España

Irene Montero, una ministra que se sintió candidata pese al fiasco del 'sí es sí'

La número dos de Podemos se estrelló con su proyecto estrella, que Moncloa tuvo que 'retocar' para cortar el efecto indeseado de las rebajas de penas a los condenados por abuso. Su gran victoria ha sido la ley Trans

A punto de terminar 2022, no cabe duda de que Irene Montero es una ministra polémica con férreos defensores y aún más férreos detractores. Si por algo se recordará su labor al frente del Ministerio de Igualdad este año es por dos leyes. Una, su proyecto estrella del 'sí es sí', terminó en fiasco por una redacción legal mal planteada de inicio que provocó, pese a las advertencias del Poder Judicial, un efecto indeseado: la revisión a la baja de penas a los condenados por abuso sexual. Y otra, la ley Trans, que ha sido su gran victoria frente al PSOE.

Montero, número dos de Podemos, hizo de la debilidad virtud. Y cuando estuvo acorralada y políticamente en la estacada, su partido apretó filas y la aupó a una posición de candidatable en caso de que el matrimonio con Yolanda Díaz no se llegue a firmar. Los ataques que recibió de Vox la catapultaron con la finalidad meter prisa a Yolanda Díaz para que concrete ya qué quiere hacer con Sumar. En la sede de Francisco Villaespesa cunde el nerviosismo. Y no están dispuestos a esperar a nadie. Tampoco a la líder del espacio en Moncloa. Cada día que pasa es un día perdido.

Lo cierto es que Montero ha estado sometida a una enorme presión. Desde la judicatura hasta su propio socio de Gobierno, pasando por la oposición. Una gran mayoría puso en entredicho la redacción de la norma tras la rebaja de penas a los condenados por abuso sexual. Un efecto indeseado que ha manchado el currículum político de Montero por mucho que el criterio de la Fiscalía echara un capote a Igualdad. Por eso, en Podemos echaron la culpa al Ministerio de Justicia. Y la titular de Igualdad no encontró el respaldo público del presidente del Gobierno.

El rumor de una salida

En el entono de Sánchez se llegó a especular con su duración en el consejo de ministros. En teoría, la ministra de Igualdad iba a durar lo que su capacidad de resistencia determinara. Pero en su semana más negra, Vox le echó un capote. A ella y al Gobierno en su conjunto. Los insultos de los de Santiago Abascal sirvieron a la coalición en bandeja un relato político con el que defenderse: frente al ruido, utilidad. Lo reconoció Moncloa. Montero, en efecto, usó los ataques que recibió para levantar un cordón a las críticas que la tenían contra la espada y la pared.

Pero el ruido contra Montero fue tal -procedente de asociaciones de jueces progresistas y de feministas históricas dle PSOE., que terminó cediendo y pactando con Moncloa una enmienda para clarificar la ley de garantía sexual que 'dice a los jueces' cuál es el espíritu del legislador para que no sigan revisando penas a la baja. Con ese parche, Igualdad pudo vender que el redactado de su norma no se ha tocado y que, por eso, estaba bien planteado y que la culpa es de los jueces machistas que interpretan mal la ley. Pero es una capitulación en toda regla aunque siga sin reconocer error alguno, pese a que la Justicia en su totalidad advierte del fallo en la redacción de la ley.

Dentro de la galaxia de Unidas Podemos hay quien considera que el fallo de Igualdad es consecuencia directa de pasar más tiempo pendiente de la vida interna del partido que de la iniciativa legislativa. Cabe recordar que esta ley se aprobó en mitad de una bronca inmensa entre la exvicepresidenta primera, la histórica feminista del PSOE Carmen Calvo, y la titular de Igualdad, quien se quejó de las trabas de la propia Calvo y de Justicia, capitaneado entonces por Juan Carlos Campo.

De los errores a la victoria

Pero aquellos palos en la rueda tenían justificación a tenor de los hechos. Y es que al tratarse de una ley integral, su encaje en el paraguas legislativo del Estado afecta a competencias de varios ministerios. El proyecto que presentó entonces el equipo de Montero, en marzo de 2020, estaba plagado de contradicciones jurídicas y así lo alegó la exvicepresidenta, que lo rechazó con firmeza. Fue entonces cuando el exlíder de Podemos Pablo Iglesias llamó "machista frustrado" al ministro Campo por las críticas jurídicas que vertió al borrador de la norma.

En verdad, Montero quiso celebrar el 8-M de 2020 con una nueva ley que revisara la tipificación de los abusos y agresiones sexuales. Una medalla para su minsiterio. Pero se quejó de que el Gobierno no le permitía alumbrar la norma porque Justicia era partidaria de esperar y abordar una reforma más amplia del Código Penal que abarcara desde los delitos sexuales hasta la sedición, que terminó llegando en medio del pacto con el PP para renovar el Poder Judicial y que desbarató cualquier apretón de manos entre Sánchez y su némesis popular, Alberto Núñez Feijóo.

Pero Sánchez intervino para que Montero pudiera sacar adelante la ley. No obstante, los izquierdazos entre Calvo y Montero vienen de largo y provocaron la primera gran crisis de la coalición, que tuvo que reunir por primera vez a la mesa de seguimiento del acuerdo del Gobierno. Igualdad siempre tensionó a los socios, que desde antes de que naciera el Gobierno bicolor se disputaron la cartera. Y, claro está, lo mismo ha pasado con la ley Trans: una pelea constante que esta vez ganó Montero. El texto de la norma reconoce la voluntad de la persona como único requisito para cambiar de sexo en el registro y en el caso de los menores de 16 años y mayores de 14 tendrán que asistir con sus padres o tutores. Solo será necesaria la intervención de un juez para el cambio registral cuando tengan menos de 14 años y más de 12. Todo un lío que en el PSOE no sentaba bien, dividido hasta el punto de que Carmen Calvo se abstuvo y rompió la disciplina de voto.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP