Francisco Javier Aríztegui tiene las horas contadas como subgobernador del Banco de España. Esta mañana se ha reunido en el Congreso con los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios para explicarles el destino de los recursos públicos que han absorbido cuatro entidades intervenidas: la CAM, Cataluña Caixa, Nova Caixa Galicia y el Banco de Valencia. Se ha negado a entrar a fondo sobre los 4.000 millones largos consumidos hasta ahora por Bankia porque, en su opinión, y a pesar de la insistencia de algunos grupos, el FROB todavía no ha abordado en su integridad la operación que permitirá, previsiblemente, salvar la firma.
El dinero consumido hasta ahora por estas cuatro entidades intervenidas suma más de 12.000 millones de euros, una cantidad suficiente como para que el subgobernador del Banco de España hubiera dado explicaciones con luz y taquígrafos. Sin embargo, y a pesar de la insistencia de la mayoría de los partidos para que rindiera cuentas en público, se ha refugiado en la opacidad de una subcomisión que funciona a puerta cerrada salvo que en el futuro el PP, que tiene mayoría, decida lo contrario.
Esta mañana se ha acordado que en las próximas semanas pasen por esta subcomisión los directores generales de la CECA y de la AEB, además del secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre. Todos los grupos consideran en privado que se trata de comparecencias de muy segundo nivel. El Gobierno sigue en su estrategia de ganar tiempo y por eso ha vetado la presencia en esta subcomisión del todavía gobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien va a intentar, valiéndose de la limitada influencia del PSOE, desahogarse en el Congreso el próximo mes de julio.
En el congelador ha quedado también la comparecencia pedida por la oposición del ex presidente de Bankia, Rodrigo Rato.
Aríztegui ha salido literalmente huyendo de los medios de comunicación al terminar su comparecencia, escoltado por el director de Comunicación del Banco de España, haciendo caso omiso a las preguntas que le han hecho micrófono en mano una lluvia de informadores.
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