El Gobierno recibe con frialdad la arrolladora victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, se ha limitado a publicar un escueto y cordial mensaje de felicitación en la red social X, en el que muestra su disposición a trabajar con la nueva administración en las relaciones bilaterales para fortalecer la robusta alianza transatlántica. Poco más. Lo cierto es que la preferencia, por cuestiones geopolíticas, del gabinete de Sánchez era una victoria de la demócrata Kamala Harris.
El principal temor del Gobierno es la política que puede desplegar Trump respecto a la guerra en Ucrania, porque si el presidente electo, una vez tome posesión del cargo, corta la ayuda militar y auspicia una paz favorable a los intereses de Vladimir Putin, el presidente ruso podría envalentonarse y coquetear con la idea de atacar otro país del continente. Si Trump, además, debilita la OTAN, a cuyos aliados lleva tiempo advirtiendo de que deben gastar en defensa al menos el 2% de su PIB, Putin se podría ver tentado incluso a atacar a un aliado.
Las relaciones entre Washington y Madrid durante la anterior presidencia de Trump no fueron satisfactorias para los intereses españoles. Fue el republicano quien bendijo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental que finalmente conllevó el lanzamiento del plan marroquí de autonomía para la provincia sin referéndum de autodeterminación posible; un posicionamento que finalmente el Gobierno español terminó haciendo suyo.
Congratulations @realDonaldTrump on your victory and your election as 47th President of the US.
We will work on our strategic bilateral relations and on a strong transatlantic partnership.— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) November 6, 2024
El otro gran problema al que, previsiblemente, se enfrentará el Gobierno con Trump sentado en el despacho oval es la categoría de la relación bilateral. La cumbre de la OTAN en Madrid, en verano de 2022, fue un momento álgido de las relaciones entre ambos países. Joe Biden firmó un nuevo meorando de entendimiento; todo un hito de las relaciones internacionales. La conexión entre los dos líderes era más sólida. "Con Biden éramos muy escuchados", resumen fuentes del Ejecutivo. Trump, previsiblemente, no tendrá tanta deferencia. Para el recuerdo queda la vez que mandó a Sánchez ocupar su sitio cuando el español quiso interactuar con él. Un gesto de desprecio que no sentó nada bien en Moncloa.
Es más, el presidente español no llegó a ser recibido en un bis a bis por el magnate en la Casa Blanca como sí hizo con Mariano Rajoy, a quien despendió honores y con quien dio una rueda de prensa conjunta para defender la unidad de España ante el pulso separatista catalán. En cualquier caso, Sánchez quiere una némesis ideológica global que le permita alimentar la necesidad de su proyecto político. Y ese será Trump de nuevo, con el que el presidente del Gobierno no tuvo un buen arranque.
Fuentes gubernamentales explican que ya trabajaban desde hace meses con el escenario de una victoria de Trump. Y apuntan que esta obligará a la Unión Europea a replantearse su posición en el mundo, ya que Estados Unidos volverá a hacer bandera de nuevo de las barreras comerciales e impulsará su política comercial proteccionita. Pero la solución, para el Gobierno, es apostar por reforzar la Unión.
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