"Fue el inicio de un auténtico calvario". Las tres personas que se han querellado en un juzgado de Madrid contra Dimas Gimeno sostienen que fueron víctimas de un espionaje que habría impulsado el expresidente de El Corte Inglés y su entorno más cercano en plena guerra por la herencia del emporio. En la querella en la que piden que se le investigue por tres delitos, relatan que les clonaron los teléfonos bajo el pretexto de que iban a limpiarlos y que incluso uno de ellos se encontró micrófonos ocultos en el domicilio donde se reunían.
Los querellantes (que les atribuyen revelación de secretos, prevaricación y organización criminal) cuentan en su escrito que Dimas Gimeno, su hermano Miguel Ángel y su madre María Antonia Álvarez acudieron a principios de 2018 a su auxilio. En aquel momento Gimeno era presidente de la compañía pero estaba inmerso en una guerra familiar con las hijas de su tío por la herencia. El empresario consiguió que estas personas (de máxima confianza del fundador de El Corte Inglés) les apoyaran en esta pugna y en sus actuaciones judiciales contra las dos hermanas.
En uno de los muchos encuentros que celebraron aquella primera mitad del año, Miguel Ángel Gimeno conminó a los querellantes a entregarles sus móviles. Según les dijo, necesitaban comprobar que el exjefe de seguridad de la firma, Juan Carlos Fernández Cernuda, no les había interceptado los terminales. Según dijeron, Cernuda era una persona "muy peligrosa" que "fiscalizaba todas las comunicaciones" y necesitaba comprobar si eso era así.
Las primeras sospechas
Por eso anotaron unas claves (compuesta por caracteres y números) que el sobrino de Isidoro Álvarez les facilitó y las fueron introduciendo en sus teclados. Como consecuencia afloró en la pantalla una especie de código que éste fotografió. A las horas les confirmó que los móviles estaban "limpios" y que no habían sido intervenidos. En ningún momento sospecharon que lo que en realidad les hicieron, siempre según su versión, fue clonarles todo el contenido.
Antes de llegar a descubrir lo ocurrido pasaron varios meses en los que comenzaron a notar que los terminales no funcionaban correctamente. "Los días se suceden y los querellantes notan en sus teléfonos móviles cosas extrañas, se borran conversaciones, aparecen en sus pantallas duplicadas sus aplicaciones móviles de WhatsApp, se interrumpen las llamadas telefónicas de forma inesperada y todo ello hace que salten las sospechas de que algo está pasando", reza la querella.
Los hechos que comenzaron a vivir tras decidir ayudarles fueron un auténtico calvario más propio de la ficción cinematográfica que de la vida real
Como consecuencia de ello, en una de las reuniones con los tres querellados les confesaron que estaban viviendo con "inquietud y angustia" esa situación. La hermana de Isidoro Álvarez y sus hijos les tranquilizaron asegurando que sus teléfonos habían sido analizados "por uno de los servicios de inteligencia más importante a nivel mundial".
En la querella, a la que ha tenido acceso en exclusiva Vozpópuli, explican que mucho tiempo después descubrieron que Gimeno habría espiado por Pegasus (del israelí NSO Group) a jueces, fiscales y consejeros del gigante. Este medio se ha puesto en contacto con el empresario, el cual niega "categóricamente" las acusaciones y sostiene que bajo su mandato jamás se contrató ni se ordenó contratar este programa.
Geolocalizadores en el móvil
Los denunciantes apuntan en la dirección contraria, aunque en aquellos primeros meses de 2018 todavía no sospechaban nada. Por ese motivo, dicen, les apoyaban en su batalla judicial contra las hermanas Álvarez. La estrategia de los Gimeno era interponer cuantas más demandas y acciones judiciales mejor para poder vender al mejor precio las acciones que tenían en una sociedad familiar. O eso, o lograr el apoyo de las dos herederas universales para mantener el control de la firma.
El 7 de mayo todo cambió. Uno de los querellantes encontró en su vestidor un artificio con apariencia de micrófono. La querella relata como, tras llamar a un experto en seguridad, comprobaron que en efecto era un micrófono de escucha. Revisando toda la casa encontraron otro idéntico en la biblioteca. En esta última estancia celebraban siempre los encuentros con los Gimeno y su madre. Según explican, esta última pedía expresamente reunirse en este lugar a pesar de que se les ofrecía ir al salón u a otras habitaciones.
En otro de esos encuentros, un familiar de uno de los denunciantes comprobó "estupefacto" como Miguel Ángel Gimeno "portaba en su mano el teléfono móvil que tenía en la pantalla una especie de mapa con geolocalizadores de varias personas". Según dijo, tenían símbolo de muñecos y estaban dentro de un mapa determinando el lugar exacto y la situación de los mismos. "Observó, sorprendido, que todos los muñecos se encontraban en el mismo lugar y estaban encendidos", indica el documento.
Individuos en su garaje
Todos estos episodios les llevaron finalmente a cortar relación con el expresidente de El Corte Inglés y su familia. Días después de celebrarse una de las últimas reuniones, el 28 de mayo, unos individuos irrumpieron en el garaje de la casa familiar. Sus habitantes llamaron a la empresa de seguridad y a la Policía rápidamente pero, según la querella, no llegaron a detenerles. "Mis mandantes tienen la certeza de que era un aviso de los tres querellados por si hablaban o denunciaban", relata.
Al regresar de vacaciones había un coche aparcado en la puerta de casa. Permaneció un año y medio en la puerta del domicilio siguiendo un patrón de comportamiento cuanto menos extraño
No obstante, los hechos no se quedaron ahí. Después de las vacaciones de verano descubrieron que había un coche aparcado en la puerta de su domicilio, sito en una zona residencial a las afueras de Madrid. El vehículo permaneció un año y medio ininterrumpido "siguiendo un patrón de comportamiento cuanto menos extraño", dicen. Todos los domingos solían aparecer dos hombres con visera y ropa oscura. Llegaban con un coche pequeño, lo aparcaban donde estaba el anterior, se lo llevaban durante tres o cuatro horas y volvían para dejarlo en el mismo sitio.
La querella recoge que este asunto se denunció ante la Policía "varias veces" puesto que lo que veían en su interior eran "cables en el asiento trasero que sobresalían por debajo de una manta". Los agentes que llegaron a acudir al domicilio indicaban que no podían hacer nada porque "tener un coche aparcado en la vía pública no es ningún delito". Uno de los denunciantes preguntó a los vecinos por si el coche era de alguno de ellos. Éstos lo negaron, aunque mostraron su extrañeza por el hecho de que el vehículo estuviera tanto tiempo aparcado en dicho lugar.
Junto con la querella (interpuesta en diciembre en los juzgados) se aportaron imágenes de los micrófonos interceptados en el domicilio, fotos del vehículo que habría estado en la puerta del domicilio durante todo ese tiempo y también el parte de una empresa de seguridad sobre la intervención practicada la noche en la que detectaron intrusos en su garaje. La querella recayó en el Juzgado de Instrucción número 35 de Madrid, el cual incoó diligencias previas el pasado mes de febrero en relación con estos hechos.
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