España

El Instituto Cervantes se suma a la coreografía sanchista de la mano de su director

Aunque la sede madrileña del Cervantes dispone de un digno salón de actos para 170 personas, el pasado día 4 Sánchez tuvo a su disposición la majestuosa sala de exposiciones para una triunfalista alocución política dirigida a 150 representantes de la “sociedad civil” sin identificar por sus nombres ni por imágenes, excepto el inevitable Padre Ángel

El Instituto Cervantes se suma a la coreografía sanchista de la mano de su director
Diego Rubio, hoy director del gabinete de Sánchez, y el director del Cervantes presentando un libro ideado en Moncloa

Cuando los responsables del Instituto Cervantes de todo el mundo fueron conducidos el 24 de julio por el director de esa institución, Luis García Montero, a escuchar al rector de la Universidad de Barcelona sobre multilingüismo, desconocían el talante del rector Guàrdia, empeñado en imponer el uso del catalán marginando el español. Aquel guiño del director del Instituto al nacionalismo excluyente, la utilización de la sede de ese organismo para la última alocución del presidente del Gobierno, para promocionar un libro ideado en Moncloa o adjudicar al Instituto los objetivos de  sostenibilidad, plurilingüismo, igualdad de género, la reducción de la huella de carbono…, son hitos en la apropiación de la imagen del dicha entidad por el sanchismo.

La reunión anual de directores del Cervantes celebrada en Barcelona estuvo dedicada a la diversidad lingüística. ¿Por qué o para qué? La respuesta habría que buscarla en las confusas palabras del catedrático de Literatura García Montero al clausurar aquellas jornadas, refiriéndose a la cultura como “un bien fundamental que nos hacer tomar consciencia de todo lo que cabe en las palabras, ahí reside la historia de cada comunidad y la experiencia de cada persona a la hora de establecer vínculos con las lenguas maternas”, concluyendo que “defendemos la diversidad como riqueza democrática”.

Antes de escuchar esa mixtura, quienes gestionan la enseñanza del español en 90 ciudades repartidas por 45 países, prestigioso ejército cultural de España en los cinco continentes, asistieron a una sesión sobre multilingüismo en la Península, evitando el nombre de España, con profesores de català, euskera y galego, presentada por Joan Guàrdia, el rector de la Universidad de Barcelona que destaca por el permanente requerimiento al profesorado para impartir clases en catalán y su tolerancia con los pasquines en las dependencias universitarias llamando a las denuncias de los profesores que cambien del catalán al castellano durante una clase. El mismo rector que quiso agradar el oído de los responsables del Cervantes elogiando la modernidad de esa institución, mantiene la web oficial de la Universidad con una versión en castellano donde el 70% de los contenidos son en catalán.

El organismo con la imagen de la eñe, creado en 1991 al amparo del V Centenario, con dependencia orgánica del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación y con el Rey como presidente de honor de su Patronato, lo va arrimando poco a poco  su director, Luis García Montero, a la órbita del poder que se proyecta desde la Moncloa. Aunque la sede madrileña del Cervantes dispone de un digno salón de actos para 170 personas, el pasado día 4 Pedro Sánchez tuvo a su disposición la majestuosa sala de exposiciones, con mármoles del suelo al techo, para una triunfalista alocución política dirigida a 150 representantes de la “sociedad civil” sin identificar por sus nombres ni por imágenes, excepto el inevitable Padre Ángel.

No consta si la Presidencia del Gobierno dispuso de tan noble recinto previo pago de un alquiler o graciosamente, aunque por las características de ese evento, con asistencia de los ministros y altos cargos de Moncloa, no está claro que se ajustara a las condiciones establecidas por el Instituto para ceder sus espacios, que dicen: “Tendrán prioridad las actividades relacionadas con los objetivos fundacionales del Instituto Cervantes, se tomarán en consideración también aquellas propuestas que, aun no teniendo relación con los objetivos fundacionales del Instituto Cervantes, puedan ser de interés por otros motivos estratégicos”. Todo indica que la puesta en escena de Pedro Sánchez en el nuevo curso político encaja con la estrategia del ente manejado por García Montero.

La asociación de la marca de esa institución a operaciones `made in Moncloa´ fue más notoria con ocasión de la edición de `Imaginar un país. España en 2050´. Se trata de una obra coral con prestigiosas firmas literarias y otras no tanto que vio la luz en enero de 2023 y pasó sin pena ni gloria. Fue una iniciativa de Diego Rubio, entonces director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de la Presidencia del Gobierno y desde hace unos días director del gabinete de Pedro Sánchez, aparte de autor de una muy trabajada tesis doctoral sobre `La ética del engaño´.

García Montero con Sánchez en las presentaciones de la Fundación Avanza, del Observatorio del Español y en la antesala de la alocución de nuevo curso por Sánchez 

Lo singular de aquel libro, de escasa tirada y nula repercusión pese a juntar a Vargas Llosa con Espido Freire, a Muñoz Molina con Elizabeth Duval, etc., es que fue fruto de un convenio publicado en el BOE entre la institución de la Ñ y el Ministerio de la Presidencia del Gobierno por el cual el primero se encargaba de “coordinar la edición de la obra colectiva”, aportar un prólogo y promocionarla mediante coloquios y presentaciones en España y en las sedes del organismo en el exterior. La presentación de `Imaginar un país. España en 2050´ tuvo lugar en el salón de actos cervantino, con cierto boato y con el protagonismo de Diego Rubio que, aparte de exhibir sus conocimientos sobre prospectiva, dejó claro que el libro era un aportación de la Oficina que él dirigía y que “reporta directamente al Presidente”.

En todas esas ocasiones Luis García Montero ha dejado clara su identificación con el proyecto sanchista, la misma que le ha llevado a impregnar la institución que dirige del más puro estilo de lo `políticamente correcto´ y de los tics y consignas del `wokismo´ pasado por las manos de los asesores de la Moncloa. La entidad que se desempeña en la enseñanza del español a 110.702 matriculados (y a 22.074 en lenguas cooficiales), ha actualizado su código de valores y sus principios corporativos de la mano de García Montero.

Así, ha insertado en el código ético del organismo que lleva la lengua española a todos los rincones “la promoción de la democracia, la multiculturalidad, la inclusión y el plurilingüismo”, así como “la protección de las minorías y la promoción de la igualdad de género”, contribuyendo a los objetivos de la Agenda 2030. A la hora de enumerar sus valores incluye la “potenciación de las políticas de promoción de la sostenibilidad y puesta en práctica de proyectos concretos que contribuyan a reducir la huella de carbono”.
El director del Cervantes, presente en la reciente inauguración de la sede del Instituto en Shanghái, se mantuvo en discreta segunda fila durante la alocución de Pedro Sánchez del 4 de este mes, pero hizo de telonero del presidente del Gobierno, el 3 de julio, en la presentación de Avanza, nueva fundación del sanchismo denominada en el PSOE “Laboratorio de Ideas de Progreso”. De la Fundación Avanza, a cuyo patronato pertenece García Montero, no se conoce hasta la fecha ninguna aportación, salvo los cuatro tuits publicados el día de su presentación

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