David Rocasolano, primo y amigo cercano de la princesa Letizia, publica el próximo lunes 8 de abril Adiós, Princesa (Foca, 2013), volumen en el que ventila las intimidades y miserias de su prima, de la que alguna vez fuera fiel aliado y confidente. El contenido del libro ha sido adelantado en exclusiva a Vozpópuli y en él pueden leerse algunas de las revelaciones que sobre doña Letizia hace su pariente: el aborto al que se sometió antes de conocer a Felipe de Borbón; las capitulaciones matrimoniales que debió firmar para casarse; su carácter cada vez más colérico, irascible y paranoico, así como el excesivo vasallaje que demostraron los Ortiz Rocasolano ante la familia Real.
En el retrato de familia, David Rocasolano no era un cualquiera. El día del compromiso real aparece en la segunda fila, junto a la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Sin embargo, Rocasolano salta hoy a la primera línea de fuego, esta vez para tirar piedras. ¿Por qué alguien tan cercano a la Princesa de Asturias decide, de pronto, arrojarla a los perros para que se la coman viva? Si hasta la ayudó en su divorcio del periodista Alonso Guerrero, ¿por qué ahora la llena de lodo? En el libro, Rocasolano da algo parecido a una explicación: “Adiós, princesa es la historia del choque de un gran tren expreso, los Borbones, contra una modesta caravana de gitanos, los Ortiz-Rocasolano. Nos han arrollado y ni siquiera se han preocupado de mirar hacia atrás. Érika está muerta y los demás nos hemos quedado solos y mutilados. Por eso escribo esto. Sé que la historia no tiene vuelta atrás. Pero esa historia, hasta ahora, solo ha sido contada de arriba a abajo, con todo su glamour y su mentira”.
Para quien sepa leer entre líneas, salta a la vista que este libro es un ajuste de cuentas, trapos sucios lavados en la imprenta. Doña Letizia no intervino en favor de su primo, ni siquiera se interesó por él cuando éste más necesitaba apoyo. El abogado Rocasolano, especializado en las transacciones inmobiliarias, fue involucrado en 2010 en la causa que se instruyó contra el equipo de gobierno del municipio de Ciempozuelos por corrupción urbanística, sin que ninguna mano, real o plebeya, levantara el teléfono para interesarse por él.
De ahí viene el distanciamiento y el duro tono de las páginas escritas por el primo de la actual Princesa de Asturias, quien no tiene ningún problema en afirmar cómo la propia Letizia y los Ortiz-Rocasolano le abandonaron en aquellos días: "Recibí alguna llamada de palacio preguntándome no por mi situación anímica, sino hasta qué punto mis escándalos periodísticos podrían afectarles a ellos. En cuanto al resto de mi familia, tampoco pusieron demasiado énfasis en que les aclarase si era culpable o inocente, si podía terminar en la cárcel o qué tal me encontraba. Finalmente, cambié todos mis teléfonos y corté mi comunicación con cualquiera de los Ortiz-Rocasolano. Página cerrada". No le falta a Rocasolano sentido de la oportunidad para dar por terminados sus afectos familiares. En un momento en el que la casa Real no se da abasto con los escándalos, el primo ha llegado para liarla un poco más.
El informe médico del aborto
David Rocasolano ha decidido ir con todo contra su prima, sin anestesia ni cuentagotas. Desde las primeras páginas ya revela, así, sin hacer esperar al lector, los temas más calentitos de la intimidad de la princesa, entre ellos, el aborto al que se sometió. En el capítulo uno de Adiós, Princesa se hace referencia a cuatro folios y un informe médico entregados por la propia Letizia a su primo en 2003 para su destrucción. Esos papeles, que Rocasolano dice haber incendiado en el fregadero de su cocina, aparecen cinco años después, en 2008, en manos de un periodista que se dirige al joven abogado para pedirle detalles: "Yo había sido el encargado de destruir el rastro de esos documentos (...) Ya en 2003, seis años antes, cuando veía arder aquellos papeles en el fregadero de mi cocina, sabía que era imposible garantizar la eliminación de todos los rastros”.
"Me sorprendí a mí mismo dándome cuenta de que me importaba un carajo lo que sucediera con aquellos papeles, con mi prima, con Felipe".
Aquel documento era, en toda regla, una bomba. Y Rocasolano el encargado de mantenerla en secreto. Su divulgación supondría un escándalo para su prima, y por partida doble. Como plebeya aspirante a esposa de Felipe de Borbón, ese aborto significaba un enorme peñasco en su ya empinado camino a Zarzuela, y como Princesa de Asturias representaba un tropiezo de hipocresía para la familia Real. Sin embargo, un bastante quemado David Rocasolano cuenta de qué forma el hartazgo real le hizo ignorar el asunto y no intervenir: “Cuando se marchó el periodista no levanté el teléfono. Me sorprendí a mí mismo dándome cuenta de que me importaba un carajo lo que sucediera con aquellos papeles, con mi prima, con Felipe. En otro tiempo, hubiera corrido a Palacio a informar de la crisis que se nos echaba encima. Pero en aquel momento me daba igual. Supongo que ya me había hartado de tanto vasallaje, de tantos desprecios familiares, de reconvertir nuestras vidas en altares solo dedicados a la adoración de una princesa caprichosa”.
