Con cada soldado que el presidente ruso, Vladímir Putin, enviaba a la frontera con Ucrania subía la tensión entre PSOE y Podemos en el Gobierno. Todo saltó por los aires cuando la ministra de Defensa, la socialista Margarita Robles, ofreció en enero algunas fragatas y cazas con bandera española al flanco Este de la OTAN para enseñar el colmillo a Moscú. Los morados, que son un partido profundamente antimilitarista, gritaron entonces al unísono: "¡No a la guerra!". Y todo para conectar con el espíritu de las marchas contra la invasión estadounidense de Irak, en 2003.
La guerra en Ucrania terminó siendo realidad el 24 de febrero de 2022, una fecha marcada ya en la Historia. Y la izquierda española se despistó. Es más, se terminó dividiendo contra todo pronóstico. Solo hay que ver lo que pasa dentro de Unidas Podemos, donde además de Podemos, viven Izquierda Unida, En Comú Podem y Galicia en Común. En la coalición hay consenso sobre el pacifismo, pero disenso sobre la actuación del Gobierno.
Unos, Podemos e Izquierda Unida, rechazan el auxilio militar del Ejecutivo español y apuestan por la negociación y la vía diplomática mientras arrecian las bombas contra las ciudades de Ucrania. Y otros, 'comunes' y Galicia en Común, con Yolanda Díaz a los mandos, defienden el derecho de autodefensa de los ucranianos y, por eso, apoyan los paquetes de armas desde Madrid rumbo Kiev.
La clave: un Gobierno de izquierdas que no participa en una invasión
Esos matices dentro de la izquierda explican, en parte, por qué no se han producido en España grandes manifestaciones del 'no a la guerra' a diferencia de lo que ocurrió hace casi dos décadas. Para empezar, la agresión de Rusia se produce con un Gobierno de centroizquierda en Moncloa.
Y eso, como reconocen altas fuentes moradas, siempre es un factor importante: "Eso siempre tiene que ver, porque la gente que suele manifestarse, que es de izquierdas, le cuesta menos salir a la calle, igual que ir a votar le cuesta menos a la gente de derechas, pero la cosa cambia cuando hay un Gobierno de izquierdas".
La gente que suele manifestarse, que es de izquierdas, le cuesta menos salir a la calleUna alta fuente de Podemos
Más allá del lío en Unidas Podemos, los morados no creen que sus matices sean un tapón para que haya manifestaciones como las que ha habido en el resto de grandes capitales europeas: "Si te fijas, las que ha habido fuera de España no han sido 'no a la guerra', sino 'no a Putin. Y esa aquí la podría haber perfectamente", zanjan esas fuentes moradas. Es más, este domingo hay una en Madrid con ese lema a la que acudirán la secretaria de organización morada, Lilith Verstrynge, y el diputado Javier Sánchez.
No obstante, la clave del asunto está en lo diferente de las guerras. Ese es el gran error de bulto que ha cometido Podemos. Lo explica el sociólogo Narciso Michavila en conversación con Vozpópuli: "No tiene nada que ver un conflicto con el otro. El de 2003 se percibía que quien se metía en una guerra era España. Y era el Gobierno de [José María] Aznar que enviaba tropas a Irak. Había una parte de la población que lo entendía así. Y aquí lo que se entiende es que quien ha causado la guerra es Putin".
Hay una mayoría de izquierdas que está a favor de que se apoye militarmente a Ucrania, aunque el electorado de Podemos está divididoNarciso Michavila, sociólogo
Michavila ahonda: "Saldrían a la calle si España hubiera mandado soldados a invadir a Ucrania. Pero no es esa la percepción. Su posición de ahora es coherente con la de antes. En aquel momento había una parte de la población que compró el relato de que esa guerra la produjo Bush con la ayuda de España. Y en este caso el responsable es Putin.
Es más, según Michavila, "hay una mayoría de izquierdas que está a favor de que se apoye militarmente a Ucrania, aunque el electorado de Podemos está dividido". El sociólogo, además, aplica la lógica de la distancia geográfica sobre por qué tampoco se ha seguido el ejemplo de otras capitales europeas: "Estamos muy lejos de Ucrania y la guerra se percibe lejos también".
Altas fuentes sindicales, cuyas organizaciones son potentes lanzaderas de la izquierda para movilizar a los ciudadanos en la calle, apuntan en la misma línea: "Si en 2003 las manifestaciones contra la guerra de Irak prendieron en España como lo hicieron fue porque precisamente España formaba parte de la coalición agresora, y lo que se exigía era no tomar parte en una invasión ilegal. Ahora España no forma parte de ninguna coalición agresora, es justamente al revés. Entiendo que eso es lo que explica que las movilizaciones no sean iguales, porque las situaciones no son análogas".
Ese es uno de los marcos que Podemos no supo ver. Por eso, tanto ellos como Izquierda Unida respondieron con sus tesis de paz por encima de todo y en contra de la OTAN, a la que ven parte del problema. Los morados son abiertamente antiatalantistas. No quieren que haya un solo soldado estadounidense en suelo europeo. Parte de la izquierda coincide con el diagnóstico de Putin: Washington se expandió por Europa demasiado lejos. Tanto que acaricia Moscú.
Cuestión de marcos mediáticos
Así, Izquierda Unida secundó una marcha contra la OTAN y contra Putin bajo el lema 'Otra vez no a la guerra' y 'Ni Putin ni la OTAN'. La protesta contó con el respaldo también del Partido Comunista de Madrid y Ecologistas en Acción en la Comunidad. Podemos, eso sí, tiene claro que los marcos mediáticos que se están trasladando a la población sobre la guerra tienen determinan por completo la reacción de los españoles.
"Ahora lo que se está contando provoca ganas de alistarse, mientras que entonces cada cosa que se decía de la guerra de Irak estaba encaminada a que la gente se manifestase", explican fuentes moradas que asumen que eso es así debido a que España y el Gobierno español no participan en la guerra.
En verdad, el asunto de la guerra en Ucrania escuece, y mucho, en la izquierda española, que ha roto la mirada única pacifista que tiene sobre las guerras y que resumió el anhelo del diputado de Compromís Joan Baldoví quien, en un ataque de sinceridad, reconoció que si estuviera en el lugar de los ucranianos que han tenido que enviar a su familia fuera del país, preferiría «más que una declaración, un arma». La crueldad de Putin remueve conciencias.
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