La moción de censura presentada este miércoles por el PSOE en Castilla y León ha provocado nervios en el grupo parlamentario de Ciudadanos, que se encuentra dividido entre los seguidores del vicepresidente Francisco Igea y el llamado sector 'oficialista' que está a las órdenes de Gemma Villarroel, quien ejerce desde octubre el liderazgo de Cs en esta región por decisión de Inés Arrimadas , según ha sabido Vozpópuli de fuentes de la formación naranja.
A pesar de que este miércoles hubo unas declaraciones muy contundentes del portavoz adjunto en el Congreso, Edmundo Bal, de que Cs no apoyará la moción del PSOE en Castilla y León, en las filas de Igea tienen la mosca detrás de la oreja. Incluso, el comunicado que sacó la formación naranja a última hora de la tarde en la misma línea tampoco disipó la preocupación ante un posible acuerdo que se desvele en los próximos días.
De los 12 diputados naranjas que hay en las Cortes castellanoleonesas, cuatro se pueden encuadrar como 'igeístas' y los ocho restantes como 'oficialistas'. Si estos últimos se sumasen a la moción de censura, harían presidente al socialista Luis Tudanca pues el PSOE ya tiene el apoyo de los dos diputados de Podemos y sólo necesitaría cuatro más para llegar al poder.
Fuentes próximas a Igea creen que el PSOE no busca tránsfugas entre las filas de Cs, sino pactar con el sector de Arrimadas como se ha hecho en Murcia. Y que un eventual acuerdo entre socialistas y naranjas en CyL se encuadraría en un pacto global entre Pedro Sánchez e Inés Arrimadas. De ahí que los próximos días puedan ser decisivos para saber si la moción del PSOE en esta región ha sido instrumental, con el fin de evitar elecciones anticipadas como en Madrid, o se trata de la segunda pieza del dominó autonómico que pierde el PP.
Las sospechas de las citadas fuentes se basan en los movimientos que narraron la semana pasada -y casi al unísono- el propio Tudanca y el portavoz del PSOE en el Senado, Ander Gil, quienes dieron por segura la victoria de la moción cuando se presentase. Y este miércoles quedó registrado ese momento.
Tudanca aseguró que el PSOE presentaría una moción de censura al Gobierno autonómico "cuando sea positivo" para la región. "Lo haremos porque esta tierra lo necesita", advirtió para a renglón seguido decir que "los socialistas no quieren hacer daño" en medio de la pandemia.
Más contundente fue Gil, quien ahondó en esta cuestión en una entrevista en TVE al confirmar que el PSOE presentará "la moción en Castilla y León para ganarla", aunque no puso fecha. Y, sobre todo, desveló que "los contactos avanzan más rápido de lo esperado" para conseguir el número suficiente de procuradores para echar al Gobierno de Mañueco.
El temor de Igea
Villarroel no está en el grupo de 'oficialistas' de Cs en las Cortes castellanoleonesas porque no tiene acta de diputada, sino que es concejal en el Ayuntamiento de León y diputada en la Diputación provincial, además de coordinadora autonómica del partido naranja tras ser aupada por Arrimadas.
Pero la jugada que se teme el sector de Igea es que Arrimadas la coloque de vicepresidenta en el nuevo Gobierno de Tudanca para darle visibilidad política de aquí al final de la legislatura. Lo mismo que ha ocurrido con Ana Martínez Vidal en Murcia, aunque en este último caso ha sido para convertirla en presidenta con el apoyo del PSOE.
Otro elemento que preocupa entre los 'igeístas' es que comprobaron que el equipo de Villarroel no descartaba este miércoles un cambio de posición en el último momento. Los dirigentes 'oficialistas' dejaron la puerta abierta a un apoyo a Tudanca en el caso de que viniese una orden expresa de Arrimadas en este sentido.
Arrimadas tiene previsto viajar la próxima semana a Valladolid para reunirse con Alfonso Fernández Mañueco, aunque el terremoto político que hubo este miércoles con epicentro en Murcia puede modificar los planes de la presidenta de Cs.
Entre los 'igeístas' sentó mal el movimiento de Murcia por el efecto desestabilizador en el resto de gobiernos autonómicos en los que gobernaban PP y Cs, y cuando aún no se terminado la tercera ola de la pandemia. "Damos la sensación de que no somos fiables", admitieron las citadas fuentes.
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