Felipe VI ha 'sorprendido' al Gobierno. El nombramiento del diplomático Camilo Villarino como nuevo jefe de la Casa de S.M. el Rey repercutirá en las relaciones entre Moncloa y Zarzuela. Fuentes gubernamentales aseguran que el perfil del elegido, “conservador” y “tradicional”, defenderá hasta el último centímetro el rol de garante de la unidad de España del jefe del Estado. Por tanto, el análisis del Ejecutivo es que recelará de la política en Cataluña emprendida por Pedro Sánchez.
El hasta ahora director de gabinete del alto representante europeo para la política exterior, Josep Borrell, tomará posesión de su cargo en febrero. Hasta entonces, Jaime Alfonsín seguirá gestionando el día a día de la Corona. Después, seguirá prestando su "valioso y leal consejo" como consejero privado de Zarzuela, según anunció este viernes la propia Casa Real.
No obstante, la Zarzuela notificó previamente a Moncloa el nombre del sucesor de Alfonsín, puesto que pese a que el nombramiento del responsable de la Casa de S.M. el Rey es una prerrogativa del monarca, sus actos deben estar refrendados por el Gobierno. Y así ha sido también en esta ocasión. En Moncloa sorprende la carrera de Villarino por tratarse de una figura que ha perdurado en en altos puestos del Ministerio de Exteriores con varios ministros al frente, tanto del PP como del PSOE. Quizá esa haya sido una de las cualidades que han impulsado a Felipe VI a nombrarle responsable de los menesteres de la Casa Real.
La amnistía como tensor
La política interna española está marcada por la ley de amnistía impulsada por el PSOE de Pedro Sánchez que se está tramitando en el Congreso. La medida de gracia, concedida a los independentistas responsables del procés, el referéndum ilegal del 1-O y la proclamación unilateral de la independencia de Cataluña, se percibe en amplias capas de la sociedad española como un paso demasiado lejano que humilla al Estado.
Y es que el Rey fue quien, con su discurso del 3 de octubre de 2017, se erigió en defensor de la legalidad y el orden constitucional. La propia Constitución explicita que él es el símbolo de la unidad y la permanencia del Estado, y que a él corresponde arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones. Esa será la brújula moral y legal que Villarino tendrá para navegar las revueltas aguas de la política española.
De esta manera, Villarino, según piensan en el Gobierno, desempeñará un papel de tensor en la relaciones con el gabinete de Pedro Sánchez precisamente por sus negociaciones con secesionistas cuyo único afán es debilitar al Estado. La principal responsabilidad de la Jefatura de la Casa de Su Majestad el Rey es asegurar el óptimo funcionamiento de sus servicios y el cumplimiento de las misiones que le asignen -sean del tipo que sean-. La elección de Villarino viene a satisfacer otro ámbito de asistencia: el de las relaciones internacionales.
La "quintaesencia del servidor público"
El jefe de la Casa de Felipe VI cuenta también con un consejero diplomático que dependerá directamente de Villarino -también diplomático-. Junto a ambos desempeña un interventor para el control de la gestión económica-financiera, presupuestaria y contable. Villarino, como ya contó este diario, "es la quintaesencia del servidor público; un diplomático discreto, que no tiene ambiciones políticas y que funciona con una disciplina casi militar".
Villarino (Zaragoza, 1964) era hasta ahora el jefe de Gabinete de Josep Borrell como Alto Representante de la Política Exterior europea. Y anteriormente había sido director de Gabinete de hasta cuatro ministros de Exteriores -Alfonso Dastis (PP), Borrell, Margarita Robles (durante el breve período que asumió la cartera) y Arancha González Laya (PSOE)-.
De hecho, su etapa final en este Ministerio fue la más convulsa. Villarino llegó a estar imputado por la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. Este episodio detonó un asalto masivo de inmigrantes en Ceuta tolerado por Marruecos que abrió una crisis diplomática sin precedentes con Rabat. La causa judicial contra Villarino y Laya terminó en nada.
Tras el cese de la exministra socialista Arancha González Laya, Camino Villarino tenía las maletas preparadas y el plácet concedido para marcharse como embajador a Moscú. Pero el actual ministro, José Manuel Albares, se lo retiró un mes después de asumir el cargo, en el verano del 2021. Fue entonces cuando Borrell le rescató para dirigir su equipo en Bruselas. Ahora, está preparado para volver a Madrid a desempeñar el penúltimo gran servicio al país para ponerse a las órdenes del Rey.
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