Se miren por donde se miren, los resultados del 18-F en Galicia conducen siempre a la conclusión de que el PsdeG se ha convertido en una fuerza prácticamente marginal frente al imbatible PP y al pujante BNG. Más allá del número de escaños conseguidos por cada partido a nivel autonómico o provincial, que refleja ya de forma fidedigna el naufragio sufrido por los socialistas tras perder cinco diputados y quedarse solo con 9 frente a los 40 de los populares y los 25 del Bloque, uno de los parámetros que mejor retratan la debacle de las ‘tropas sanchistas’ es el hecho de que solo lograron imponerse, como la fuerza más votada, en cinco de los 313 municipios que integran la comunidad autónoma. Para hurgar más en la herida, se trata de localidades con muy poco peso poblacional, de forma que cuatro de ellas no llegan siquiera a los mil habitantes, mientras que la última rebasa esa cifra por muy poco.
El cuarteto de las menos pobladas lo componen Negueira de Muñiz (Lugo), con aproximadamente 240 vecinos censados; Ribeira de Piquín (Lugo), con poco más de 500; Calvos de Randín (Ourense), que no llega a los 700, y Pedrafita do Cebreiro (Lugo), que según el INE de 2023 se quedó justo a las puertas del millar de habitantes, 999, tras perder una treintena durante el año anterior. El municipio más poblado en el que triunfaron los socialistas es el orensano de Entrimo, que cuenta con 1.098 habitantes. A priori, parecía casi imposible que el PSdeG pudiese obtener peores datos que los registrados en las elecciones autonómicas de 2020, en las que solo consiguió imponerse en nueve de los más de trescientos ‘concellos’ gallegos, pero el pasado domingo se cumplió la ley de Murphy y aquel fragilísimo suelo se vino aún más abajo al perder otros cuatro peldaños.
Si se comparan los datos entre el PP y el PSOE a nivel municipal, la victoria a favor del primero es abrumadora tras haberse convertido en el partido más votado en 295 localidades, de forma que prácticamente todo el mapa municipal aparece teñido de azul. Ese excelente registro es, pese a todo, un poco peor que el de hace cuatro años por el retroceso vivido en tres ‘concellos’. El Bloque Nacionalista Galego, a pesar del fuerte avance que ha experimentado a nivel municipal, ha logrado ser la fuerza más votada en solo 13 localidades, pero a cambio ha mejorado los registros alcanzados en 2020 en prácticamente todas las poblaciones. Además, lo más relevante es que entre esas 13 ciudades figura Vigo, donde el BNG se ha convertido por primera vez en la fuerza hegemónica de la ciudad más poblada de Galicia frente al PP, que pasa a la segunda posición pese a haber cosechado diez mil votos más que en las elecciones autonómicas de hace cuatro años, y al PsdeG, que baja hasta el tercer puesto tras dejarse en el camino de la última legislatura la friolera de 13.000 sufragios.
La ecuación que resume lo ocurrido en el municipio con más peso poblacional de la región (cerca de 300.000 habitantes) es que mientras los nacionalistas consiguieron el apoyo de casi 57.000 electores, el 37% del total, tras ganar 25.000 de una tacada, los socialistas solo convencieron a poco más de la mitad, en concreto a 30.781. Estas cifras no se parecen en nada a las registradas en las últimas elecciones municipales de 2023, en las que el alcalde socialista Abel Caballero volvió a arrasar al obtener más de 82.000 papeletas, pero muchos analistas ofrecen una explicación muy sencilla a semejante disparidad. Simplemente, los vigueses no votan al PSOE, sino a Abel Caballero.
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