El Gobierno prevé que las manifestaciones contra la amnistía de las próximas semanas serán masivas, según admiten en privado fuentes del núcleo duro de Moncloa. Estas mismas fuentes vaticinan que tanto el PP como Sociedad Civil están movilizando autocares para abarrotar sendas concentraciones en Madrid y Barcelona. Moncloa intentará despejar el ataque de la oposición con el mantra de la 'foto de Colón'. Mientras, parte del Ejecutivo asume el desgaste de las exigencias del secesionismo, porque se han impuesto en la conversación pública a la investidura del líder del PP.
Precisamente, el acto de Madrid se celebrará el 24 de septiembre, dos días antes de que arranque la cita de Alberto Núñez Feijóo en la Carera de San Jerónimo para someterse a la confianza de los diputados tras el encargo que le hizo el Rey de acudir a la investidura. El plan de Génova es presionar a Pedro Sánchez hasta el punto de que ceder al independentismo y amnistiar a los dirigentes del procés pendientes de juicio le suponga un trago imposible. En Ferraz hay preocupación, porque según admiten fuentes destacadas del partido las exigencias de Carles Puigdemont pueden provocar un duro revés electoral al PSOE en caso de que finalmente haya una repetición electoral.
En Moncloa, no obstante, se percibe cierto nerviosismo. En verdad, el aparato de comunicación de Sánchez ha sido incapaz de quitarle el foco a la amnistía y a las conversaciones soterradas con Junts y el resto de aliados secesionistas. Intentaron que fuera el tiempo de Feijóo, pero no lo ha sido. En definitiva, no es el PSOE quien está controlando el flujo de información. Sin ir más lejos, este mismo martes, el líder de ERC, Oriol Junqueras, desveló que la amnistía, así como la promoción de las lenguas cooficiales (catalán, euskera y gallego), formaba parte del acuerdo para la Mesa de la Cámara que dio a la socialista Francina Armengol -expresidenta de Baleares- la presidencia del Congreso. Un extremo que el Gobierno no ha desmentido, aunque fuentes de Ferraz citadas por Europa Press no dan ninguna credibilidad a sus palabras.
Amnistía, la palabra de más escuchada
Lo cierto es que amnistía se ha convertido tras el 23-J en la palabra más escuchada por el Gobierno. No hay foro en el que no se pregunte por ella a algún miembro del Consejo de Ministros en previsión de que Moncloa termine cocinando una ley que exonere a los dirigentes del procés pendientes de juicio para atar los votos de Junts. La palabra de marras se colará incluso el acuerdo de coalición que sellen el PSOE y Sumar. O, al menos, se negociará, según fuentes gubernamentales.
En el PSOE, además, dan por hecho que terminará abriendo gobierno gracias a los votos de Junts. El presidente, el pasado domingo, se mostró convencido de que encontrará los votos debajo de las piedras para que España tenga de nuevo una coalición progresista. El estreno este martes de los pinganillos en el Congreso, otra concesión al independentismo para que sus diputados puedan dirigirse en las Cortes de manera íntegra en sus respectivos idiomas, ha terminado por convencer a los sectores del PSOE más escépticos sobre las posibilidades de éxito en la negociación.
Además, el balonazo que Moncloa consiguió de los 27 estados miembros de la UE, que aplazaron la decisión sobre la inclusión de las tres lenguas en la oficialidad de las instituciones comunitarias fue bien recibido por el expresidente Carles Puigdemont. Eso sí, no dejó pasar la oportunidad de pellizcar a Sánchez y restarle peso diplomático en la Unión por no haber logrado una acogida más entusiasta a la medida que defiende Madrid. Aunque es cierto que no hubo un solo veto por parte de ninguna capital a un debate futuro sobre el tema.
Avui hem comprovat que Espanya no es fa escoltar a Europa tant com afirmava @sanchezcastejon. És cert però, que mai havíem arribat tan lluny i mai abans tants països de la UE s'havien mostrat favorables, i els ho vull agrair.
— krls.eth / Carles Puigdemont (@KRLS) September 19, 2023
Que cap Estat hagi vetat la proposta és bona… pic.twitter.com/o0ECOmPLeW
Pese a que este martes se haya producido una mejora de las expectativas, en el PSOE sigue habiendo vértigo. La cúpula de Ferraz es consciente de la marejada interna que se ha originado en la organización por la amnistía que se está tanteando con Junts a cambio de los votos que permitan a Pedro Sánchez seguir en Moncloa. Por eso, el partido ha enviado diferentes mensajes a los suyos recordando que el pacto con el expresidente catalán "no está hecho", según fuentes de la formación, sino que tendrá que encajar en el marco constitucional sí o sí. Y todo para aplacar a la parroquia.
Es más, fuentes de la ejecutiva socialista deslizan que las "posiciones maximalistas" del secesionismo catalán, que no se baja de la exigencia de la amnistía y del referéndum, pueden ser una muestra de la poca voluntad de Junts de negociar la investidura del secretario general del PSOE. Un destacado dirigente socialista resume a este diario la situación interna del partido: “La inmensa mayoría de los alcaldes con los que hablo o portavoces municipales creen que una amnistía nos pondría en una situación electoral muy difícil como ya pasó con la sedición o la malversación. Pero nadie o muy pocos van a lanzar la voz”.
A diferencia de otras polémicas, la amnistía no solo tiene el rechazo frontal de líderes de la vieja guardia como Felipe González y Alfonso Guerra. Sánchez se ha encontrado ahora con críticas similares de dirigentes muy destacados del zapaterismo como Ramón Jáuregui y Jordi Sevilla y la renuncia de la cabeza de lista del PSC por Barcelona -Meritxell Batet- que arrasó el 23-J en Cataluña. Muchos socialistas interpretan la salida de Batet como un gesto claro de desacuerdo con esta medida. Pero Sánchez busca votos debajo de las piedras. Y solo él sabe qué significa.
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