Superado el complicado trance de su última intervención quirúrgica y en franco proceso de recuperación, Su Majestad el Rey se enfrenta mañana a su tradicional mensaje navideño con mejor ánimo que el pasado año. Pesaba entonces en la conciencia del Monarca quizás uno de los periodos más duros desde su coronación. Los escándalos de la cacería en África, su amistad con Corinna y la caída en picado de la popularidad de la Institución le obligaron incluso a pedir perdón en público. "Lo siento mucho, me he equivocado", dijo con voz entrecortada desde el pasillo tenebroso del hospital.
No son pequeñas tampoco las nubes que se ciernen este año sobre la Corona y sobre España. Aunque físicamente muy recuperado y con un estado de ánimo más optimista, hay dos asuntos que preocupan en forma notable al Rey, tal y como transmiten algunas de las personas con las que se ha visto en las últimas semanas.
Uno de ellos, el desafío soberanista que impulsa en Cataluña el presidente de la Generalitat, tendrá seguro reflejo en sus palabras de Nochebuena, en las que previsiblemente enviará mensajes de unidad e invocaciones a superar los conflictos con el esfuerzo compartidos por todos los españoles.
El otro problemas es la situación judicial de su hija, la infanta Cristina, que posiblemente será imputada por el juez Castro a la vuelta de las vacaciones, en la semana de Reyes. Hace dos años, en sus palabras navideñas, Don Juan Carlos incluyó aquello de que "todos somos iguales ante la ley". Nunca más ha vuelto a incurrir en tal expresión, que provocó una riada de comentarios, en princuipo laudatorios pero que luego se tornaron en su contra. De hecho el pasado año se rompió el tabú de la Familia Real en torno a la figura del yerno imputado y los duques de Palma celebraron la Nochebuena en Zarzuela. Este año ocurrirá exactamente los mismo. A la espera de novedades judiciales, todo sigue como si nada pasara en la Familia Real. Doña Sofía se ha salido con la suya, aunque no todos piensan como ella.
Poco seguimiento televisivo
Hasta seis veces mencionó Don Juan Carlos la palabra crisis en su mensaje del pasado año. Apenas hubo referencia a la situación en Cataluña, salvo cuando invocó los valores de la Constitución como "marco de convicencia" o cuando alentó a "superar las heridas abiertas" y a mirar hacia adelante. Este año, sin embargo, la convulsa situación creada en Cataluña a raiz de la deriva independentista impulsada por CiU y ERC serán objeto de mayor atención.
Este es el único mensaje que elabora íntegramente el Rey de cuantos pronucnia a lo largo del año. En su redacción participan traicionalmente los altos responsables de la Casa, con Rafael Spottorno al frente, y también se consulta a algún asesor cualificado muy próximo al Monarca. Luego se pasa el texto a la Moncloa donde se le da el visto bueno. El mensaje del pasado año, con un Rey doliente y en horas bajas, fue el más corto de la década y el tercero más breve de la historia. Apenas superó las mil palabras. Fue también el menos seguido por televisión de los últimos tres lustros.
Este año, las palabras del Jefe del Estado no serán transmitidas ni por la televisión vasca, que ha anunciado que no conectará con RTVE, ni por la televisión catalana, que hará casualmente media hora de huelga en coincidencia con la emisión desde la Zarzuela.
La mayor de la obsesiones del Rey es sin embargo, el futuro de su hija Cristina, cuya imputación es muy posible que se produzca a la vuelta de las Navidades, en la semana de Reyes. Pese a los pronunciamientos en contrario tanto de la abogacía del Estado como de la Fiscalía y de la Agencia Tributaria, se da por hecho que el juez Castro ha decidido ya, finalmente, volver a convocar a la Infanta para que declare como imputada en el "caso Nóos", que afecta directamente a su esposo, Iñaki Urdangarín.
Fuentes de la defensa de la Infanta se mostraban la semana pasada muy pesimistas sobre este particular y dan por hecho que el instructor ya tiene decidida la imputación. Sería la segunda ocasión en que el juez Castro tomó una decisión de este tipo. En la anterior oportunidad la Audiencia de Palma le obligó a dar marcha atrás en sus pretensiones.
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