En tiempos fueron llorados y sus familiares o compañeros de armas los enterraron con lápidas y honores. Pero el paso de los años -más de un siglo en algunos casos- condujo al olvido. Sus restos cayeron en el abandono y la desmemoria abrió las puertas a la desprotección. Son cientos de españoles, imposible saber la cifra exacta según los investigadores, que yacen enterrados en Marruecos. Su historia se escribe sobre las condiciones más precarias, rallando en ocasiones la profanación. Hasta que por fin se reunificaron casi todos los restos en un puñado de cementerios más controlados y se cerraron otros camposantos dispersos en varios puntos del reino alauí.
La noticia de que el Ejército de Tierra preparaba la exhumación de 54 españoles enterrados en los peñones de Alhucemas y de Vélez de la Gomera, junto a la costa marroquí, tuvo un gran impacto. En términos generales, la presencia de los restos mortales en estos dos enclaves era desconocida para buena parte de la opinión pública. Las inclemencias meteorológicas extremas y el riesgo de desprendimiento obligan a los militares a trasladar los cuerpos hasta un cementerio en Melilla donde yacerán en condiciones más aceptables. “Es nuestra responsabilidad moral”, detallaban fuentes del Ejército consultadas por Vozpópuli.
Pese a ese riesgo de colapso, los restos que permanecían sepultados en Vélez de la Gomera y en Alhucemas corrieron mejor suerte que los de otros españoles que se encuentran al otro lado de la frontera, en territorio marroquí. Los más antiguos datan de 1860, soldados que combatieron en la toma de Tetuán durante la guerra de África; comandados por Leopoldo O’Donnell, conquistaron la ciudad y aseguraron las plazas de Ceuta y Melilla, hasta entonces hostigadas por las fuerzas locales.
A partir de ahí la presencia española en la región no dejó de crecer; más aún tras declarar el protectorado sobre Marruecos. Población civil que viajó de la Península al nuevo territorio. Soldados que combatían en escaramuzas, cuando no en enfrentamientos abiertos. Los españoles enterraban a los suyos en cementerios cristianos, unos más grandes que otros, dispersos en diferentes puntos del norte africano.
El olvido en Marruecos
Hasta que Marruecos alcanzó la independencia. Y los territorios -con todo lo que contenían- pasaron a manos marroquíes. También los cementerios, donde yacían “abundantes restos mortuorios de ciudadanos españoles”, de acuerdo a la información que facilita el actual consulado general de España en Tetuán. ¿Qué ocurrió con todos esos restos mortales? ¿Y con los cementerios?
Fuentes consultadas por este diario aseguran que era tal el nivel de descuido que sobre alguno de ellos se llegó a improvisar un campo de fútbol
El propio consulado lo detalla del siguiente modo: “España, de distinta forma y con intensidad variada, ha continuado ejerciendo, a través normalmente de sus Consulados en Marruecos, el mantenimiento de los mismos, pues, dada la característica especial de este Estado que profesa como religión oficial la islámica, que es obligatoria para sus ciudadanos, teniendo en cuenta que no son musulmanes dichos lugares y los consideran como algo ajeno a ellos en su condición de Estado confesional”.
A tenor de las valoraciones del consulado español en Tetuán, el destino de esos restos no fue el deseado: “Desprotegidos, sin cuidado alguno y abandonados por parte de cualquier autoridad marroquí fuera estatal o municipal”. Pero no sólo por parte de Marruecos, sino también de España, a quien se le permitió hacer labores de mantenimiento, limpieza y vigilancia. Funciones que durante años se descuidaron hasta el extremo. Fuentes consultadas por este diario aseguran que era tal el nivel de descuido que sobre alguno de ellos se llegó a improvisar un campo de fútbol. "Violaciones de tumbas", llega a decir el consulado español en Tetuán.
Croquis inéditos
El investigador Francisco Javier García González -y familiar lejano de uno de los españoles enterrados en territorio marroquí- enumera en su blog la lista de cementerios dispersos por el reino alauí, que sufrieron "pillaje" y "actos vandálicos". Castillejos, Rincón, Chauen, Alcazarquivir, Cabo de Agua, Segangan, Monte Arruit, Zaio, Zeluan, Targuist y Cuatro Torres de Alcalá. Todos ellos -salvo el de Puerto Capaz, "está abandonado", señala García- dejaron de existir. Los restos se recuperaron y se reunificaron en otros camposantos de mayor envergadura, más vigilados: Nador, Larache, Tetuán y Alhucemas.
Vozpópuli ha tenido acceso a unos croquis inéditos de algunos de esos cementerios, y que ilustran la imagen que abre este artículo. Los planos detallan la composición original de los camposantos ubicados en Monte Arruit, también conocido como Al Aaroui, a unos 30 kilómetros de Melilla; el de "Villa Sanjurjo", denominación que le dio Primo de Rivera -y que recuperó el franquismo- a lo que ahora se conoce como Alhucemas; y Cuatro Torres de Alcalá, ubicado en la costa a mitad de camino entre Ceuta y Melilla.
Francisco Javier García apunta a que la exhumación de los restos de los españoles enterrados en estos cementerios olvidados y su posterior traslado se logró "gracias a particulares y asociaciones que elevaron sus quejas a las más altas instituciones españolas". Así se constituyó una comisión interministerial que englobaba a los departamentos de Defensa y de Exteriores españoles. "Se tardó bastante en arbitrar unos presupuestos mínimos de adecentamiento y vigilancia", admite el consulado español en Tetuán.
Nichos y fosas comunes
Los restos se reunificaron en las condiciones que se pudo tras décadas de abandono, más de un siglo en muchos casos. Algunos fueron enterrados en nichos. Otros, ya mezclados e inidentificables, en fosas comunes. El consulado lamenta que "no siempre resulta sencillo, cuando no imposible, la localización de algunas tumbas y restos, ya que la mayor parte de los documentos escritos sobre los enterramientos han desaparecido".
La Fundación Indortes trabaja en la recuperación y conservación de algunos de estos cementerios. Con sus fondos propios ha gestionado el acondicionamiento de los de Larache y Tetuán. "Fomentar la memoria, conservación, vigilancia y ornato de los cementerios y tumbas de combatientes españoles o bajo bandera de España caídos en lucha, sin distinción de época, lugar, credo o ideología", sostiene esta asociación, liderada por el general de brigada en la reserva Salvador Fontenla Ballesta.
La desmemoria general pesa sobre los restos mortales de cientos de españoles que yacen en Marruecos. La comisión interministerial Exteriores-Defensa, asociaciones particulares, cuando no directamente los propios descendientes que aún recuerdan a los allí enterrados, mantienen su pulso contra la desmemoria, para que los cuerpos descansen en las mejores condiciones tras décadas de abandono.
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