Francisco Paesa, el espía, banquero y diplomático que ayudó en 1994 a fugarse de España al entonces director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y a quien entregó un año después a cambio de una sustanciosa recompensa, ha reaparecido. Y lo ha hecho dos décadas después desde París, donde reside, como protagonista de la última portada de la revista Vanity Fair -medio al que ha concedido una entrevista en exclusiva- y pocos días antes del estreno de El hombre de las mil caras, la película que, basada en el libro del periodista Manuel Cerdán, recupera el episodio de ambos ex altos cargos.
Con gafas de sol y trajeado, Paesa asegura que decidió marcharse definitivamente de España cuando se juzgó al general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo por el caso Lasa y Zabala (las primeras víctimas de los GAL) en el año 2000. “No lo soporté. Era el tío más condecorado de España y lo condenaron por un etarra…”. Dice que él no tuvo nunca implicación alguna en los GAL y que para tenerla “había que estar loco”. Que el GAL eran básicamente los expolicías José Amedo y Michel Domínguez, que fueron condenados por ello, y que eran “incontrolables”. Que él solo conoció a Amedo una noche en un burdel de Bilbao. Este llegó, se abrió la chaqueta, “mostró el pistolón” en el cinto y gritó “¡Yo soy el GAL!”.
"Me dijeron que Pelopincho [el apodo de Roldán en Interior] había hecho una estupidez y que a ver si podía ayudarlo. Y eso hice", dice PAesa
Pero también encontró otro motivo para marcharse del país: el caso Roldán. "Me dijeron que Pelopincho [el apodo de Roldán en Interior y el Gobierno] había hecho una estupidez y que a ver si podía ayudarlo. Y eso hice". Según su versión, en su momento le planteó a Roldán devolver el dinero que se había llevado de los fondos reservados y de comisiones ilegales, unos 16 millones de dólares de entonces. Pero no le pidió que devolviera todo: "No haberse llevado 15 y devolver los 15, tampoco vamos a exagerar, porque coger el dinero lleva un trabajo, a pesar de todo", dice Francisco Paesa en la entrevista.
El espía añade que él no se ha llevado "ni un céntimo de Roldán". "Yo no he cobrado ni un céntimo de Roldán. Es más, me ha costado dinero. Bastante. No lo he calculado. Pero probablemente tres o cuatro millones de dólares fácilmente”, afirma. Más aún, Paesa explica cómo se repatriaron parte de los fondos, que según su versión se entregaban a la mujer de Roldán, Blanca Rodríguez Porto. Sin duda, una versión muy diferente a la que sostiene el ex director de la Guardia Civil, que acusa a su antiguo amigo y protector de haberse quedado con todo el dinero robado.
Su supuesta muerte
En 1998 El País publicó la esquela de Paesa. Él mismo cuenta en Vanity Fair que cuando supuestamente murió estaba en Tailandia en una misión antiterrorista que le había encargado el Gobierno de Argentina y en la que cayó herido. Y que lo metieron en una ambulancia y lo trasladaron a un barco. "Y ahí desaparecí. Yo no supe nunca en qué barco estaba. Jamás me lo han dicho. Estuve casi seis meses en coma y sin conocimiento". Preguntado sobre si le convenía fingir su muerte, responde: "No es que me viniese mejor, es que me daba igual. Ah, ¿que estoy muerto? Bueno, pues estoy muerto, ¿y qué?".
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