España

De Himmler a las galas en el Liceo: la huella de Franco en Cataluña

Si el origen, según las reacciones desde el Govern y demás sectores independentistas, se sitúa en el franquismo, la primera comparación desmiente ese cliché prefabricado

El recurso de Joan Laporta al “y tú más” contra el Real Madrid a propósito del caso Negreira con el tópico señalamiento del club blanco como “equipo del Régimen”, más la cerrada defensa del presidente del F.C. Barcelona desde la Generalitat por ser un club identificado con el independentismo, abre la puerta a revisar y puntualizar el relato nacionalista sobre una Catalunya rebelde y progresista frente al resto de España, y particularmente Madrid, casposa y tardofranquista. Es una división maniquea e inconsistente, cuyo desmontaje no es agradable pero sí inevitable para no falsear realidades a cuenta del victimismo impostado del nacionalismo catalán.

La prensa catalana da cuenta de la llegada de Franco a Barcelona en junio de 1970

Si el origen, según las reacciones desde el Govern y demás sectores independentistas, se sitúa en el franquismo, la primera comparación desmiente ese cliché prefabricado. A Franco se le resistió Barcelona menos que Madrid, pues si sus tropas entraron en la capital catalana el 26 de enero de 1939, la ocupación de Madrid les costó dos meses más, hasta el 28 de marzo siguiente. Las imágenes de ambas jornadas recogen, además, paisajes y paisanajes diferentes. La filmación del paseo militar del Ejército nacional por las calles barcelonesas, con el general Yagüe al frente, muestra un entorno urbano conservado y unos vecinos adecentados en su aspecto externo. Sin embargo en las escenas paralelas de la capital de España el 28 de marzo hay desolación del paisaje urbano junto a rostros propios del hambre, la penuria y la desesperación.

La torpeza de presumir de que Cataluña atravesó el franquismo sin romperse ni mancharse, queda en evidencia ante hechos que saltan a la vista con más nitidez de la que envuelve las contraprestaciones de Negreira. El vídeo del Real Madrid, pese a su contundencia, omite un dato aparentemente inocuo: el estadio del Barça fue inaugurado el 24 de septiembre de 1957, en plena dictadura de Franco, con el nombre catalán de Camp Nou, una demostración de la cierta tolerancia del Régimen con el uso público de la lengua catalana. La respuesta que ha difundido el club heredero de Santiago Bernabéu también evita la parte del audio en la que el locutor del antiguo NO-DO dice que la ceremonia inaugural del estadio fue amenizada “por los marciales compases de la banda de música de la Policía Armada”.

Libros publicados en 2017 y 2022 sobre presencia nazi en la posguerra

En 2017 y en 2022 han visto la luz dos libros que recogen abundantes testimonios sobre la comodidad con la que se desenvolvió el nazismo en la Barcelona de la posguerra. Se trata de Nazis en Barcelona de M. Capdevila y F. Vilanova. 2017. Coeditado por el Ayuntamiento de la Ciudad Condal, la Fundació Pi i Sunyer d’Estudis Autonòmics y editorial L’Avenc. Y La ciudad y la esvástica, de M. Valentín. 2022. Comanegra. El primero de ellos recoge, entre otras cosas, la visita de Heinrich Himmler, el Reichsführer,  al Monasterio de Monserrat, el 26 de enero de 1939, buscando pistas del Santo Grial mientras Franco y Hitler se entrevistaban en Hendaya, antes de ser agasajado por el ayuntamiento de Barcelona en el Hotel Ritz con una cena de 95 comensales, a 100 pts. el cubierto. En el segundo de los libros proliferan testimonios gráficos y documentales sobre cómo se desenvolvían agentes y delegados del Tercer Reich en los años 40, siendo frecuentes actos en edificios emblemáticos, como la Universidad o el Palau, donde lucían gigantescas banderolas con la esvástica.

Que salga la portavoz del Govern, Patricia Platja, diciendo que lo que ha hecho el Real Madrid C.F. es “una ofensa a los miles de personas que sufrieron el régimen franquista”, que el fugado Puigdemont hable de una persecución al Barça semejante a la persecución que sufre Cataluña o que Pilar Rahola vea el mismo origen y finalidad en las reacciones frente a Laporta y frente al programa de TV3 ridiculizando a la Virgen del Rocío, son mensajes ajenos a la realidad de la historia reciente. Desde el término de la Guerra Civil hasta la muerte del llamado “Caudillo de España por la Gracia de Dios” la población catalana no estuvo peor ni mejor tratada que la del resto de España y la proporción de sus habitantes agradecidos o temerosos del Régimen era semejante a la de otras regiones, con la particularidad de que en Cataluña hubo una oligarquía industrial benefactora y beneficiada por el franquismo.

