Hay personas que se están quedando atrás. La pandemia ha disparado a 11 millones el número de personas que se encuentran en situación de exclusión social y a más de seis millones las que sufren pobreza severa. En 2018, estas últimas rondaban los 4 millones, por lo que el aumento es de dos millones de personas, la cifra más alta desde 2007.
Es la radiografía que Cáritas y la Fundación Foessa muestran este miércoles en el informe 'Sociedad expulsada y derecho a ingresos', que alerta del "ensanchamiento del espacio de la exclusión social, donde viven ahora 2,5 millones de personas nuevas respecto del año 2018".
En total, 11 millones de personas que no participan plenamente en la sociedad en la que viven. Están fuera. No participan en la vida económica, ni social, ni cultural debido a la falta de apoyos, recursos y capacidades básicas. "No estamos saliendo juntos de la crisis", ha advertido este miércoles Thomas Ubrich, técnico del Equipo de Estudios de Cáritas Española. Suponen 2,5 millones más que en 2018.
Pobreza y exclusión severa
"Desde marzo de 2020, una ola gigante y sobrevenida está azotando al conjunto de la sociedad y ha dejado ya tras de sí una profunda huella. Y aunque el origen de esta crisis sea eminentemente sanitario ha derivado en una crisis económica y social sin precedentes debido a las medidas de distanciamiento y restricciones que se han tomado para su contención, con importantes consecuencias que seguirán agravándose mientras continúe la pandemia", ha señalado.
Según el informe, se está produciendo un deslizamiento de los diferentes estratos de la sociedad hacia situaciones de mayor precariedad y exclusión social. "Podríamos describir la situación actual del eje integración-exclusión como una sucesión de estanques y cascadas donde ha habido un trasvase desde la integración plena, que pierde caudal, a la integración precaria, de ahí a la exclusión moderada y, por último, a la exclusión severa, que es el que más crece en volumen", explica el estudio consultado por Vozpópuli.
Empleo, vivienda, salud...
La pandemia ha incrementado los niveles de exclusión en el conjunto de la población y lo ha hecho en todas las dimensiones. Aunque siguen siendo la de empleo (24,7%) y la de vivienda (24%) las que afectan a un mayor porcentaje de hogares. Ambas dimensiones, la del empleo y la de la vivienda, se evidencian como dolencias estructurales de nuestra sociedad y como derechos vulnerados para un gran número de personas independientemente de que el contexto económico sea de crecimiento o de crisis.
"La falta de empleo, la inestabilidad laboral grave, y la parcialidad de muchas ocupaciones, conduce a una realidad de ingresos bajos y claramente insuficientes para el acceso y mantenimiento de una vivienda que se mantiene en costes elevados o muy elevados", recogen los autores del informe.
Las graves dificultades que están atravesando las familias en la dimensión del empleo, no solo por las situaciones de desempleo sino también por la realidad de un mercado laboral cada vez más precarizado y donde obtener un trabajo digno es cada vez más difícil, ha incrementado notablemente la exclusión en el consumo reflejándose en un aumento de la pobreza severa, de acuerdo al análisis.
La salud también ha empeorado tanto en el bienestar y en la exposición a la dependencia, como en la falta de capacidad económica para afrontar las necesidades médicas. "La población afectada por problemas en la salud ha crecido del 14% en 2018 al 17% en la actualidad. Una exclusión en el ámbito de la salud que refleja no tanto el impacto que la Covid-19 haya podido tener en la salud de las personas sino cómo la crisis social está mermando las capacidades de las familias para afrontar tratamientos por dificultades económicas", recoge el informe.
"La acción de Cáritas evidencia que hay personas que se están quedando atrás por los efectos de la crisis derivada de la pandemia, que no han terminado. Debemos seguir construyendo ese escudo social para proteger a la ciudadanía", sostiene Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española.
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