Pocos habrían aventurado que reconocidos felipistas como Javier Solana, Narcís Serra, Carlos Solchaga o Joaquín Almunia se revelarían conversos a la amnistía pactada por Pedro Sánchez con Carles Puigdemont o habrían de tragársela a la fuerza, tras apadrinar la candidatura del líder del PSOE el 23-J. De todo hay en el grupo de 39 exministros de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero que pidieron el voto para quien garantizaba “una España unida y diversa. Con la Constitución y el diálogo como el mejor método para convivir pacíficamente”. El perdón y borrado de los delitos de los sediciosos es ahora bendecido o digerido en trago amargo por esos y otros exministros, con la particularidad de que algunos de quienes han abrazado la fe sanchista ocupan altos puestos que satisfacen su vanidad, su cuenta corriente o ambas a la vez.
La realidad es que los 39 peticionarios de voto para Pedro Sánchez en las elecciones generales son más numerosos que otros exmiembros de consejos de ministros que en las últimas semanas se sumaron a las advertencias y lamentaciones de Felipe González y Alfonso Guerra. De los que podrían considerarse felipistas de primera hora, con altas responsabilidades de estado en Defensa (Narcís Serra), Exteriores (Javier Solana) o incluso en la Unión Europea y la OTAN (Joaquín Almunia y Javier Solana), dos de ellos, Narcís Serra y Joaquín Almunia, han ampliado su credulidad en el presidente al pacto por éste alcanzado con los separatistas.
Llama la atención que Almunia, que fuera Comisario de la Unión durante diez años, coincida con Rodríguez Zapatero rechazando ambos el mismo día, y casi con las mismas palabras, que la UE vaya a frenar el proyecto blanqueador de los delitos cometidos en el procés. “Entiendo muy bien las razones por las que se pone encima de la mesa un proyecto de amnistía (…) lo del PP en Bruselas es mover la cola, yo creo que no saben lo que es Bruselas”, afirmó el pasado día 15 Almunia en la Cámara de Comercio de Bilbao. El exministro y excomisario de la UE, que hizo su brillante carrera política de la mano de González, tras su tono burlón hacia el PP aventuró que “en Bruselas verán que no tiene mayor impacto sobre cualquier norma o cualquier principio de la UE”.
Más lejos que Almunia en la apología de la factura abonada por Sánchez para su investidura ha llegado otro exministro crecido a la sombra de González, Serra. El que fue alcalde de Barcelona y titular de Defensa, en vísperas de la sesión de investidura firmó, junto al resto de ex secretarios generales del PSC, un artículo acusando a “las derechas españolas y los partidos procesistas” de haber “exacerbado la división entre los catalanes y la brecha abierta entre Catalunya y el resto de España”, sosteniendo a continuación que “la amnistía es un buen camino por el reencuentro entre los catalanes y por el mejor encaje de Cataluña en el marco de España y de la Unión Europea”. Serra, tras su paso ruinoso por Caixa Catalunya preside el Institut Barcelona Estudis Internacionals (IBEI), donde participan las universidades públicas de Barcelona y patrocinan la Generalitat, el Ayuntamiento, Fundación La Caixa, Banco Sabadell, etc.
En las últimas semanas se han registrado en la filas de veteranos del PSOE, junto a autorizadas voces de alarma, silencios elocuentes de quienes no quieren hablar sobre las consecuencias del pacto con Puigdemont en razón de la neutralidad debida a los cargos que ocupan, aunque no todos han sido coherentes en esa actitud. Al final del documento Manifiesto votar al PSOE, publicado en julio, aparecía una apostilla que, en realidad, era una forma solapada de adherirse a la petición de voto sin parecerlo, con estas palabras: “Los exministros y exministras que figuran a continuación desean aclarar que no suscriben este manifiesto en atención a la neutralidad política que requiere la responsabilidad institucional o profesional que actualmente desempeñan”.
Entre los seis personajes que recurrieron a ese modo vulgar de cubrir las apariencias se encuentran Mª Teresa Fernández de la Vega y Fernando Ledesma, expresidentes del Consejo de Estado y en la actualidad consejeros permanentes de ese órgano consultivo. Fernández de la Vega y Ledesma, escudados en que la institución a la que pertenecen no ha sido consultada por el Gobierno, no han opinado individualmente sobre la crisis institucional abierta por la amnistía y que ha despertado alarmas en Bruselas, pese a que en el mes de julio sí rompieron la “neutralidad política” pidiendo el voto para el PSOE.
