Una de las noticias que animaron el pasado mes de agosto fue el hallazgo de un artefacto explosivo de la Guerra Civil en la playa de Sant Sebastià en Barcelona. El lugar fue desalojado inmediatamente hasta la llegada de los especialistas. ¿Cómo pudo llegar la bomba ahí y, más sorprendente, cómo no se había encontrado antes? “El mar es impredecible. Las olas pueden ir removiendo la tierra hasta que lo sacan a la superficie. En el campo pasa lo mismo con la lluvia”, explica Salvador Serrano, teniente de los Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos (TEDAX) de la Guardia Civil en Madrid. Nos encontramos en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, municipio de la capital.
En lo que va de año, el Instituto Armado ha desactivado cerca de 1.500 bombas que datan entre 1936 y 1939. ¿Cuántos quedan por encontrar? “Imposible, no se puede calcular". A estos números hay que sumarle los de la Policía Nacional y los del Ejército.
Los TEDAX no tienen el objetivo de localizar estos artefactos. “En el momento en el que aparece un artefacto de la Guerra, la persona llama al teléfono de Emergencia, que se ponen en contacto con nosotros. El equipo acude, examina, ve la posibilidad de trabajar sobre el terreno, y si no lo sacan a una zona donde puedan trabajar con él y destruirlo", explica Serrano.
Una vez allí, los efectivos valoran la posibilidad de destruirlo in situ. “Si no hay riesgo para nadie, o para el ambiente, lo destruyen en el momento”. Si se pudiese correr algún riesgo, como que los árboles de alrededor se incendiasen, proceden a retirarlo con mantas antiexplosivos hasta alguna cantera para hacerlos estallar.
El protocolo es sencillo: los agentes cavan un boquete donde introducir la bomba, a la que le ponen una pequeña carga explosiva, como por ejemplo explosivo plástico. Se retira a una distancia de seguridad prudente y gritan “¡fuego!”. Segundos más tarde, un estruendo inunda el lugar. La brisa hace lo propio con el olor del explosivo, impregnando las pituitarias de los presentes.
A pesar de que no tocar ni mover estos objetos parece algo obvio, todos los años se lamentan accidentes relacionados con hallazgos de esta índole. “Siempre aprovechamos para recordar que lo primero que tienen que hacer es llamarnos. Si alguien se lo lleva a casa, inmediatamente se convierte en delito de tenencia de explosivos, y es investigado por un juez”.
Los frentes y los “puntos calientes” de la guerra es donde más se encuentran. La zona del Jarama, el Ebro o la comunidad catalana es donde estas bombas afloran con facilidad, tal y como demuestra este mapa interactivo publicado por los periodistas Miguel González y Yolanda Clemente en El País.
Tedax, más que explosivos
En la actualidad, la unidad de Tedax de la Guardia Civil cuenta con unos 250 efectivos repartidos por 41 provincias. Algunos de los grupos dan cobertura en varias capitales. Además, existen otros agentes, los Técnicos Especialistas en Búsqueda y Localización de Artefactos Explosivos (TEBYL) que, aunque no pueden destruir artefactos, dan cobertura desde que se encuentra uno y los TEDAX llegan al lugar.
Los agentes de desactivación de explosivos son clave en muchas investigaciones judiciales. La última, hace apenas una semana, cuando la Guardia Civil detuvo a nueve miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) por presunta pertenencia a una banda terrorista que planeaba cometer actos violentos por el segundo aniversario del referéndum del 1 de octubre, coincidiendo posiblemente con la sentencia del ‘procés’.
Otro ejemplo que no tiene que ver con explosivos. En la madrugada del pasado 1 de septiembre, una bailarina moría en Las berlanas, Ávila, como consecuencia de las heridas provocadas por un artefacto explosivo que estalló en medio de la actuación. “En casos así los TEDAX actuamos como peritos para averiguar qué ha pasado”, explica el teniente.
Reconocimiento internacional
La fama y el reconocimiento del buen hacer de los TEDAX españoles rebasa nuestras fronteras. La lucha de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad contra ETA durante décadas les ha valido el reconocimiento en países extranjeros.
El FBI recibió ayuda de agentes españoles tras los atentados del 11 de septiembre. Del mismo modo, para vislumbrar qué pasó en los atentados del maratón de Boston del 15 de abril de 2013, el papel de los policías españoles fue clave.
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