España

Félix Bolaños, el superministro del lawfare y la amnistía con un pie en Ferraz y otro en La Moncloa

El imparable ascenso de Bolaños demuestra que es una pieza imprescindible para Sánchez. Se enfrenta al reto de contener al Poder Judicial y a las dudas de Bruselas sobre la amnistía

Félix Bolaños ya no es ese ministro tímido, con fama de serio. Ahora tiene X -antiguo Twitter- y es uno más de la fiesta habitual de mensajes de la factoría Moncloa-PSOE. Bolaños ha sumado a sus competencias en Presidencia la cartera de Justicia, que será un Miura difícil de lidiar por la amnistía del Gobierno a Carles Puigdemont y al resto de independentistas que han delinquido de una u otra forma en los últimos 12 años.

Bolaños (Madrid, 1975) ha dejado de ser el ministro gris con fama de negociador discreto. Y se ha convertido en uno de los ejes de poder sobre los que pivota el Gobierno y el PSOE. Todo pasa por Bolaños. Su figura ha sido clave en la pacificación de las relaciones entre La Moncloa y Ferraz. Una pacificación que no ha llegado por la vía de las buenas palabras y la persuasión, sino por una purga discreta pero implacable de cualquier voz discrepante, incluso de quienes fueron los más leales soldados de Sánchez.

Bolaños mantiene sus funciones tanto en el partido como en el Ministerio de Presidencia, donde nadie puede negar el éxito de su gestión. Se ha sustituido a Sumar por Podemos sin que se note. Y mantiene el liderazgo de los pactos con los aliados separatistas y nacionalistas de Pedro Sánchez. En esta legislatura ha sumado a Puigdemont, que es un hueso. Pero, de momento, ha conseguido su principal objetivo: la investidura.

Félix Bolaños, 'vicepresidente político'

Bolaños cuenta en esta tarea con dos peones de su máxima confianza. En el partido, Santos Cerdán, ejecutor de cuantos cambios sean necesarios. En el Gobierno, Rafael Simancas, su mano derecha en Presidencia. Juntos lideran las negociaciones con los grupos y, por ejemplo, han gestionado el cambio de letrado mayor en el Congreso para evitar problemas con la tramitación de esta proposición de ley de dudosa constitucionalidad según un amplio consenso de los juristas.

Bolaños ha asumido ahora Justicia, el Ministerio más complicado de la legislatura por la amnistía. Ya durante la larga negociación posterior a las elecciones del 23-J, llevó la voz cantante frente a la titular de Justicia entonces, Pilar Llop. El desacuerdo de Llop con esta medida es más que evidente, porque no ha recibido premio de consolación alguno en las recolocaciones de Sánchez.

Bolaños es, de facto, el vicepresidente político del Gobierno, aunque no tenga ese rango. El superministro ya ha visto en estos primeros compases del mandato que no será fácil por la amnistía. Por un lado, tiene a una judicatura en pie de guerra tanto por esta norma como por los constantes ataques del independentismo a su labor. Por otro, ha sufrido en primera persona el malestar de la Comisión Europea. Primero, respondió a sus dudas con desprecio; y ahora ha tenido que asumir en nombre de Sánchez la defensa de esta legislación ante los recelos de Bruselas.

El camino de la amnistía

El camino de la amnistía es tortuoso. No sólo por lo que dice la ley, que también, sino porque hay demasiadas incógnitas a su alrededor. La primera de todas es el propio Puigdemont, que es un aliado impredecible. Solo hay que verlo en su intención inicial de tumbar el primer decreto económico del Gobierno. Puede que a Bolaños no le quede más remedio que mirar al PP. Y si tiene que hacerlo, lo hará.

Al ministro de Presidencia y Justicia le esperan meses difíciles. En primer lugar, porque es complicado conciliar la verborrea de Puigdemont con los órganos de Gobierno de los jueces. Las comisiones parlamentarias abiertas en el Congreso a petición del separatismo para investigar a los magistrados por el famoso lawfare son una línea roja para la carrera judicial y, también, para la Comisión Europea.

Bolaños ya ha dicho que los jueces no tienen que acudir a estas comparecencias. Pero no es que lo diga él, es que lo dice la ley. También ha tenido que admitir cambios a la propuesta inicial del PSOE. Dice que serán "mejoras técnicas", pero nadie conoce todavía el alcance de la negociación.

Al superministro le espera una batalla en dos frentes Tres procesos electorales -Galicia, País Vasco y europeas- y culminar la amnistía de centenares de condenados y procesados por delitos muy graves, hasta de terrorismo. Bolaños llevará la voz cantante.

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