En el mismo grupo de quienes firmaron solapadamente en favor del candidato socialista pero, en atención a sus cargos, ahora no se pronuncian sobre la polémica desencadenada, figuran la exministra de Sanidad y de Asuntos Exteriores (con Zapatero) Trinidad Jiménez, en la actualidad directora de Estrategia Global de Asuntos Públicos de Telefónica y presidenta de la Cámara de Comercio Brasil-España y su predecesor en Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Éste es Alto Representante de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones, puesto internacional de obligada neutralidad partidista que no ha sido óbice para que se adhiriera a la petición de votar al líder sanchista.
De quienes rubricaron sin tapujos el manifiesto de julio, habiendo ocupado en su día cargos de alta responsabilidad junto a González, sorprendió la presencia de Solana o Solchaga, felipistas pata negra -el primero de ellos, además de ministro fue secretario general de la OTAN y Alto Representante de la UE-, dada su trayectoria política muy diferente a la mostrada por Sánchez en la anterior legislatura. En ambos casos, tras significarse de cara al 23-J están consintiendo la ley de amnistía promovida por aquel para quien pidieron el voto. Ya se mantengan en silencio por conformidad o por temor, Solana y Solchaga ocupan puestos relevantes que no los empujaron a la neutralidad política en vísperas de las últimas elecciones, pero sí los mantienen mudos ante la crisis desatada por los compromisos adquiridos con el independentismo.
Solana es presidente del organismo público Real Patronato Museo del Prado y vicepresidente del Instituto Salud Global, promovido por la Fundación La Caixa. El exministro de Economía Solchaga preside la Fundación Arquitectura y Sociedad, entre cuyos colaboradores figuran el Gobierno de Navarra y el Ministerio de Transportes, siendo asimismo presidente de honor de la Fundación Euroamérica, cuya presidencia ejecutiva ocupa el también socialista y firmante del manifiesto del 23-J, Ramón Jáuregui. Este último, precisamente, ha sido uno de los pocos miembros de los 39, junto a Jordi Sevilla, que ha alzado muy ligeramente la voz contra la ley capitaneada por el Grupo Socialista, por sus efectos nocivos.
Visto con perspectiva, en el balance de socialistas veteranos creyentes y no creyentes en el liderazgo sanchista, los primeros quedan muy por encima y con eso ha contado durante estos meses el presidente en funciones, sabedor de que los llamamientos de González y Guerra no tendrían gran recorrido en el seno del partido. Con la particularidad de que la brillante cosecha de firmas que consiguió el candidato Sánchez antes de las elecciones generales tuvo escasa repercusión en la opinión pública, pese a la identidad de quienes apoyaban el proyecto de un desgastado presidente.
También tuvo un discreto tratamiento un segundo documento de apoyo electoral al socialista español, en este caso de 44 líderes extranjeros, entre ellos dos presidentes (Argentina y Brasil), tres primeros ministros y otros ex altos cargos como Gordon Brown, Jacques Delors, Enrico Letta, alcaldes de Roma y París, etc. Se obtuvieron esos respaldos presentándoles a la firma un texto que apoyaba las “sociedades que se conciben a sí mismas desde la solidaridad entre territorios y generaciones”. Utilizó, además, el inquilino de la Moncloa su influencia como presidente de la Internacional Socialista. Esa Internacional, que no atraviesa por su mejor momento, ha recibido con entusiasmo la continuidad de su líder español en la Moncloa, haciendo suyo un enardecido tuit de la eurodiputada del PSOE por Baleares Alícia Homs, que roza una adoración a Sánchez semejante a la dispensada a Francisco Franco como hombre providencial: “El referente en Europa. El líder socialdemócrata que paró la extrema derecha y que seguirá haciendo avanzar a España en derechos y libertades. Gracias @sanchezcastejon. Orgullo @PSOE”.
Controlada por el sanchismo la dirigencia del socialismo español y de la socialdemocracia europea, la investidura de Sánchez ha ido acompañada de un alud de interpretaciones y análisis a favor y en contra de la amnistía y sus cesiones a los separatistas, destacando entre las primeras tres artículos que incluyen tres tipos de argumentarios para sostener la apuesta política del presidente del Gobierno: el académico, obra del profesor de la UC3M Ignacio Sánchez-Cuenca (El País, 15/11/2023); el mediático-periodístico, a cargo de José Miguel Contreras (infoLibre, 13/11/2023) y el jurídico, de la mano de Baltasar Garzón (web Grupo de Puebla, 15/11/2023, recogido de infoLibre).
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