuenta. Entre las amenazas que vienen detectando desde 2015 está el acopio de ricina, un compuesto que puede conseguirse en el mercado negro o en la llamada 'Dark net' -el mercado negro online-.

Según los expertos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas (SEIMC), esta toxina actúa de manera muy rápida, provocando fiebre, dolor en el pecho y tos, en primer lugar, y a continuación dificultad respiratoria e hipoxemia (disminución anormal de oxígeno en la sangre). No mejora con antibióticos y puede provocar la muerte entre 36 y 72 horas después de ser inhalada.

"En 2016, varios yihadistas utilizaron medios como Telegram para organizar ataques biológicos a gran escala. Hay un famoso vídeo, emitido en 2016, en el que un yihadista explica cómo se extrae la ricina y cómo convertirla en un arma", ha explicado Martinek. En 2018, la policía encontró en Alemania varias semillas de ricina en un apartamento particular. El yihadista que las cultivaba tenía intención de hacer una bomba combinada con esta toxina.

"Información confidencial"

A cualquier detalle que tenga que ver con bioamenazas se le pone enseguida el sello de "información confidencial", algo que, por otra parte, no hace más que alimentar las teorías conspiranoicas. Este periódico, sin ir más lejos, ha intentado hablar con especialistas militares sobre la materia sin éxito.

Cuando la tesis de que el coronavirus había salido de un laboratorio chino dejó de ser una paranoia conspiranoica para convertirse en una opción plausible, tras las firmes sospechas de la CIA, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se puso seria con las investigaciones en territorio chino. Cinco meses después de la llegada de los científicos a Wuhan, sigue sin saberse absolutamente nada de la investigación. La posibilidad zoonótica del origen de la covid parece del todo descartada al no haberse hallado el origen natural del virus tras analizar más de 80.000 animales.

Indicios de ataque biológico

Los especialistas de la SEIMC recogen en un documento las principales indicadores para sospechar de que se ha padecido un ataque biológico. En los siguientes casos, consideran que la investigación epidemiológica debe ser inmediata para discernir si se trata de un brote natural o no:

  • La presencia de una gran epidemia de una enfermedad o síndrome similar, o de múltiples epidemias simultáneas o seriadas de distintas enfermedades en una misma población.
  • Aumento del número de casos de enfermedades o muertes inexplicables.
  • Enfermedad más grave de lo que generalmente se espera para un patógeno específico o que no responde a la terapia habitual. Rutas de exposición inusuales para un patógeno (por ejemplo, por inhalación para enfermedades que normalmente ocurren a través de otras exposiciones).
  • Una enfermedad que es inusual en un área geográfica o en la estación de transmisión o transmitida por un vector que no está presente en el área local.
  • Un solo caso de enfermedad por un agente poco común (viruela, virus causantes de fiebres hemorrágicas), o una enfermedad inusual para un grupo de edad.
  • Variantes de microorganismos o patrones de resistencia a los antimicrobianos diferentes de los que circulan, o de un tipo genético similar al de agentes aislados en diferentes tiempos o lugares.
  • Mayores tasas de ataque en personas expuestas en ciertas áreas, como dentro de un edificio o de una empresa.
  • Brotes de la misma enfermedad que ocurren en áreas no contiguas o bien un brote de enfermedad con impacto zoonótico.
  • Notificación de un grupo terrorista.

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