Son indignados, pero no andan hacia Bruselas. Tienen la valentía, según algunos, la arrogancia, según otros, de atacar la inexpugnable fortaleza de Wall Street. Mientras Europa tiene que defenderse contra las amenazas de recesión, una minoría estadounidense nos enseña que, como Obama lo prometió en 2008, todavía hay "Hope" (esperanza) en tiempos de crisis. Una minoría lista a ir muy lejos en la contestación, ¿pero hacia dónde? ¿Cómo hacerse oír cuando la entidad financiera que se ataca es la más importante del mundo? Cómo obtener cambios cuando los contestatarios se proclaman "autónomos, sin líderes, sin jerarquía y apoliticos"?
Empezó hace un mes, muy tímidamente, con unas manifestaciones denunciando la brecha creciente entre ricos y pobres en Estados Unidos, cuenta el Washington Post (en inglés). Inspirándose en la primavera árabe, el movimiento gana fuerza gracias a las redes sociales. El Los Angeles Times demuestra cómo el movimiento "Recupera el sueño americano" tuvo la mayor importancia en el principio del movimiento en Nueva York, y los cientos de arrestos que siguieron.
De Nueva York, la protesta se extiende y gana Boston, Chicago, Los Ángeles, San Francisco, Memphis e incluso Hilo, en Hawái. Reúne indignados contra la globalización, anarquistas y jóvenes desempleados, dice el New York Times, añadiendo que para la mayoría de los expertos, nadie puede saber qué quieren exactamente y hasta dónde puede llegar este movimiento nacido por pura ira.
Y aquí queda la pregunta sin respuesta más relevante: ¿Qué quieren los "99", como se llaman a sí mismos? Se ven como la mayoría contra una minoría dorada, están convencidos que su causa es justa y, según el Time, podrían convertirse en el partido civil de extrema izquierda, como el ultra conservador Tea Party consiguió unir a la población americana en contra a Barack Obama. La prensa nota cómo todos se burlaban del movimiento del Tea Party a sus principios, hasta darse cuenta de su importancia.
El presidente estadounidense, por su parte, podría considerar el hecho de que ahora, está amenazado por ambos lados políticos. Mientras el Tea Party pide medidas económicas liberales y se opone firmemente a cualquier aumento de impuestos, los "99" desvelan el fracaso de Washington. En cuatro años, el gobierno no pudo afrontar los grandes desafíos americanos (deuda publica creciente, aumento del paro, déficit del balance comercial...). Si Occupy Wall Street no tiene futuro, puede al menos incomodar al presidente Obama, listo para lanzar su campaña electoral.
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