Este fin de semana arranca la Fiesta del Cordero, festividad mayor del mundo musulmán. Marruecos se sumará a la celebración y sus ciudadanos conmemorarán la voluntad de Abraham (Ibrahim) de sacrificar a su hijo en nombre de Dios (Alá). España teme que, con motivo de estas jornadas, tengan lugar nuevos saltos masivos a las vallas de Ceuta y Melilla, debido a la intención de los inmigrantes irregulares de aprovechar una posible baja de guardia de la gendarmería marroquí. Fuentes de seguridad españolas admiten que la fecha está marcada en rojo, pero que la colaboración con sus homólogos del reino alauí es "total".
Los episodios recientes vividos en la frontera de Melilla ponen de manifiesto el cambio en las relaciones entre Marruecos y España. Veníamos de una fractura diplomática de escasos precedentes, marcada por la irrupción en Ceuta de miles de personas que trataban de llegar a España por vías irregulares, con la connivencia de la gendarmería marroquí. Pero en Melilla, una vez restituidas las relaciones, se vio un nuevo escenario.
Cerca de 2.000 inmigrantes se lanzaron en un salto masivo marcado por la violencia y por la muerte de una treintena de ellos -23, según las autoridades marroquíes; 37 denuncian las organizaciones no gubernamentales-. Las mafias que trafican con personas conocían el cambio en las relaciones entre Marruecos y España, lo que se traduce en una mayor colaboración entre sus fuerzas de seguridad. El intento de asalto debía ser contundente y numeroso si se pretendía que un reducido número de ellos llegara a la ciudad autónoma.
El suceso suscitó una airada reacción de organizaciones y organismos internacionales, que piden que se investigue a fondo lo sucedido y se dé una sepultura digna a los inmigrantes fallecidos. La mayoría de ellos huía de Sudán, inmerso en algaradas y sumido en la inestabilidad de las estructuras gubernamentales, que tratan de acallar las protestas con contundencia. Son numerosos los informes que hablan de muertos y desaparecidos en el país.
Marruecos barre el monte Gurugú
Según ha sabido Vozpópuli, Marruecos ha barrido los bosques del monte Gurugú, próximo a Melilla y refugio habitual de los inmigrantes subsaharianos que tratan de llegar a España. Éstos se han dispersado y repartido por diversos puntos, pero aún aguardan el momento oportuno para intentar un nuevo salto. "Las comunicaciones actuales permiten que se coordinen rápidamente", detallan las mismas fuentes de seguridad.
Las mafias dedicadas al tráfico de seres humanos son las encargadas de determinar el cuándo y el dónde. Sabedoras de que la colaboración entre España y Marruecos es ahora estrecha, optan por un menor número de saltos, pero más numerosos y contundentes. Sólo de esa forma consiguen su objetivo de poner en jaque a las autoridades de ambos lados de la valla. "Van armados con objetos contundentes, garfios y ácidos para lograr su objetivo", recuerdan fuentes policiales.
La Fiesta del Cordero, también conocida como Celebración del Sacrificio o Eid al-Adha, está marcada en rojo en el calendario musulmán. Es su festividad mayor, momento de celebraciones públicas y reuniones con las familias. "Las mafias pueden interpretar estas fechas como un momento en que la gendarmería marroquí baje la guardia en la frontera", cuenta un mando policial a este diario. La proximidad de la fiesta es "un elemento significativo" a la hora de valorar el riesgo de posibles saltos a las vallas
El mismo mando policial, no obstante, aclara que "la colaboración con Marruecos es total y hay permanente diálogo en todos los asuntos relacionados con flujos migratorios": "Esta vez hay un menor margen para el factor sorpresa. Además la valla cuenta con diversas tecnologías que sirven para detectar movimientos sospechosos. Pero siempre cabe la opción de que se produzca un nuevo salto organizado, hay muchas personas al otro lado que buscan la mejor oportunidad para hacerlo".
¿Cuántas personas pueden encontrarse en Marruecos dispuestas a dar el salto? Diversas fuentes varían en las cifras. Desde varios cientos hasta miles. La dificultad de hacer una estimación precisa radica en los movimientos llevados a cabo por la gendarmería marroquí, con sus batidas sobre el monte Gurugú y la detención de casi 1.500 personas implicadas en la crisis fronteriza de Melilla.
Tras los últimos episodios, asociaciones de la Guardia Civil y sindicatos de la Policía Nacional pidieron un refuerzo en el número de efectivos y una mayor dotación de recursos materiales para enfrentarse a nuevos intentos de salto. El Ministerio del Interior destaca los cambios llevados a cabo en el perímetro fronterizo en los últimos años que han servido para introducir nuevos elementos tecnológicos que facilitan la detección de movimientos, así como en la sustitución de las concertinas por otros elementos disuasorios.
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