Rafael Marcos, el exmarido de María Sevilla, atiende a Vozpópuli en un día "muy ajetreado" inmerso en plena batalla judicial por el indulto del Gobierno a la expresidenta de la asociación Infancia Libre. Cuando regresó a sus manos su hijo tenía 11 años y contaba con miedos, falta de sociabilización y carecía de once vacunas. Ahora es un adolescente normal, tiene 15 años, que disfruta de sus amigos y de ir a clase.
Marcos recurrirá el indulto y también se querellará contra Irene Montero por tildarle de "maltratador". "Me han difamado y han dicho mentiras sobre mí sin apoyarse en ningún informe", afirma. El próximo 4 de junio presidirá una manifestación frente al Ministerio de Igualdad de Montero para mostrar su repulsa.
No sabía restar
Ahora, el exmario de María Sevilla se encuentra recaudando fondos para poder formalizar estas demandas. "Estamos haciendo un montón de progresos", explica al tiempo que detalla que lleva recaudados más de 2.000 euros para presentar estas querellas. La más cara será la de Irene Montero por estar aforada.
Este padre se muestra orgulloso por la evolución "enorme" que ha vivido su hijo desde que volvió a sus manos con 11 años. "No era díficil mejorar por el estado en el que llegó. Vino con un nivel académico de segundo de primaria. No sabía restar grandes cantidades", advierte.
Muchos miedos
El niño estaba privado de sanidad, le faltaban por poner once vacunas y también tenía algunas alergias. "Todas las hemos superado menos la de trazas de nueces", explica. "Vino con un montón de miedos. Ella le trataba como un niño enfermo. Tenía que llevar una mochila con toda la medicación. Es verdad que tenía alergias pero eran normales", afirma.
"Le hacía creer que era un niño como tonto y muy dependiente de ella. Pero gracias al apoyo psicológico ha podido superar esta dependencia", detalla. Ahora el niño ya está al día en cuanto a las vacunas, tiene aparato dental, va a clases y entra y sale de casa en compañía de sus amigos.
Disfruta del pádel
También está medicado ya que cuenta con un déficit de atención. Unas pastillas que la madre no quería que se tomara a pesar de que los sanitarios lo han requerido. En la actualidad tiene 15 años y se encuentra estudiando segundo de la ESO. "Le cuesta mucho pero va sacando las cosas mientras tiene extraescolares y disfruta del pádel", asegura.
Cuando fue rescatado por los agentes de la Policía Judicial adscritos a Plaza Castilla al menor le habían inculcado grandes creencias religiosas evangelistas. "Ahora no cree dice que es mentira. También tenía muchos miedos. Sobre todo a dormir solo, a que le juzqguen y a que le trataran como un niño corto. Ha superado sus inseguriades", agradece.
Una de las cosas que el niño no quería hacer en un principio era comer en restaurantes. "Les tenía pavor", explica el padre que es cocinero de profesión. Gracias a ir a los establecimientos y hablar poco a poco con los chefs ha podido superarlo. "Ahora solo quiere ir a los restaurante a comer", bromea Marcos, que tiene una batalla judicial por delante.
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