A ti deben tratarte mejor que a Lady Di
Letizia acudía a David Rocasolano para todo. Él la había divorciado. En él confiaba lo suficiente incluso como para consultarle sobre las capitulaciones matrimoniales que le fueron entregadas antes de casarse. Y así lo describe Rocasolano, en una novelesca narración. La reunión de ambos primos ocurrió en la casa construida para don Felipe junto a Zarzuela, lugar en el que la pareja ya vivía junta antes de la boda. “Yo era un abogado joven pero ya había leído centenares de capitulaciones matrimoniales. Suelen tener dos o tres folios. El legajo que me entregó Letizia tendría cuarenta o cincuenta (…) En caso de separación, mi prima no iba a tener problemas. Le quedaba una asignación. Algo más que una asignación, debería decir. Una residencia de verano y otra de invierno. O sea, también algo más que una residencia. Con su servicio y sus cosas”. Sin embargo, en lo que a la custodia de los hijos se refería, una separación implicaba la pérdida total de la misma, una disposición que puso en guardia al abogado. La Princesa Letizia, que había llamado a su primo muy nerviosa y ansiosa, montó en cólera cuando Rocasolano le sugirió que no firmara esos papeles.
"No te hagas la tonta, prima. Tú has entendido esto tan bien como yo. Aquí se dice, por ejemplo, que en caso de separación renuncias por completo a la custodia de tus hijos.
– ¿Qué quieres decir?
– Pues que puedes firmar lo que creas oportuno, pero que respecto de la custodia de menores lo que aquí se expresa no tiene validez. Eso tiene que dictaminarlo un juez, Letizia. Yo que tú, no lo firmaba".
La versión que da David Rocasolano indica que Letizia se alteró, y muchísimo. “Pero ¿cómo te atreves a decirme eso? –perdió el control–. ¿Tú qué te crees? ¿Que yo soy tonta? ¡David, mira!¡Aquí estamos a lo que estamos!”.
"No te hagas la tonta, prima. Tú has entendido esto tan bien como yo".
La escena no termina ahí, se extiende en un largo consejo familiar en el que termina involucrado hasta Felipe de Borbón, a quien Letizia llama por teléfono para contarle lo que su buen primo y asesor le ha dicho. El propio autor explica su conversación con el Príncipe:
"Atravesé el salón y cogí el teléfono de manos de mi prima, que me escuchó rígida y sin pestañear. Estaba tan cerca de mí que notaba su aliento.
– Hola David, ¿qué pasa? –La voz de Felipe era tranquila; Felipe es un tío que nunca pierde su papel de tío majo, de buena persona, así nunca manifiesta lo que realmente piensa.
– No pasa nada, Felipe. Lo que le he comentado a Letizia. Que este no es un trato comestible –le dije–. Lo de la custodia de los niños es incluso ilegal.
– ¿Cómo que ilegal? –preguntó con su inalterable educación y su actitud siempre atenta a las opiniones de los demás.
– Bueno, Felipe. Que está fuera del ordenamiento jurídico. Que quien decide la custodia de los niños es un juez.
No contenta con la opinión de su primo, Letizia llamó por teléfono al empresario y abogado Jaime del Burgo, esposo de Telma Ortiz. “A ti te tienen que tratar mejor que a Lady Di", le dijo.
– Bueno, David. Lo que tú digas. Pero las capitulaciones son innegociables. Hay que firmarlas tal como están. No se puede cambiar ni una coma.
– No te preocupes, Felipe. Letizia va a firmar. Me ha pedido mi opinión y yo se la he dado.
Nos despedimos cordialmente. Como siempre. Aunque quizá un poco más serios que de costumbre".
No contenta con la opinión de su primo, Letizia llamó por teléfono al empresario y abogado Jaime del Burgo, hijo de Jaime Ignacio del Burgo Tajadura y actual marido de Telma. Tras una conversación entre los tres, del Burgo echa por tierra las precisiones legales sobre la custodia y le hace saber a la aspirante la princesa: “A ti te tienen que tratar mejor que a Lady Di". Insistió en este punto, varias veces.
David Rocasolano escribe que nunca llegó a entender la comparación de Letizia con la ex mujer de Carlos de Inglaterra. Se trataba, en realidad, de una advertencia: tenía que asegurarse de que su cobertura económica fuera suficiente como para que no acabar como la malograda Princesa de Gales. Es de imaginar que su propia familia no imaginaba para ella un final entre chatarras tras estrellarse en un túnel. Sin embargo, y por si las moscas, no estaba de más explicarle a la futura alteza, aunque fuera de aquella manera surrealista, cómo se cubre las espaldas una princesa.
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