"Esto es peor que Perejil". El Gobierno de Pedro Sánchez no ha puesto paños calientes a la gravedad de la crisis diplomática entre España y Marruecos por la avalancha migratoria que ha desbordado Ceuta. Sánchez se centra ahora en resolver el conflicto, que fuentes diplomáticas consideran un punto de inflexión en las relaciones hispano-marroquíes similar al que supuso la toma del islote Perejil en 2002, dicen fuentes diplomáticas a Vozpópuli.
El Gobierno cree que Rabat "tendrá que recoger carrete" y "rápido". España ha tenido que desplegar al Ejército en la frontera de Ceuta y Sánchez, que cuenta con el apoyo del líder de la oposición, Pablo Casado, y las principales instituciones europeas. ha hecho una dura advertencia a Marruecos. El presidente ha dicho que utilizará todos los medios necesarios para defender la "integridad de España" y que devolverá a todas las personas que han entrado irregularmente en España en virtud de los acuerdos que tiene suscritos con el país magrebí.
"Marruecos es uno de los principales receptores de ayuda financiera de la Unión Europea y hay una zona de libre comercio entre los países del Mediterráneo y la Unión. Si España baja el pulgar en Europa, el hundimiento de Marruecos sería total", explican diversas fuentes a este diario.
"A Marruecos se le ha ido de las manos"
Al menos 8.000 personas han franqueado la frontera con España en Ceuta ante la pasividad de las autoridades marroquíes en poco más de 24 horas. Las imágenes se han podido ver en todo el mundo. Y la ciudad autónoma vive una especie de estado de excepción ante la avalancha de migrantes, que no pueden ser alojados ni atendidos en ninguna parte. Muchos de ellos son menores.
El Gobierno entiende que se ha producido "una agresión a nuestras fronteras, y eso no puede formar parte de las buenas relaciones con Marruecos". Estas fuentes dan por hecho que lo ocurrido tiene el beneplácito explícito de Mohamed VI o su entorno. Pero también creen que "se les ha ido de las manos".
El detonante de la crisis, que el Gobierno no reconoce, es la hospitalización de un líder del Frente Polisario en España. La posición de Sánchez y, en especial de su socio de coalición Podemos, a favor del referéndum de autodeterminación en el Sáhara ha sido foco conflicto casi desde que el presidente socialista asumió el cargo en 2018. "Esto se veía venir desde diciembre, cuando empezaron a llegar los cayucos a Canarias desde Marruecos y se cancelaron las reuniones de alto nivel entre Sánchez y Mohamed VI primero en diciembre y después en febrero", explican.
La Moncloa considera que la magnitud de la crisis supera a la de Perejil en el 2002. Rabat invadió este islote deshabitado bajo soberanía española. El Gobierno de José María Aznar respondió con una operación militar para recuperar el territorio. No se produjeron víctimas mortales. El episodio enrareció las relaciones hispano-marroquíes durante años, como se espera que ocurra ahora tras los sucesos de Ceuta: "Va a costar mucho reconstruir los puentes, porque a España, no lo olvidemos, se ha visto obligada a desplegar el Ejército".
Fallo de los canales diplomáticos
La gran señalada en el seno del Gobierno es la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Todos los canales diplomáticos han fallado. Y hay quién dice que a Laya le ha faltado sensibilidad para abordar con las autoridades marroquíes un asunto tan sensible como el de la hospitalización de este dirigente del Frente Polisario. "Si a los españoles nos molesta que Bélgica tenga a (Carles) Puigdemont circulando libremente, hay que multiplicar esa indignación por mil para entender lo que supone para Marruecos lo del Sáhara", aseguran diversos analistas a este diario.
Todos los canales diplomáticos entre España y Marruecos han fallado en esta crisis. Las tres vías de comunicación habitual son a nivel de casas reales, a nivel de embajadores en Rabat y Madrid y a nivel de los Ministerios de Asuntos Exteriores. Tanto España como Marruecos han recurrido históricamente a estos canales para solucionar conflictos puntuales y preservar su relación global. Todo eso ha saltado por los aires en Ceuta.
El Gobierno trata también de jugar la partida a nivel internacional. El apoyo de las instituciones europeas ha sido rotundo, especialmente desde la Comisión y el Consejo Europeo. Pero, como ya ocurrió en el caso de Perejil, otros países como Francia se han puesto de perfil. Estados Unidos no ha terciado de momento, aunque se ha notificado una comunicación de su Departamento de Estado con Rabat para abordar el conflicto palestino-israelí.
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