El sector feminista está en ebullición por la ley de Libertad Sexual de Irene Montero, también conocida como ley del sí es sí. El malestar se está expandiendo incluso en segmentos afines a Podemos, además del feminismo más tradicional, vinculado al PSOE e Izquierda Unida. Esta vez son compañeras o excompañeras de Montero las que le reprochan un enfoque equivocado y cómo se plasma la norma en el Código Penal. Aumentan, además, las dudas sobre las marchas del 8-M, porque creen que celebrarlas en un escenario de pandemia refuerza a Vox.
Las críticas a la ley del sí es sí empiezan a emerger incluso en el sector feminista de la órbita de Podemos. Circulan nombres de primer nivel del partido en contra de la iniciativa, como exdirigentes como Clara Serra y Carolina Bescansa. También escritoras y miembros de la sociedad civil que suelen participar en actos del partido se han desmarcado de la iniciativa. Es, por ejemplo, el caso de Nuria Alabao, a quien miembros del partido morado asocian a su formación.
El malestar va in crescendo desde el año pasado. Incluso en el grupo político del Congreso, algunas compañeras de Montero se han atrevido a cuestionar su enfoque. En febrero de 2020, cuando Justicia tumbó por primera vez el texto normativo del sí es sí, como desveló Vozpópuli, Gloria Elizo, otra exmiembro de la ejecutiva y ahora en la Mesa del Congreso, expresó a Montero sus dudas sobre cómo estaba abordando la cuestión.
Las críticas se refieren a que la normativa que prepara Montero se centra en el castigo y el Código Penal, y no en la política cultural, que consideran lo más adecuado para garantizar la llamada “libertad sexual” desde la izquierda. Este fuego amigo llega pocos días después de que también el Consejo General del Poder Judicial ha cuestionado la ley del sí es sí. Incluso magistrados progresistas del colectivo Jueces por la Democracia han hecho llegar en estos días mensajes críticos a la ministra Montero.
La "gente" de Montero y el 8-M
Esta semana, según revelan fuentes del sector feminista, el malestar con Montero se ha extendido también a la celebración de la marcha del 8-M. Montero está presionando a su grupo de afines para que se celebre la marcha, aunque parte del Ejecutivo de Pedro Sánchez está en contra. Se trata de un movimiento en la sombra, y que se justifica en el hecho de que este año prevén organizar manifestaciones descentralizadas (barrios y distritos) para evitar aglomeraciones multitudinarias.
Montero ha afirmado que no irá a ninguna marcha, pero otros dirigentes de Podemos, como Pablo Echenique, se han expresado favorablemente. De hecho, desde el feminismo madrileño sostienen que “quien ha montado la manifestación es la gente de Montero”. Pero reconocen que hay una doble división también en ese ámbito.
“Hay grupos feministas de Podemos que dicen que no estamos en momentos de manifestación. Pero no lo dicen en voz alta”, afirman, y agregan: “Un sector de Podemos junto con el del PSOE no están a favor de la manifestación. Es que no tiene sentido, no podemos ir a casa de nuestros padres pero puedo ir a una manifestación con mi madre. Y esto refuerza a Vox, porque le das las razón”.
División en el movimiento
La sensación que se percibe es que el ministerio de Montero ha caído en cierto aislamiento con respecto a los colectivos feministas. La ministra que se postuló como aglutinadora de todo el feminismo corre peligro de convertirse en la artífice de la ruptura.
Montero no quiere perder el pulso del feminismo y su equipo necesita “generar titulares” para lograr visibilidad en el Gobierno. Se trata de una estrategia compartida con otros ministros de Podemos en el Ejecutivo y que tiene el objetivo de equilibrar la caída a nivel organizativo. Fuentes de Podemos desvelan la preocupación que genera ese conflicto en la propia ministra, aunque Montero no es una dirigente acostumbrada a dar marchas atrás. Hace tan solo unos días, zanjó en las redes sociales: “Sí es sí, será ley”.
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