Lo normal cuando un paciente entra en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) es que esté tan mal como para ni siquiera replantearse lo que eso supone. Los médicos intensivistas son nuestra última muralla frente a la muerte. Uno de los principales motivos por los que se entra en la UCI son los traumas graves, la mayoría provocados por accidentes de tráfico. Ahora, una herramienta diseñada por médicos intensivistas del Grupo de Trabajo de Neurointensivismo y Trauma de la Sociedad Española de Medicina Intensiva (SEMICYUC) permite predecir el riesgo de fallecimiento de un paciente con trauma grave en las primeras 24 horas de hospitalización en UCI. Su nombre es Retrascore.
Luis Servià, uno de los médicos que ha participado en su creación, explica que sirve para cualquier tipo de trauma y la herramienta ha sido creada gracias al registro de casos con el que cuenta la sociedad científica, donde poseen información de más de 10.000 pacientes. Este grupo de intensivistas españoles empezó a recoger datos en 2015, y a día de hoy siguen registrando los casos que van encontrando.
Hay quien pudiera pensar que detrás de esta invención se halla un interés por priorizar la atención de aquellos pacientes que lleguen en peores condiciones frente a los que tienen más posibilidades de salir adelante, pero no es así. Servià explica que el objetivo de la herramienta es triple:
- Poderle decir a un familiar o al mismo paciente, si está consciente, cuál es la posibilidad de sobrevivir después de un traumatismo grave.
- Para los médicos es una herramienta que de forma sencilla y rápida hace un cálculo de probabilidad con el que se trabaja habitualmente en las UCI.
- En tercer lugar, para registrar a los pacientes que se asistan durante un año y medir nuestro rendimiento respecto a la herramienta. Servirá como control de calidad, ya que si la mortalidad en la UCI de un determinado hospital está por encima de lo que se podía prever indica que se deben buscar áreas de mejora.
Factores que aumentan la mortalidad
Algunos de los elementos que mide la herramienta y que juegan en contra de la probabilidad de supervivencia son:
- El traumatismo craneoencefálico: los daños en el sistema nervioso aumentan el riesgo de fallecimiento.
- Las hemorragias secundarias al traumatismo.
- La edad.
- Los tratamientos crónicos.
- La repercusión que tienen sobre nuestros órganos las lesiones producidas.
Curiosamente, el alcohol no es uno de los elementos que afecta a la mortalidad, aunque, como explica el facultativo, "muchas veces la alteración de la conciencia no sabes si atribuirlo al grado de alcoholemia o si es producido por una lesión a nivel craneal, lo que dificulta el tratamiento".
Encarar la muerte
Transmitir a una persona el fallecimiento de un ser querido no es tarea fácil, ni siquiera para los que más acostumbrados están a ello. Los médicos de las UCI lidian con la muerte en su día a día, y Servià reconoce que la experiencia es clave en un momento tan difícil. "Es una combinación entre preparación y experiencia. Tu objetivo es salvar la vida al paciente, pero los que nos dedicamos a esto sabemos que hay un tanto por ciento de pacientes que vamos a asistir y que terminarán muriendo".
De las personas que sufren un traumatismo grave, un alto porcentaje fallece en Urgencias, sin llegar a pisar la UCI. "De los que sí que llegan, la mortalidad es del 12%". En su centro, el Hospital Arnau de Vilanova de Lleida, atienden al año a entre 100-120 pacientes por trauma grave. "De todos los tipos de pacientes que atendemos, el traumático vendría a ser el 15%". Cuando nos confinamos en 2020, Servià señala que estos pacientes desaparecieron. Después, volvió a ascender de manera muy acelerada: "No sabía si todos habían salido como locos después de estar en su casa confinados pero ha sido una avalancha. Más accidentes de tráfico, pacientes laborales, suicidios, etc.".
La covid-19 ha puesto en relevancia la importancia de las UCI, pero los profesionales lamentan que siguen sin estar diseñadas para afrontar una pandemia como la de nuestros días. "El problema que tenemos ahora es que las unidades estaban preparadas para atender a un determinado número de pacientes (nadie preveía una situación como la que tenemos ahora). Necesitamos infraestructuras y profesionales".
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