Lo dejó claro Mónica García, la candidata de Más País para las elecciones del 4-M, el día en que Pablo Iglesias propuso una candidatura conjunta para hacer frente a Isabel Díaz Ayuso. "Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos". La frase de la candidata de Más País apeló a lo que en el segmento errejonista se ha ido perfeccionando desde hace años y que atañe a construir alrededor del feminismo un verdadero sistema de poder. Ahora, Irene Montero quiere hacer lo mismo en Podemos.
La victoria de García fue un terremoto para la izquierda. Iglesias dejó la política y el PSOE tuvo que enfrentarse a una derrota histórica. En Podemos, mientras tanto, el sector de Irene Montero, que llevaba semanas preparando el relevo a Iglesias, como adelantó este diario, centró sus argumentos regeneradores en la “feminización” de la cúpula morada: todas mujeres de 35 años, con perfiles de activismo parecidos al de Montero y sin hombres en cargos destacados. Una de las primeras dirigentes que se espera que gane más poder es justamente Isa Serra. Su nombre ya suena como posible jefa de la Organización durante la secretaria de Ione Belarra.
Clara Serra, la pionera
Las fuentes de Podemos, no obstante, recuerdan que no fueron Irene Montero ni Mónica García las primeras que emplearon el feminismo con finalidad política de poder orgánico. El nombre que destaca como pionera es el de Clara Serra, exdirigente de Podemos y de Más País, quien siempre hizo del feminismo su principal argumento y la excusa para ganar peso en la dirección de ambas formaciones.
Serra salió de Más País en octubre de 2019 --en pleno proceso electoral-- enviando una carta muy polémica en la que acusaba a Más País de ser feminista solo delante de los “focos”. "Hace falta acordarse del feminismo no solo en las fotos y en la campañas, sino sobre todo en los momentos en los que estamos fuera de los focos", criticó. En Más País, no obstante, sostienen que Serra actuó en el marco de una operación pactada con su hermana Isa Serra, dirigente de Podemos y pareja de Juanma Del Olmo, para dañar al partido turquesa después de que se impusiera Pablo Gómez Perpinyà en la portavocía.
Estas mismas fuentes, además, sostienen que Serra llevaba meses enfrentada a Tania Sánchez, que se había molestado por el esfuerzo de la dirigente errejonista de ganarla en las primarias para las listas electorales de 2019. Y que, después de verse apartada por Tania Sánchez, reaccionó. Y lo hizo empleando el argumento feminista, que una vez más acabó mezclándose a otros aspectos de la vida de partido que siempre se han conocido como banales luchas de poder.
Irene Montero "ve y perfecciona"
Ahora, según fuentes de Podemos, Irene Montero e Ione Belarra están haciendo lo mismo. Su enfoque feminista servirá para blindar su grupo en los equilibrios de poder interno de Unidas Podemos, alejando a los hombres. Irene Montero, por ejemplo, recuerdan estas fuentes, no proviene del activismo feminista. Pero “vio, aprendió y perfeccionó” el modus operandi de las mujeres del errejonismo para hacer “lobby interno” y confeccionar las listas de primarias y candidaturas.
El modelo que lanzaron primero las feministas del sector errejonista consistía en convertir el feminismo en un instrumento de disputa interna en los partidos. Las fuentes consultadas hablan de "trampolín profesional de sus carreras profesionales para apartar a rivales".
Otras dirigentes de Más País y Podemos están ejecutando el mismo plan a varios niveles: desde Yolanda Díaz hasta Jéssica Albiach y Ada Colau en Cataluña, Rita Maestre, Mónica García y Mónica Oltra o incluso Susana Díaz en las primarias socialistas en Andalucía. La cuestión del feminismo se enlaza así a la regeneración, pero en Podemos admiten que tiene un reflejo de poder. Porque sobre la “feminización” de los partidos se deciden las listas electorales, los cargos internos y todos los demás repartos de aparato.
Otras fuentes sostienen que Irene Montero podría jugar la carta del feminismo para frenar los sectores del PSOE que quieren su relevo en la remodelación del Gobierno. Como informó este diario, en algunos ministerios socialistas han abierto sobre la oportunidad de alejar a Montero, argumentando ante Pedro Sánchez que su gestión está afectando a la imagen del Ejecutivo. Estos segmentos buscan el apoyo en la sombre de Yolanda Díaz, aunque en Podemos creen que Montero puede apelar al feminismo para mantener el cargo.
Y, ¿cuál es el problema? Según los que critican ese enfoque, si se instrumentaliza el feminismo se excluyen los hombres por género y no por mérito, y sobre todo se “desgasta” el movimiento manchándolo de los peores efectos de la “profesionalización de la política”. Todo apunta a que en el corto plazo será difícil frenar esa dinámica, pero el malestar interno puede ir in crescendo. Hasta llegar al propio movimiento, que puede rechazar que se instrumentalice su lucha por fines particulares y de poder de los políticos.
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