Dos embarazadas, traslados de médicos al hospital, patrullas ciudadanas que colaboran con sus todoterrenos buscando gente entre los coches encallados en la nieve, hasta un detenido, pala en mano, ayudando a los agentes a liberar un coche atrapado en plena carretera de circunvalación… Así ha afrontado la Guardia Civil de un puesto del noroeste de Madrid las primeras 24 horas del temporal desencadenado por Filomena. Todo ello a la espera de que la nieve se convierta en hielo y dé lugar a otro escenario, quizá más complicado.
El temporal ha difuminado el límite entre las aceras y la carretera. Para ganar el cuartel del Instituto Armado hay que avanzar varios centenares de metros de nieve que cubre hasta las rodillas. Sobre el manto blanco apenas hay signos del paso de los coches desde hace horas. Si acaso vecinos que, como en la capital, se han animado a sacar sus esquís y trineos. El único punto en el que se aprecia todavía el asfalto es en la rampa de entrada a las instalaciones de la Guardia Civil, donde entran y salen constantemente los vehículos policiales. “Quince centímetros dijeron que iba a caer, ¿sabes?”, le dice un uniformado a otro en la entrada.
El puesto cubre el municipio de Las Rozas y Majadahonda, un total de 160.000 ciudadanos. La plantilla está funcionando a un 65 por ciento porque los agentes que viven fuera de estos municipios no han podido llegar. A alguno ha habido que ir a buscarle a casa. Un cabo afirma que va a triplicar su turno. Ha entrado a las 6 de la mañana del sábado y no se irá hasta las 7 horas del domingo. Va a trabajar un total de 25 horas, no lleva ni la mitad y afirma que ya ha perdido la cuenta de las incidencias que han atendido. “No es lo habitual”, aclara.
Antes de entrar a su puesto ya tuvo que hacer un primer servicio improvisado y acogió en su casa particular a un trabajador de un centro comercial cercano que, al acabar su jornada, no tenía forma de llegar a casa. "Para eso no hace falta ser guardia civil", dice. Como él, otros compañeros del cuartel han hecho lo mismo. “Ha dormido en casa, se ha duchado y le hemos dado de cenar”, cuenta. La principal labor que están prestando consiste en trasladar a sanitarios al hospital de Puerta de Hierro, centro sanitario de referencia. La gerencia del centro médico les ha facilitado un listado con los horarios de los médicos.
Los guardias civiles saben cuando salen, pero no cuando vuelven porque a mitad de camino les llaman para avisarles de que cerca de su posición se ha producido una emergencia. Un menor con hipotermia, un coche varado, escoltar a la UME, un accidente doméstico grave, otro coche atrapado. Sirva como ejemplo anecdótico el caso de un servicio que consistía en llevar a su casa a un detenido que había quedado en libertad. Desde Las Rozas se dirigían hasta Villanueva del Pardillo y en el trayecto han llegado a hacer una decena de asistencias. Una de ellas ha consistido en rescatar a una enfermera que iba a su trabajo, pero se había quedado cruzada con el coche en la M-50 y llevaba allí dos horas y media.
Los agentes y el detenido se bajaron del vehículo y con las palas lograron retirar la nieve en torno al coche y dejarlo aparcado en el arcén antes de llevar a la enfermera a su hospital. Los guardias civiles agradecen la colaboración ciudadana. Destacan la ayuda de un grupo de vecinos que, desde hace horas, llevan recorriendo con cadenas en las ruedas la A-6 en busca de gente atrapada en los coches. El noroeste de Madrid es una de las zonas con mayor renta per cápita de España y abundan los vehículos todoterreno. Acostumbrados a badenes y rotondas como único reto, nunca hasta este temporal habían cobrado tanto sentido.
En colaboración con la Guardia Civil rescataron a una persona que ha pasado la noche encerrada en el coche en la carretera de La Coruña. Tanto el ayuntamiento de Las Rozas como el de Majadahonda han establecido sendos puntos de control donde se ubica a los ciudadanos que no pueden volver a sus casas. Allí se les atiende y se les proporciona avituallamiento y calor.
Escasean las cadenas para los vehículos. Las dotaciones de la Guardia Civil han roto al menos cuatro y el cuartel se ha puesto en contacto en comercios cercanos para que les proporcionen más. Sin ellas se hace muy difícil circular por la zona. Algún valiente se arriesga a intentarlo, incluso sin cadenas.
Los servicios de protección también están prestando sus vehículos, en ocasiones mejor equipados. Al mediodía el teléfono de la Guardia Civil dio aviso de una mujer embarazada de 40 semanas con contracciones. Su matrona recomendó por precaución que se le trasladara al hospital ante el temor de que el temporal fuese a más. El Instituto Armado se coordinó con Protección Civil, que puso a su disposición uno de sus mejores vehículos. En el puesto comentan que este sábado una mujer tuvo que dar a luz en el mismo coche en otro municipio madrileño.
La tarde noche cae y las escenas casi festivas se mezclan con el caos que no tiene visos de remitir en las próximas horas. Un grupo de niños juega en la rampa de un conocido restaurante chino local, otros jóvenes van casa por casa retirando nieve de las escaleras de acceso a los chalets de la zona, un vecino persigue a un grupo de personas enfundado en un disfraz de dinosaurio, más allá unas manchas de sangre sobre la nieve acreditan que al menos una persona ha tenido una jornada accidentada. En medio de ese escenario, un médico de urgencias camina solo entre la nieve. Dice que es de la dotación de Galapagar y que emprende a pie el camino a casa cansado de esperar. Vive en Majadahonda.
Él y su compañero quedaron atrapados la noche del viernes y no llegaron a hacer ningún servicio. Consiguieron llegar al ambulatorio de Las Rozas donde han pasado la noche y hasta la tarde del sábado nadie ha podido ir a buscarles. “Un desastre”, se lamenta resignado.
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