De ser un país y no una colonia, el PIB per cápita de los gibraltareños, en el entorno de los 64.000 dólares, alcanzaría el tercer puesto del mundo según el ranking del FMI en 2013, sólo por debajo de Catar y Luxemburgo, y muy por encima de Reino Unido, en el número 22 con 37.500 dólares, y España, en el 28 con 30.000 dólares.
El Peñón remonta hasta esa posición desde el noveno puesto que se hubiese anotado en 2011. Y tales cifras sólo se explican porque conserva una fiscalidad muy relajada. En vigor desde 2011, ésta tiene un tipo de Sociedades del 10 por ciento y no exige tributación ni por los beneficios generados fuera de Gibraltar ni por los dividendos.
Y precisamente esas condiciones tan ventajosas representan un autentico coladero para el Fisco español y la actividad en la zona. De hecho, España ya ha denunciado ante la Unión Europea el régimen fiscal de Gibraltar.
A su vez, las autoridades de la colonia británica sostienen que ya no son un paraíso fiscal sino un centro financiero, y argumentan que han sido borrados de las listas de paraísos tras haber firmado acuerdos de intercambio de información con hasta 26 países. Sin embargo, los británicos no han suscrito uno con España. Es decir, continúan siendo un territorio opaco para nuestra Hacienda.
Y pese a que en la Roca esgrimen un informe elaborado en Reino Unido para afirmar que su economía beneficia a los territorios de alrededor, semejante PIB per cápita más bien apunta a que el Peñón constituye un aspirador de todas las rentas de las áreas colindantes.
Al ser una suerte de paraíso fiscal, evidentemente mucha de esa producción es, por decirlo de algún modo, fantasma. Pero a ellos sí que les sirve para atraer actividad, tanta que con sólo 29.000 habitantes tienen allí radicados a todos los bancos británicos, a las cuatro grandes multinacionales de la consultoría y a varias entidades suizas como, por ejemplo, Lombard Odier.
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