¿Puede no apreciarse ensañamiento en un crimen en el que la víctima recibió decenas de puñaladas? ¿Qué ocurre si la primera ya fue mortal y el resto pueden considerarse “gratuitas”? ¿El número de cuchilladas es definitivo para emitir un veredicto judicial de asesinato o es necesario confirmar que el agresor quiso de forma consciente incrementar el sufrimiento del fallecido? Sobre este último particular, nuestro Código Penal define el ensañamiento como “aumentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la víctima, causando a ésta padecimientos innecesarios para la comisión del delito”. Es decir, que si en el ánimo del delincuente no está presente la voluntad clara de acrecentar el padecimiento del agredido, como fija la ley, no cabrá acusarlo de haber actuado con ensañamiento, que es uno de los agravantes contemplados para que un homicidio pueda ser calificado como asesinato, con el consiguiente incremento de las penas.
Este concepto legal saldrá a buen seguro a relucir en los próximos días en la Audiencia Provincial de Pontevedra, donde esta mañana arrancó el juicio contra un hombre acusado de matar a otro en la localidad de Mondariz asestándole la friolera de entre ochenta y noventa puñaladas. ¿Cuál será el veredicto? La pregunta no parece ofrecer duda alguna, porque el detenido, Miguel Ángel G. M, de 36 años, ya ha reconocido los hechos que se le imputan en la primera sesión de la vista, si bien a partir de ahora habrá que ver qué estrategia sigue la defensa para intentar rebajar la pena que pide el fiscal, consistente en 17 años de cárcel por un delito de asesinato tras ser aplicada la atenuante de alteración psíquica debido a sus antecedentes por enfermedad mental. El procesado, que permanece ingresado en la prisión de A Lama desde su detención, sólo ha tomado la palabra para responder a la magistrada que “sí son ciertos” los hechos de los que se le acusa y se ha acogido a su derecho a no declarar, ni siquiera a las preguntas de su letrado, según informa Europa Press.
Adquirió el arma en un bazar
El suceso, que se juzga ante un tribunal popular, ocurrió en enero de 2021 en el municipio pontevedrés de Mondariz, de apenas cinco mil habitantes. Agresor y víctima eran los únicos huéspedes del hostal en el que se desarrollaron los hechos y las relaciones de vecindad entre ellos no eran precisamente cordiales debido a que el primero acusaba al otro de poner la música muy alta a cualquier hora del día o la noche, de aporrear las paredes de su habitación y de importunarle constantemente pidiéndole tabaco. Harto, el veterano huésped, que llevaba casi veinte años residiendo en el citado hostal, puso sus quejas en conocimiento de los responsables del establecimiento. Y con ello firmó su condena de muerte, porque su 'compañero' de pensión, al enterarse de esta denuncia, fue a por él y le amenazó con que le pasaría “por la piedra” por haberle “jodido”.
Pocos días después, en el hostal fue hallado el cadáver de un varón de 44 años cosido literalmente a puñaladas. Se trataba de J. L. F y el equipo forense contó entre ochenta y noventa heridas de arma blanca cuyas características eran compatibles con las de un cuchillo de cocina que el sospechoso había comprado el 9 de enero de 2021 en un bazar de un municipio cercano. Su detención fue rápida y desde entonces se encuentra encarcelado en A Lama, de donde a buen seguro no podrá salir en una larga temporada.
Aunque este suceso alcanzó gran notoriedad por el altísimo número de puñaladas que recibió la víctima, el crimen de Mondariz no pasará a la historia por haber batido un récord en el sangriento ranking de los asesinatos perpetrados con arma blanca. Sin ir más lejos, el 16 de noviembre de 2020 un hombre de sesenta años mató en Liverpool (Reino Unido) a su esposa tras asestarle nada menos que trescientas cuchilladas por considerar que le estaba siendo infiel. Luego la desfiguró aún más a golpes. Otro caso muy sonado ocurrió en Argentina en 2019. En esta ocasión una mujer de 38 años acabó con la vida de su esposo de 185 puñaladas tras aguantar un larguísimo calvario de malos tratos y abusos. Su hija participó en el crimen.
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