Una de las miles de frases atribuidas a Winston Churchill encaja a la perfección con la situación que atraviesa Carlos Mazón, pero a la inversa. "El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene y de explicar, después, por qué no ha ocurrido", en el caso del presidente de la Generalitat Valenciana, por qué ha ocurrido. Y es que hace una semana de ese fatídico 29-O en el que Mazón, confuso por un bombardeo de partes metereológicos contradictorios, decidió no activar el sistema ES-Alert hasta las 20:10 horas. Para entonces, cuando sonó un estridente pitido en los teléfonos móviles de los valencianos con la orden de "evitar desplazamientos", ya había muchos amarrados a los árboles, casas anegadas y coches flotando como corchos sobre ríos de barro. La DANA no se desvió hacia la Serranía de Cuenca –como dijo Mazón a las 13:00 horas, en base a los pronósticos de los que disponía–, sino que mutó en un Katrina que desbordó barrancos y arroyos inundando violentamente la Huerta Sur de Valencia.
Una vez desatada la catástrofe, lo hizo también la batalla por el relato, un reparto de culpas partidistas lamentablemente inherente a la política española. Sólo la tensa visita de Mazón, los Reyes y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este domingo a Paiporta, increpados al grito de "asesinos" en la zona cero de la catástrofe, parece haber puesto coto y postergado las acusaciones hasta después de la fase más crítica de la tragedia. Como celebró este lunes el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, tras reunirse con Miguel Tellado y los portavoces del resto de partidos con representación en el Congreso, "los dos grandes partidos" trabajarían "conjuntamente" para reconstruir la provincia de Valencia.
No obstante, algo ha cambiado en el discurso de Alberto Núñez Feijóo. Y no sólo ha sido que haya bajado tres marchas su crítica a Sánchez–"no voy a caer en nuevas críticas al Gobierno, no merece la pena", dijo este lunes durante su comparecencia en Génova– tras su ofensiva inicial. Sino porque también lo ha hecho otras dos en su amparo a la gestión de Mazón. Porque si el jueves mostró una defensa numantina de Alberto Núñez Feijóo hacia Mazón durante su visita a Valencia, tres y cuatro días después su alegato en favor del presidente valenciano ha sido cuando menos tibio, poco explícito, inexistente por momentos.
"El cambio es evidente... Tendrás que preguntar en Génova los motivos del evidente distanciamiento o señalamiento", señala a este periódico un dirigente autonómico del PP. "Es muy complicado el papel de la Generalitat", siguen desde el entorno de un barón de peso. "La política es así de cabrona, pero es cierto" que Feijóo ha cambiado el paso, continúan desde el equipo de otro. "El partido quiere distanciarse", asume una fuente popular próxima al jefe del Consell.
Así está el termómetro intramuros del PP después de que Feijóo no haya reivindicado la firmeza de Mazón aguantando el chaparrón de críticas, insultos y objetos de los vecinos de Paiporta junto a Felipe VI. "Gracias por estar siempre al servicio de los españoles. Otra vez el comportamiento del Rey y la Reina ha sido ejemplar", focalizó en el monarca la resistencia mientras Sánchez ponía rumbo hacia el Centro de Coordinación Operativo Integrado (CECOPI) tras una agresión –como ha comprobado este periódico– que no se materializó como dijo Moncloa: aunque la tensión fuera extrema, el palo no le dio. Además, tampoco aprovechó su comparecencia de este lunes para hacerlo. Es más: tan sólo verbalizó su nombre en una ocasión. Para "reconocer a las administraciones que han sabido cooperar unidas en el CECOPI, lideradas por el president Mazón", en referencia a los ayuntamientos, la Generalitat y los departamentos del Gobierno implicados en la gestión de la catástrofe.
"Estamos en el trabajo diario"
El mayor punto de fricción, no obstante, es la insistencia de Feijóo en que Sánchez declare la emergencia nacional. O lo que es lo mismo: que el Gobierno despoje a la Generalitat del mando de la crisis y éste pase a manos del Ministerio del Interior que dirige Fernando Grande-Marlaska. Un escenario que la dirección nacional del PP defiende desde el minuto 1 de la catástrofe, pero que ni Gobierno ni Generalitat apoyan. Curiosamente, tampoco Tellado hizo alusión a esta petición durante su reunión con Bolaños en el Congreso. Activar el nivel 3 de alerta supondría despojar a Mazón del liderazgo del cataclismo y de la posibilidad de reivindicarse políticamente ante los valencianos. Una grieta a la redención aunque su futuro (también para muchos en el partido) sea aciago.
El Ejecutivo, como repitió este lunes por boca de Bolaños, sigue defendiendo el modelo adoptado de "cooperación entre gobiernos" en el que la Generalitat lleva la batuta. Según dijo el ministro para la Presidencia, es el que "aconsejan los expertos", "el que dicta la ley" y el óptimo "en este tipo de emergencias". En definitiva, tanto para Mazón como para Sánchez, es mejor que la cadena de mando dependa de la autoridad autonómica. Para el líder del PP, por el contrario, declarar la emergencia nacional representa la solución legal y política canónica para gestionar la crisis. Un ejemplo de manual, clarísimo, sin discusión. "Si esto no es una emergencia nacional, ¿qué lo es entonces?", se preguntó este lunes.
Pero, ¿qué piensa un Mazón que durante en su entrevista en la COPE esquivó la pregunta? Consultados por este periódico, fuentes de la Generalitat evitan cualquier roce con Génova. "No estamos en la burocracia ni en los debates de competencias o de declaraciones que le corresponden al Gobierno. Estamos en el trabajo diario, ayudas y mejor coordinación de todos", zanjan, centrándose en la difícil situación que los envuelve, sumidos en un escenario que ya arroja 217 víctimas mortales. En Génova, mientras, reivindican que defendieron "ese modelo desde el primer día". Y que sería lo que "Feijóo habría hecho si fuera presidente del Gobierno de España". Algo que dijeron, aseguran, "desde el mismo jueves, en Valencia, en presencia de Carlos".
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