Pancarta bilingüe en la visita de Franco en 1962 tras las inundaciones en la comarca del Vallés

Salvo en el País Vasco, la frecuencia con la que el dictador visitó Cataluña y el calor popular más o menos organizado con el que era recibido también se asemejaba a lo que ocurría en Galicia, Valencia o Andalucía. Entre los catalanes había rojos y fachas, como entre los castellanos o los aragoneses. El empeño del nacionalismo excluyente en un relato histórico a la medida de sus intereses actuales se ha concretado en la existencia, dentro del Govern, de un Departament de Justícia, Drets i Memòria, con especial dedicación, como en el Ministerio de la Presidencia de Sánchez, a las víctimas del bando republicano. Si el departamento dirigido por la consejera Gemma Ubassart se ocupara de todo lo que significó en Cataluña la guerra del 36 y los cuarenta años de franquismo incluiría, siquiera como ítems sin desarrollo, episodios simbólicos para completar el conocimiento de la huella de Franco en Cataluña. Algunos de ellos son:

-Exhibición militar y fascista en el espectacular desfile de la victoria presidido por el Caudillo Franco, con su Rolls Royce, su Guardia Mora, sus batallones, su baño de masas y su visita al crucero Canarias, que había bombardeado Palamós y Barcelona. Todo ello recogido en una espléndida filmación de la británica Pathé Gazette.

-Cena de gala en honor del dictador celebrada en el Salón de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, el 26 de enero de 1942, dos años antes de que el BOE publicara un decreto sobre la enseñanza universitaria de Filosofía y Letras que establecía 3 horas semanales de filología catalana en 5º curso de Filología Románica.

Visitas de Franco a Monserrat en 1956 y 1970

-En 1953 el Premio Mercé Rodoreda de Cuentos fue el primero de los seis galardones para literatura en catalán instaurados hasta 1970. Cuatro años después, en 1957, aparte de la ya divulgada ceremonia inaugural del Camp Nou por los jerarcas del Movimiento Nacional con camisa azul y chaqueta blanca, el General Franco visitó el Monasterio de Monserrat acompañado de la congregación benedictina y su abad Escarré, tan rebelde años más tarde. Volvió el Generalísimo a la montaña sagrada monserratina en 1966, dejándose fotografiar mientras daba un ósculo a la imagen de la Moreneta, como es tradición.

-La jornada del 19 de mayo de 1960 resultó especialmente gozosa para el Régimen en Cataluña. Aquel día el general Franco presidió una sesión académica en homenaje al poeta Joan Maragall (Juan, en la prensa de la época) en la Biblioteca Central o, como describía el diario La Vanguardia, “bajo las nobles bóvedas de la sala de lectura de la primera Biblioteca de Cataluña”, tras dejar constancia de que “El pueblo barcelonés estaba allí genuinamente representado, tanto por lo numeroso de la concurrencia como por la emoción contenida que patentizaban los presentes. Esta emoción se desbordó en cerrados aplausos y vítores a Franco al llegar S. E. a la puerta de la Biblioteca Central, tras pasar revista, a pie, a las fuerzas de la compañía de honores del Regimiento de Jaén núm. 25, con bandera, escuadra, banda y música”. 

Enero de 1942. Cena de gala en honor del Generalísimo en el Salón de Cent

El mismo periódico daba cuenta del ambiente que rodeó de la asistencia del Generalísimo y su esposa, Carmen Polo, a una función de gala en su honor en el Liceo la noche del mismo 19 de mayo, en estos términos: “La característica arteria barcelonesa (…) estaba rutilante y llena de animación que fueron subiendo de punto cuando se conoció la noticia de que la comitiva del Jefe del Estado  había llegado a la plaza de Cataluña y descendía por las Ramblas (…) Una gran ovación que fue continuándose como un reguero de pólvora (…) señaló la llegada de SS. EE. el Jefe del Estado y Señora (…) Al hacer su entrada en la sala, el Caudillo fue saludado por una prolongada ovación que le tributó el público puesto en pie durante varios minutos”.

- Por iniciativa del Institut d’Estudis Catalans, que no fue clausurado tras la guerra, el Ministerio de Educación acordó en 1967 para las escuelas públicas de Barcelona una hora diaria de enseñanza de catalán, voluntaria y gratuita. Era el mismo ministerio y el mismo Gobierno que desde el año anterior reprimía duramente al clandestino Sindicato de Estudiantes de la Universidad de Barcelona (SDEUB). 

Imágenes del desfile de la victoria tras la entrada de en Barcelona de las tropas de Franco en enero de 1939

Las visitas del dictador a tierras catalanas durante los años 60 y comienzo de los 70 se alternaron con medidas de complacencia gubernamental hacia el catalanismo o nacionalismo de perfil bajo, como la autorización en 1961 de la asociación Òmnium Cultural dedicada a la divulgación de la lengua y cultura catalanas, más tarde convertida en brazo agitador del separatismo, en cuya misión continúa. Eran decisiones del Régimen paralelas a las represivas del movimiento obrero y del universitario. La huella de Franco en Cataluña vista desde el lado de lo que Joan Laporta, la portavoz del gobierno de Aragonés y otros ahora señalan como el Régimen está recogida, precisamente, en ocho documentales que bajo el título común Barcelona. Era Franco 1939-1975 encargó elaborar la Diputación de Barcelona con el propósito, dice ese documento audiovisual de recoger “la presencia y actividad del Caudillo en estas tierras queridas de Cataluña a las que como buen español, quiso tanto”.  

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