Guerra de okupas en el distrito madrileño de Usera. Los vecinos del número 32 de la calle Marcelo Usera están viviendo un auténtico calvario desde que el inmueble empezó a ser controlado por una mafia liderada por un colombiano y un dominicano, conocido como el 'abre puertas'. En Vozpópuli hemos podido hablar con Rosa, una mujer de 62 años, quien, junto a una anciana de 82 años, han sido las víctimas de las agresiones de este grupo de individuos.
El edificio, que pertenece actualmente al banco, lleva abandonado más de un año y se encuentra en pésimas condiciones. Todas las viviendas que se reparten en sus cuatro pisos están okupadas. Antes de que esta mafia se mudase al inmueble, Rosa apunta que "dentro de lo que cabe con estos problemas, había normalidad". Los vecinos pagaban cantidades simbólicas para ayudarse entre ellos con las necesidades básicas.
El marido de Rosa recogió al colombiano, Vladimir, en un parque y el matrimonio le dio cobijo. Entre discusiones de la pareja y una orden de alejamiento impuesta por la okupa a su marido por malos tratos, el colombiano echó a los rumanos que ocupaban una vivienda y se apropió de ella. Con el esposo de Rosa fuera de plano, Vladimir se hizo con el control del número 32 de Marcelo Usera.
El colombiano quiere "alquilar los pisos por habitaciones y cobrar 250, 300 euros", comenta la mujer a Vozpópuli. Señala que tanto a ella como a su vecina de 82 años les han intentado echar de sus pisos. En el de Rosa han llegado a poner un candado que le impedía acceder al interior. Ha estado cuatro días durmiendo en parques. "No les ha importado dejarme en la calle cuando yo soy una mujer de 62 años minusválida", afea.
Durante ese tiempo en el que Rosa no pudo acceder a su vivienda -hasta que intervino la Policía y ordenó que quitase el candado, según explica a Vozpópuli-, los cabecillas de esta mafia se llevaron todas sus pertenencias, "hasta las bragas". "Me ha dejado la casa destrozada. Incluso creo que anoche estuvo con una tía aquí en mi cama", dice horrorizada. La suerte de su vecina ha ido por el mismo camino: "El poco dinero que le ha mandado su hija a la abuela, se la ha robado también".
"No dormimos, no comemos, no nos podemos duchar porque el tío esté me ha arrancado todos los cables de la luz", denuncian ambas señoras. Vladimir les corta la luz "cada dos por tres" y les ha dejado excrementos en la puerta en más de una ocasión. "Es una extorsión tan grande la que siento que a veces ya me dan ganas de morirme", lamenta entristecida.
Estos no son los únicos horrores que han sufrido las dos okupas por parte del colombiano y el dominicano. Según manifiestan, las han agredido físicamente. "O me mata o le mato. Hasta ese punto hemos llegado", dice enfadada al comentar que Vladimir también se ha metido con sus hijos. Los enfrentamientos entre Rosa y el colombiano han llegado ya al juzgado. Esto ocurre después de denuncias interpuestas por ambas partes y órdenes de alejamiento.
La guerra de okupas llega a los juzgados
Este viernes 26 de abril Rosa ha tenido que acudir a declarar tras la detención de Vladimir, a quien se le han encontrado causas pendientes por tráfico de drogas y extorsión. La okupa revela que vende marihuana y tusi. "Yo lo que voy a pedir es una orden de alejamiento y que le decreten prisión hasta espera de juicio", comenta a Vozpópuli.
Rosa le había denunciado por agresiones físicas, además de por todas las molestias que está provocando en la convivencia. El colombiano, por su parte, también había presentado una denuncia contra la okupa por amenazas y haberle agredido con un martillo, por la que fue detenida el pasado domingo 21 de abril. Respecto a este incidente, Rosa ha reconocido que no fueron las formas de actuar, pero "llegó un momento que perdí los nervios".
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