España

La facción de ETA comandada por Arnaldo Otegi recaudó 302 millones de pesetas con el secuestro de empresarios

ETA sufrió numerosas escisiones en sus años de plomo. El grupo del que formaba parte Otegi buscó fondos a base de secuestros para mantener su actividad terrorista

Principios de los 80, años de plomo de ETA. Los atentados se agolpaban en las portadas de los periódicos. La banda terrorista sumaba muertos y más muertos con el objetivo de provocar una reacción desmedida del Estado. Pero entre las filas de la organización, lejos de regir la unidad, diversas facciones pugnaban entre sí, entre acusaciones de traición y enfrentadas en sus objetivos estratégicos. Una de ellas era la comandada por Arnaldo Otegi, hoy coordinador general de EH Bildu, que obtuvo grandes rendimientos económicos gracias al secuestro de varios empresarios.

La facción en la que se ubicaba Otegi -ocupando un puesto destacado, como contó Vozpópuli- era ETA Político-Militar VIII Asamblea, también conocidos como los octavos. El nacimiento de este grupo es una historia de desencuentros y fricciones internas: en años anteriores, ETA se había dividido en ETA Político Militar (ETA-pm) y en ETA Militar (ETA-m). Otegi se enmarcaba en la primera, aunque con el tiempo los segundos adquirirían un mayor peso debido a la contundencia de sus atentados.

Entre ETA-pm y ETA-m había diferencias insalvables. Pero, además, ETA-pm sufrió a principios de los 80 una grave crisis. Inmersa en una negociación con el Gobierno de Calvo Sotelo, algunos de sus miembros exigían más atentados como medida de presión con el Ejecutivo. Los que abogaban por seguir con la violencia finalmente terminarían escindiéndose en la VIII Asamblea; los llamados octavos. Arnaldo Otegi eligió este camino.

Organigrama de ETA-pm de 1980 que sitúa a Arnaldo Otegi como miembro del Comité Ejecutivo

Mantener una estructura operativa y seguir alimentando la maquinaria del terrorismo exigía cuantiosos fondos. Una investigación coordinada por los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Sara Hidalgo García de Orellán, recogida en el libro Héroes de la retirada: la disolución de ETA Político-Militar, aborda los secuestros perpetrados por los octavos y el papel en los mismos de Arnaldo Otegi -sobre quien Dignidad y Justicia ha interpuesto esta semana una querella en la Audiencia Nacional por el asesinato de un directivo de Michelin-.

Los secuestros de la facción de Otegi

Según detallan en este trabajo, ambos sectores de ETA-pm habían intentado hacerse con el control de las armas: “Los posibilistas [aquellos que terminarían renunciando a la violencia] se adelantaron a sus rivales y vaciaron los zulos […]. Después los dos grupos negociarían el intercambio de material: mientras que los octavos se quedaron con el armamento, los séptimos prefirieron los coches, los pisos y el dinero”.

Sin dinero, pero con la necesidad de mantener activa su estructura, los octavos -los de Arnaldo Otegi- buscaron financiación a través de los secuestros. Centraron su objetivo en empresarios, a los que retenían hasta la obtención de un rescate que les permitiese engordar sus arcas vacías.

“La falta de fondos hizo que ETApm VIII Asamblea -prosiguen los autores de la investigación-, comandada por Josu Abrisketa (Txutxo) y Arnaldo Otegi, recurriese al secuestro de alrededor de media docena de empresarios, que le reportaron 302 millones de pesetas”. El primero que citan es el odontólogo Luis Allende Porrúa: “El estrés de su cautiverio fue una de las causas por la que posteriormente desarrolló un cáncer de páncreas que provocó su muerte el 20 de febrero de 1983”.

Después le llegó el turno a Miren Elósegui, hija del propietario de Boinas Elósegui (Tolosa) y esposa del gerente de dicha empresa: “Se trata de la única mujer secuestrada por ETA en toda su historia”. El tercero fue el industrial Rafael Abaitua. Luego, en noviembre de 1982, secuestraron a Saturnino Orbegozo, responsable de una empresa siderúrgica, exigiendo 600 millones de pesetas a cambio de su vida. La Guardia Civil lo liberó tras 46 días de cautiverio, en una cabaña ubicada en el municipio navarro de Donamaría.

Disolución de ETA-pm VIII

Unos fondos que permitieron a los octavos cometer casi ochenta atentados entre 1982 y 1984, 27 de ellos tendrían lugar en julio de 1982: desde una bomba en la empresa Suministros Eléctricos hasta una emboscada con un lanzagranadas, un M16 y un subfusil contra un convoy de la Policía a su paso por Bilbao.

Pero esta facción de ETA no lograría mantener su actividad por un largo periodo de tiempo: “Faltos de cobertura político-electoral, repudiados por el nacionalismo vasco radical, aislados socialmente, presionados por las FCSE y desmoralizados por la reinserción de sus excompañeros, el horizonte de los octavos distaba de ser prometedor”, detallan los autores del libro.

Finalmente, una parte de los octavos se disolvió. Los restantes se reintegraron en ETA Militar, a pesar de las discrepancias que habían mantenido en el pasado, para seguir con su actividad terrorista; entre ellos se encontraba Arnaldo Otegi.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP