“Soy el capitán José Miguel Hidalgo y llevo treinta años en la Sección de Homicidios, Secuestros y Extorsiones de la Unidad Central Operativa”. No es frecuente que un guardia civil o un policía se identifique con su nombre y apellido ante un tribunal, pero el capitán Hidalgo comenzó así sus 115 minutos de declaración ante el jurado que decidirá el destino de José Enrique Abuín, procesado por el asesinato de Diana Quer. Hidalgo sabe que su nombre es ya una firma asociada a la resolución de decenas de crímenes –Cálig, Pioz, Gabriel Cruz…–. También al de Diana Quer. Fue él quien obtuvo la confesión de Abuín y quien acompañó a 'El Chicle' hasta el pozo de la nave de Asados donde el cuerpo de la joven llevaba casi 500 días.
Hidalgo desgranó en su declaración todos los pasos dados durante la investigación, en la que se llegó a un punto en que el único sospechoso era el hombre que se sienta hoy en el banquillo. La ecuación formada por sus antecedentes, la ubicación de su teléfono móvil la madrugada del 22 de agosto y el paso de su vehículo por las zonas críticas daba como resultado que Abuín secuestró, asesinó e hizo desaparecer el cuerpo de Diana. El capitán de la UCO ha desvelado ante el tribunal que, con toda esa suma de indicios, estaba previsto que 'El Chicle' fuese detenido a mediados del mes de enero de 2018, pero el ataque a la joven de Boiro precipitó su arresto.
La tecnología, que tan vital ha resultado en esta investigación, se alió durante meses con José Enrique Abuín. Un desfase de 14 minutos en las cámaras del tramo de la autopista que une A Pobra do Caramiñal y Rianxo le descartaron como sospechoso. Cuando el error fue detectado, Abuín volvió al centro del radar de la investigación, del que ya nunca se apartó. Al ser detenido, ha contado el capitán Hidalgo, dio dos ubicaciones diferentes del paradero de los restos de Diana, lugares que eran incompatible con las posiciones de su teléfono. Finalmente, llevó a los investigadores a la nave de Asados y al sótano donde, sumergido en el agua, estaba el cuerpo de la chica. “No quería acercarse hasta el pozo –recordaba hoy el capitán–. Me dijo que había vuelto allí y que tenía grabada la cara de la niña, como si la estuviese viendo ahora mismo”.
Los intentos de la corajuda defensora de Abuín, María Fernanda Álvarez, por encontrar una fractura en el testimonio de Hidalgo resultaron infructuosos. Treinta años resolviendo crímenes y declarando en tribunales han convertido al capitán de la UCO en algo similar a aquellos tenistas que devolvían desde el fondo de la pista una bola tras otra, de manera repetitiva y cansina, provocando el error del contrario. La abogada lo cometió cuando hizo una analogía chirriante a oídos del jurado y de cualquiera: “Diana estaba desnuda. El niño Gabriel Cruz, también. ¿Es que hubo un móvil sexual en el crimen de Gabriel?”.
Durante tres horas, en el salón de bodas de los juzgados de Santiago de Compostela se ha oído el enrevesado lenguaje de los cuatro agentes del GATO (Grupo de Apoyo Técnico Operativo de la Guardia Civil), lleno de tecnicismos relacionados con la telefonía móvil. Los peritos han hecho un esfuerzo didáctico para que el jurado comprendiese la importancia y la magnitud mastodóntica –8.000 antenas de telefonía estudiadas– de su trabajo: reconstruyeron el recorrido de los teléfonos móviles de Diana y de José Enrique Abuín y sacaron varias conclusiones irrefutables: la joven no fue secuestrada en el lugar donde 'El Chicle' dice que se encontró con ella; a las 2.58 el móvil de Diana dejó de funcionar –estaba en el mar, bajo el puente de Taragoña– y a las 3.09, el teléfono de Abuín está en la nave de Asados. La explicación de los agentes del GATO ha estado acompañada por el vídeo de la reconstrucción del recorrido de Diana la noche de su muerte. Los guardias leían los mensajes de Whatsapp que iba enviando y recibiendo la joven, mientras un icono se movía en el vídeo por el mapa de A Pobra do Caramiñal. Hasta las 2.43.57, cuando Diana intenta llamar a una amiga. Nadie contestó. La mirada de los once componentes del jurado no se apartaba de ese punto. Allí se encontró con su asesino.
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