La elección del nuevo arzobispo castrense de España ha entrado en una fase de bloqueo, según subrayan fuentes diplomáticas y militares a Vozpópuli, después de que el Gobierno no haya visto con agrado la inclusión del obispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, en la terna de candidatos que el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Vaticano tienen que consensuar antes de entregársela a Felipe VI, que decidirá en última instancia quién será el sustituto de monseñor Juan del Río, fallecido a finales de enero por culpa del coronavirus.
Los nombramientos de los obispos españoles son competencia exclusiva del Vaticano desde el concordato de 1979, pero en el caso del arzobispo castrense -que entre sus atribuciones está la de ser el capellán de la Casa del Rey- es el propio monarca quien debe elegir al prelado de una lista con tres nombres previamente pactada entre las diplomacias española y vaticana.
Una vez tomada la decisión, el Rey se lo comunica al Papa para que nombre al elegido. Es el último vestigio de la llamada presentación de obispos que Roma concedió a los reyes españoles en tiempos de los Reyes Católicos y que Franco consiguió recuperar en su beneficio con el tratado de 1953.
Felipe VI está 'atado' por el concordato vigente a la hora de dirimir esta elección, pues su hipotética renuncia a dicha prerrogativa podría ser vista en la Santa Sede como una denuncia por parte del Estado español del tratado bilateral que se firmó en 1979. Podemos estaría encantado con dicha posibilidad, no así el PSOE, que prefiere revisar el acuerdo bilateral mediante una negociación con el Vaticano aunque por el momento no se atreve a dar el paso por el coste político que tendría.
El jefe del Estado se tiene que decantar en un plazo de 15 días por uno de los tres candidatos cuando Exteriores y el Vaticano le presenten la terna pactada. En las consultas también están implicados -por parte española- el Ministerio de Defensa y el Palacio de La Zarzuela, de ahí que el Rey suele saber -oficiosamente- quién es el prelado que concita mayor consenso entre las partes para dicho puesto o, al menos, quiénes tienen más simpatías en el Gobierno y la Santa Sede.
Juan Carlos I tuvo que elegir a cuatro arzobispos castrenses durante su reinado y en el último nombramiento, el de Del Río en 2008, tiró por la calle del medio pues iba el tercero en la terna sin ser el principal favorito, según recordó El País en un reciente artículo.
Las "bendiciones" del Vaticano
Las citadas fuentes hacen hincapié ahora en que la candidatura del obispo de Oviedo tiene las "bendiciones" del Vaticano, donde dos cardenales eméritos, Carlos Amigo y Antonio María Rouco Varela, han promocionado a Sanz Montes en detrimento de otros posibles candidatos que podrían ir en la terna, caso del obispo auxiliar de Valladolid y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, y del prelado al frente del obispado de Ávila, José María Gil Tamayo.
Amigo fue el obispo que ordenó sacerdote a Sanz Montes en 1986 cuando el primero estaba al frente de la diócesis de Sevilla. Ambos provienen de la orden de los franciscanos. Mientras, Rouco Varela fue el encargado de presidir su ordenación episcopal cuando el ahora obispo de Oviedo fue elegido en 2003 por Juan Pablo II para dirigir la diócesis de Jaca y Huesca. Allí estuvo destinado seis años.
Esta zona del norte de Aragón tiene importantes guarniciones de las Fuerzas Armadas, de ahí que las citadas fuentes subrayen la vinculación de este prelado con los militares. El arzobispo castrense, no hay que olvidarlo, es el máximo responsable de la atención religiosa dentro de los tres ejércitos. A ello se une que en Oviedo ha tenido mucho trato con los miembros de la Familia Real en sus visitas al Principado en los últimos años.
Sin embargo, el Gobierno ve con recelos que Sanz Montes entre en la terna como favorito ante el temor de que sus socios parlamentarios catalanes, en especial Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), se enfaden con este nombramiento en plena negociación de los Presupuestos del año que viene y sin haber decidido cuándo se va a celebrar la denominada mesa de diálogo entre el Ejecutivo central y la Generalitat.
Ello se debe a que el favorito a arzobispo castrense se implicó a fondo en el pleito judicial para la recuperación de los bienes religiosos del monasterio de Sijena mientras estuvo destinado en Jaca entre 2003 y 2009. Desde Oviedo ha seguido de cerca este asunto fruto de aquel empeño personal.
A finales de 2017, y en medio de la campaña electoral de las autonómicas catalanas, se produjo la devolución de las 44 obras de arte religioso que estaban en el Museo de Lérida. El traslado a Aragón se produjo en medio de una fuerte tensión tras los sucesos del 1-O de ese año y la posterior aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Y el Gobierno no quiere ahora reabrir esta guerra entre comunidades cuando el apoyo de los secesionistas es indispensable para sacar adelante las cuentas públicas de 2022.
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