Galicia

Muere el párroco gallego que colaboró en el despegue de Zara junto a un gran ejército de 30.000 costureras

Durante los años 80 del pasado siglo, cuando Amancio Ortega ponía las semillas del ‘milagro Inditex’, el cura López Neira impulsó la creación de decenas de cooperativas textiles en Galicia

Hace medio siglo, cuando un anónimo emprendedor llamado Amancio Ortega empezaba a sembrar las semillas de lo que acabaría siendo Zara y el imperio textil Inditex, el más grande a nivel internacional, un sacerdote que estaba destinado en la parroquia coruñesa de Santa Gema se convirtió de repente en una pieza fundamental en el asentamiento y desarrollo en Galicia de un gigante empresarial que actualmente factura la friolera de 36.000 millones de euros anuales, cuenta con casi seis mil tiendas repartidas por todo el planeta y tiene en nómina a más de 160.000 empleados.

Aquel sacerdote pasionario se llamaba Jorge Manuel López Neira y falleció el pasado 10 de abril en Bilbao, a los 89 años, tras dedicar una parte muy importante de su vida a promover la creación de numerosas cooperativas textiles en las que grandes ‘batallones’ de mujeres, la mayoría amas de casa del entorno rural gallego, dejaron a un lado parte de sus quehaceres habituales en el campo y en el hogar para dedicarse a coser a todo ritmo para la familia Ortega. Corrían los años 80 del pasado siglo y poco antes acababa de aterrizar en el mercado, en un establecimiento radicado en una de las mejores arterias comerciales de La Coruña, la marca Zara. ¿Les suena el nombre?

La nueva empresa dedicada a la moda, cuya principal característica consistía en ofrecer diseños modernos con precios al alcance de casi todos los bolsillos, empezó a crecer de tal forma que muy pronto se vio obligada a contar con nuevos trabajadores capaces de dar una respuesta rápida a una demanda en constante desarrollo. Y en ese momento fue cuando entró en juego el joven y activo sacerdote López Neira, que en un tiempo récord logró impulsar decenas de cooperativas textiles repartidas por un amplio espectro de municipios gallegos. La demanda de costureras era de tal calibre que en muy pocos años el número de talleres superó el centenar. El punto más álgido de aquella operación se alcanzó en 1992, año en el que un verdadero ejército de 30.000 mujeres se encargaba a diario de sacar adelante los pedidos cursados por Zara.

'Finanzas para mortales'

Un amplio artículo publicado en 2018 en 'Finanzas para mortales', un proyecto educativo financiado por la Fundación Uceif, narra cómo fueron los inicios de Inditex y la estrecha colaboración que mantuvo el sacerdote natural de Boqueixón (La Coruña) con los fundadores de la empresa cuando Amancio Ortega era todavía un perfecto desconocido. Tomando como referencia las informaciones de diversos estudiosos del fenómeno Inditex, especialmente Xabier Blanco y Jesús Salgado, autores del libro ‘Amancio Ortega, de cero a Zara’, el citado artículo rememora la creación, en 1972, de Confecciones Goa por parte de los hermanos Antonio y Amancio Ortega, a la que poco después siguió la fundación de Samlor, dedicada a la fabricación de abrigos y pantalones; Noite, de pijamas para caballero, y Fíos, de camisas de niño.

Un año después, en 1975, consiguieron al fin establecer una tienda propia, la mítica Zara. El primer establecimiento con este nombre se instaló en Juan Flórez, una de las principales calles comerciales de La Coruña, y muy pronto se convirtió en un referente para miles de clientes. El fuerte crecimiento experimentado por las ventas, que a todas luces no se podía sostener con la elaboración propia de Confecciones Goa y sus marcas, les hizo recurrir a proveedores de proximidad, y ahí fue donde empezó a entrar en juego el sacerdote destinado en la parroquia obrera de Santa Gema, donde permaneció durante casi 25 años antes de ser trasladado a nuevos destinos fuera de su Galicia natal.

Aplausos y protestas por la creación de talleres

El reportaje de ‘Finanzas para mortales’ recuerda que en aquellos momentos Jorge López Neira había creado ya algunas cooperativas textiles femeninas, de las que se valieron los creadores de Zara para poder dar salida de una forma rápida y eficaz a los crecientes pedidos de sus clientes. Dicha forma de actuar contó con el aplauso de quienes destacan la oportunidad que ese trabajo supuso para miles de mujeres de procedencia por lo general humilde, en el sentido de que les permitió ganar un dinero complementario al de la renta familiar y a la vez abandonar por unas horas sus rutinas domésticas, y también con el rechazo frontal de quienes señalan que esa labor se realizaba a destajo en establecimientos de discutible legalidad y estaba mal remunerada. En torno a este debate hay, evidentemente, opiniones para todos los gustos.

Tras ese periodo de asentamiento y desarrollo a nivel gallego y nacional, el crecimiento internacional del grupo se inició 1988 con la creación de la primera tienda Zara en Portugal, a la que siguieron la de los Estados Unidos, en 1989, y la de Francia, en 1990. Esta creciente expansión exigió la salida a bolsa de la firma en 2001, año en el que se publicó la primera fotografía del fundador de Inditex por exigencia del mercado de valores. Hasta entonces, Amancio Ortega había llevado una existencia absolutamente anónima, algo a lo que tuvo renunciar tras dar el salto a la arena internacional y convertirse en una de las mayores fortunas del mundo.

El resto de la historia es más que conocida y la figura del gran impulsor del llamado ‘milagro Inditex’ sigue provocando admiración a nivel planetario por ser un ejemplo paradigmático del empresario hecho a sí mismo. Del hombre que, partiendo de cero, logró crear el mayor imperio textil del planeta a partir de unos simples talleres de confección de camisas, batas y pijamas. Todo ello, eso sí, con la inestimable ayuda de un joven cura de Boqueixón y de un incansable ejército de costureras gallegas.

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