España

El Constitucional pone en evidencia las prisas de la Audiencia en excarcelar etarras

Ya estaban en la calle. Cuando el Constitucional le devolvió a la Audiencia los escritos de solicitud de amparo de diez etarras, no habían caído en la cuenta de que ya habían sido excarcelados. El ritmo lento del TC y las prisas de la Audiencia han sacado a la luz la descoordinación judicial en tan grave asunto.

En la Audiencia Nacional se quedaron perplejos. Cuando el Constitucional les devolvió la petición de solicitud de puesta en libertad de diez etarras al amparo de la decisión de Estrasburgo contra la doctrina Parot, los terroristas ya estaban en la calle. La Audiencia había procedido a ponerlos en libertad sin aguardar la comunicación del TC. Un fallo de coordinación que evidencia los usos de ambas instancias judiciales.

Tras el fallo del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, el Constitucional procedió a requerir a la Audiencia Nacional toda la información sobre los 23 internos que habían recurrido en su momento a este alto tribunal. La Audiencia respondió, por su parte, que resolvería todos los asuntos que no estuvieran pendientes del TC, en ejecución del controvertido acuerdo del Pleno de la Sala de lo Penal del Supremo según la cual la ejecución de las sentencias le correspondería a cada tribunal sentenciador.

Diez etarras ya estaban en sus casas cuando el Constitucional tuvo a bien reaccionar

Así se hizo, en efecto, con el caso del etarra Fernández de Larrinoa, que, acogido a Estrasburgo, había solicitado su libertad al TC. Este Tribunal requirió información a la Audiencia sobre el terrorista y la Audiencia le comunicó que resolvería su puesta en libertad. El TC le devolvió la solicitud y se procedió a su excarcelación. Todo correcto y coordinado. El TC se lavaba las manos en tan ríspida cuestión y dejaba a la Audiencia que procediera y daba la bendición a la medida. Todo bajo el amparo de Estrasburgo.

Ritmos descoordinados

Días atrás las cosas sucedieron de forma bien distinta. La Audiencia recibió del Constitucional los escritos de amparo de diez etarras para que procediera conforme a lo estipulado y resolviera la petición de excarcelación formuladas por estos terroristas. El detalle es que la Sala de lo Penal de la Audiencia, a la luz de lo resuelto en su momento por el Supremo, ya había procedido a poner en libertad a los diez solicitantes. Los nombres de los etarras liberados son: José Ángel Viguri, Ignacio Orotegi, Bautista Barandalla, Kepa Mirena, Íñigo Akaiturri, Nicolás Rodríguez, Miren López de Luzuriaga, Ignacio Erro, José Zabala e Inmaculada Pacho.

Queda así subrayado el contraste entre el "ritmo lento" del Constitucional con las prisas de la Audiencia Nacional

Todos ellos ya estaban en sus casas cuando el Constitucional tuvo a bien reaccionar. La Audiencia le había ganado por la mano. Este asunto, que ha llamado la atención en medios judiciales, evidencia por una parte, la falta de coordinación entre dos de las más importantes instancias judiciales de nuestro país. También se subraya el contraste entre el "ritmo lento" del Constitucional con las prisas de la Audiencia Nacional, en especial en el polémico asunto de la suelta de etarras. 

Sesenta etarras liberados

La Sala de la Audiencia que decide sobre este particular está presidida por Fernando Grande-Marlaska, quien acaba de ser elegido vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a instancias del Partido Popular. Marlaska y su Sala han sido objeto de críticas y reproches por parte de asociaciones de víctimas por considerar que la Audiencia ha actuado con celeridad obsequiosa en todo el proceso de puesta en libertad de miembros de la banda terrorista, muchos de ellos con graves crímenes a sus espaldas, como el atentado de Vic o el de la República Dominicana.

El goteo de exarcelaciones continúa. Ya suman hasta la fecha 59. Así, este martes, abandonó las dependencias del centro penitenciario de El Puerto de Santamaría José María Beristiain Arrieta, condenado en su día por participar en los asesinatos de varios empresarios, entre ellos, el de Francisco Javier Zabaletam en Elgoibar (Guipúzcoa), el de Engraciano González Macho, en un pub de Zarauz (Guipúzcoa) y el de José Ignacio Aguirrezabalaga, empleado del bar "Nikol" en Zumaia (Guipúzcoa). En esta ocasión, y a diferencia de lo ocurrido con la salida de otros asesinos de la banda, no había ninguna concentración de víctimas a la puerta.

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