El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, ha descubierto que ERC y Bildu no consideran su alianza con Unidas Podemos como algo estratégico en el Congreso. A principios de esta semana, dirigentes de Podemos intentaron cerrar filas con los nacionalistas para tumbar la propuesta del PSOE de la ley Zerolo. Podemos considera la iniciativa de Carmen Calvo como una invasión de competencias del ministerio de Irene Montero, y por primera vez señaló a Pedro Sánchez como artífice de la maniobra. Quiso lanzar un mensaje fuerte al PSOE incluyendo en su reacción a ERC y Bildu. Pero los nacionalistas le dieron la espalda.
El hecho ha sorprendido y “enfadado” al vicepresidente del Gobierno, desvelan fuentes internas de Podemos a Vozpópuli, porque la traición se consumó pocas horas después de las elecciones catalanas. Iglesias teme que Sánchez tenga la tentación de dar un giro al centro, y considera la alianza con ERC y Bildu en el Congreso como esencial para su permanencia en el Consejo de Ministros.
Sin embargo, la reacción de los independentistas sorprendió al líder morado. Algunos en Podemos explican que la posición de ERC y Bildu demuestra que ambos partidos rechazan el papel de “intermediario” con Sánchez que Iglesias quiso tejer en el arranque de la legislatura.
Incluso desde el propio partido morado se oyen voces que justifican a los nacionalistas y reprochan al líder su conducta. “Pablo [Iglesias] no puede pensar en ser el referente de todas las izquierdas de este país, y menos de los vascos y catalanes. Ya es mucho que haya logrado que Alberto Garzón le haya entregado su partido. Pero intentarlo incluso con Más País y Compromís es un error de bulto”. En efecto, en Compromís hay malestar por el intento de Unidas Podemos de sumarles a un enfrentamiento con el PSOE que quieren evitar.
Bloque de 53 diputados
La cuestión no es baladí. El vicepresidente segundo ha perfilado una estrategia de presión a Sánchez que pasa por poner sobre la mesa un total de 53 diputados, resultado de una suma de 35 escaños de Unidas Podemos, 13 de ERC y cinco de Bildu. Ese planteamiento se demostró ganador durante la negociación presupuestaria, en la que Iglesias logró echar a Ciudadanos de la ecuación y cerró filas con la izquierda nacionalista.
Iglesias sabe que para blindarse en el Gobierno sus diputados son útiles pero no suficientes. Así que necesita a los 18 nacionalistas vascos y catalanes. A ellos ha prometido hacerles “influyentes” en Madrid. ERC y Bildu aspiran a sustituir a Convergencia y el PNV como principales partidos nacionalistas en su respectiva comunidad autónoma. Iglesias entendió ese interés y maniobró para aprovecharse de ello.
Formalizó su oferta de alianza estratégica en los encuentros que mantuvo con Bildu y ERC en septiembre, durante la negociación presupuestaria. En aquellas reuniones, Iglesias recordó a los portavoces de ERC y Bildu que las ayudas europeas representaban una inyección de dinero sin precedentes, y que para acceder a esos fondos era necesario dar el sí a las cuentas de Sánchez, como desveló este diario. Pero esta semana ERC y Bildu han demostrado que “quieren y puede negociar a solas con el PSOE”, según fuentes del propio Podemos.
Irene Montero, el "flanco débil"
Ese extremo ha irritado a Iglesias. El líder morado y su cúpula creen que la maniobra del PSOE quiere poner a prueba su capacidad de resistencia. El departamento de Irene Montero reaccionó con profundo malestar por lo que consideran una deslealtad de los socialistas. Los morados creen que la 'ley Zerolo' quiere dinamitar la 'ley trans' en la que trabaja Podemos.
Desde Podemos, además, señalan que Iglesias tuvo que intervenir para apagar el incendio, pero sin dar muestra de estar cediendo: "Pablo e Irene son una cosa sola. El PSOE ha atacado a Irene Montero porque no se ha resignado a que Igualdad la controla Podemos, y también porque consideran que ese es el flanco débil de Iglesias", comentan desde el partido morado.
De inmediato, el líder de Podemos y vicepresidente ha intentado compactar a sus tropas. Pero se ha dado cuenta de que los nacionalistas no tienen su mismo planteamiento de carácter estratégico. Sino que se decantan por una alianza coyuntural en función de cada negociación. La sensación de cierta soledad empieza a difundirse en el partido morado.
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